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Bueno...¿Qué puedo decirles? En esta etapa en la que estoy no puedo decir otra cosa que...estoy de la mierda, esa es la verdad, en la mierda...pero bueno, intentaré dejar eso de lado y contarles lo que por momentos me ayuda y me saca una sonrisa...y lo que también me genera hasta el día de hoy un profundo pesar.

Empecemos con el principio de esta... interesante aventura.

Esto es el paseo de Naruto Uzumaki, ósea yo. Todo esto comenzó cuando tenía 10 años, relativamente...no hace mucho tiempo, bueno, en realidad hace casi tres décadas.

En aquel momento disfrutaba de mi niñez, tenía una vida acomodada con mis padres quienes me mantenían como un rey. Mi papá dirigía las fuentes  petroleras del pueblo, creo que hizo mínimamente bien a la hora de criarme, mi mamá...era una gran cantante, cada noche veía como ella se arreglaba frente al espejo mientras yo la observaba fijamente.

Cada mañana después de una presentación, veía por las mañanas los periódicos y ahí estaba, mi madre triunfando con tan bella voz que poseía. Pero continuemos, por qué nada de esto es lo que quiero contarles. De tan solo recordarlo mi compañero se anima jeje.

Verán, esto comenzó un día cuando uno de mis amigos me forzaba a seguirlo, me jalaba de la mano y hacia que corriera a su ritmo. En dicha ocasión, fue la primera vez que más me aleje de casa.

Pero también fue mi culpa, debí imaginarlo...mi amigo, Jiraiya que a muy temprana edad era un pervertido me llevo a un lugar donde solo el sería feliz...o eso creía yo.

Desesperadamente me hizo subir las escaleras de un edificio y terminamos frente a una bien decorada puerta, llamo y de ella salió un monje pasado de copas, nos vio y siguió su camino ignorándonos.

Al regresar la vista hacia la puerta me encontré con algo que me petrifico, en esos momentos, Jiraiya solo sonreía como idiota jeje.

Frente a nosotros, estaba una desnuda, madura y muy bella mujer bloqueando la puerta. Me asusté por un momento, y que esa mujer nos sonriera de forma picara no me ayudó a calmarme.

Nos hizo pasar y e ahí, el infierno...¿O el cielo? Cómo ya pueden intuir, era un burdel, el más cercano al pueblo que había y que todos conocían.

Ese maldito de Jiraiya lo tenía bien planeado, me hizo faltar a clases solamente para venir aquí temprano y en consecuencia...casi todo el lugar y las mujeres podían ser nuestras.

Pero siendo sincero, yo no pensé tales cosas en ese momento, jaja no...yo seguía petrificado ante la vista que tenía frente a mi. Por toda la sala, en cada esquina, en cada habitación había una mujer desnuda con el culo al aire.

Cuando busque a Jiraiya a mi lado ya no estaba, lo último que vi de el en dicho momento fue que entregaba un par de billetes a una...uff a un dulce manjar antes de meterse a una habitación con ella.

¿Y que sucedió conmigo? Pues...mientras yo seguía parado como niño virgen, alguien me tomo de la cintura cargándome hacia una habitación y tirándome sobre la cama. Al enfocar la vista a quien lo había hecho mis sentidos, todos...se tensaron.

Delante mío estaba una despampanante mujer, rubia y madura con un par de senos más grandes que mi cabeza. Una delicada y brillosa bata verde de seda cubría de sus caderas para abajo dejando a la vista tan preciosas mamas que brincaban levemente con cada paso que daba.

Me puse en pie y quise salir corriendo por los nervios que me invadían en dicho momento, era la primera mujer que veía casi completamente desnuda, bueno...había visto a mi madre cuando era mas chico, pero no tenia comparación y la sensación era completamente diferente.

Antes de que pudiera llegar a la puerta, la mujer me detuvo y me arrojo a la cama una vez mas, pero en esta ocasión no se hizo esperar y se coloco sobre mi dejando su hermoso y desnudo cuerpo sobre el mío. La rubia tomo mis muñecas aprisionándolas en sus manos y me ofrecía una mirada completamente sensual y picara mientras restregaba su pecho contra el mío.

Lo único que pudo salir de mi boca fue — ¿Q-Q-Que quiere?

— ¿Qué es lo que tu quieres? tu eres quien ha venido hasta aquí... — Expreso la mujer con una tonalidad enloquecedora.

— Y-Y-Yo solo he venido a acompañar a un a-a-amigo.

— Si, lo he visto...ese niño viene de vez en cuando y al parecer no dudo en compartir sus disfrutes  — Cada oración que la mujer formulaba hacia que mi cuerpo temblara y que por primera vez, sintiera una reacción en mi entre pierna — Imagino que no llevas dinero, pero como es tu primer servicio y yo tengo el honor...hare que cuando salgas de aquí seas todo un hombre.

Corte de escena.

 En la noche de ese mismo día no pude dormir bien, recostado en mi cama me movía una y otra vez incomodo, cerraba los ojos y esperaba que el sueño llegara a mi pero no era posible. Me coloque boca arriba y fue inevitable  el no recordar momento tan exquisito, me invadían energías diferentes que me hacían sentir incomodo y a la vez me empujaban a hacer todo.

El recuerdo tan vivo hacia que me remontara a cada sonido, sabor y sensación, lo que me hacia desesperar por que ahora, solo podía desear que se repitiera con morbosa necesidad.

Perdido en mis deseos y sin estar consciente, me vestí con velocidad y a hurtadillas salí de casa evitando a las sirvientas. Al salir corrí como desquiciado dejando que mis pies me llevaran de nuevo al paraíso, si, lo se...fue una tonteria, era de madrugada y que un niño de 10 años estuviera por ahí solo era una locura...pero era necesario.

Afortunadamente llegue sin problemas y sin dudarlo entre de nuevo al burdel, al parecer fue bueno ir de madrugada ya que todo estaba tranquilo, los hombres yacían borrachos y con muecas sonrientes, todo era silencio excepto por leves gemidos en algunas habitaciones.

Me dirigí a la misma habitación que había visitado hoy y abrí la puerta lentamente, pude ver recostada a la misma y caliente mujer que dormía profundamente. Cerré la puerta tras de mi y silenciosamente me acerque junto a ella, acaricie levemente su hombro haciendo que se despertara.

Ante sus ojos, de mi chaqueta saque todos mis ahorros y los coloque sobre la mesita de noche que había junto a la cama, ella me sonrió y con un gesto me invito a recostarme con ella. Me coloque de lado y choque miradas con ella, sin poder resistirlo, comencé a acariciar cada parte de ella, en especial sus senos que ahora no podía despegar de mi boca y que solo me enloquecían con cada segundo que pasaba. 

— Ahh...que niño tan malo, impaciente y travieso...¿Viniste por mas de tu Tsunade-Chan? — Decía entre gemidos — Bien, pues aquí me tienes...ahh.

Fin

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