Desde una ubicación desconocida... hace mucho tiempo, en una galaxia, muy, muy lejana...
Naruto se encontraba refugiado en el interior de una cueva ante la fuerte tormenta de nieve que invadió la zona, y con la ayuda de una pequeña fogata calentaba su cuerpo helado.
El hombre rubio temblaba, su barba estaba congelada y sus extremidades amenazaban con ponerse azules ante la temperatura.
Nada era alentador hasta que de su gran capa saco un artefacto, lo coloco sobre el suelo y presiono un botón haciendo que se proyectará una grabación a partir de un holograma.
De el, apareció la imagen proyectada de su Maestra quien años atrás había grabado movimientos, posturas y consejos para su joven Padawan.
Su atención permaneció en dicha grabación hasta su finalización, alzo la vista y perdiéndose en sus pensamientos rememoro todo.
Corte de escena
Una gran nave aterrizaba en el hangar del Templo Jedi, de ella, salió una Maestra junto a su aprendiz quienes regresaban de una dura misión en el borde exterior de la galaxia.
Al dejar el hangar, el aprendiz suspiro muy profundamente al estar dentro y ver la tranquilidad del gran templo frente a el.
Camino a lado de su Mentora quien expreso después de unos instantes
— Detecto conflicto en ti...¿Ocurre algo, Naruto?— Perdón maestra, es solo que me agota el cambio de ambiente al ir a una misión y regresar de ella para encontrar todo tranquilo aquí
La Maestra asintió colocando una mano sobre el hombro de su aprendiz — Entiendo, tranquilo mi joven Padawan...descansa, medita y más tarde entrenaremos tu punto débil con el sable.
— Si, maestra...
— Bien, te veré luego, debo informar al consejo de nuestra misión...
Así, Naruto se despidió de su Mentora y guiando sus pies se dirigió hasta su habitación, coloco su sable de luz sobre la pequeña mesa frente a su cama y sin poder evitarlo cayó rendido al sueño.
Su sueño fue tranquilo hasta que su mente lo devolvió al campo de batalla, los fuertes sonidos de los cañones, la constante y horrible muerte de los clones, las emociones que lo invadían.
Para sus 16 años, el joven y prometedor Padawan Naruto había experimentado lo que en realidad nadie debería, y todo era aún más difícil cuando el no podía expresar lo que sentía, ya que todo eso era contra el Código Jedi.
Sentía miedo, enojo, tristeza, emociones que su Maestra constantemente ayudaba a controlar, recordaba lo que siempre decía
— No te diré lo que comúnmente el código y el maestro Yoda dirían, por qué no concuerdo, pero... sentir, tener dichas emociones no es signo del "Lado Oscuro de la Fuerza", simplemente son emociones que comúnmente cualquiera tendría, incluso los Jedi... La Fuerza es una energía individual de nuestras emociones y acciones, y cada quien es responsable de lo que hace y el cómo se siente al tener conexión con la Fuerza.
Para Naruto, era difícil ocultar lo que sentía, y más aún cuando ciertas emociones eran generadas precisamente por su Maestra.
El rubio despertó asustado, miro a su alrededor y respiro entrecortadamente, tomo asiento sobre su cama y miro por la ventana de su habitación. La noche había llegado y toda la ciudad de Coursant brillaba intensamente
Abrió los ojos y rápidamente se vistió tomando su sable y saliendo de su habitación, corrió por todo el templo en dirección al lugar donde solía entrenar con su maestra y en el último tramo comino con tranquilidad.
Terminó en un gran balcón del templo no muy concurrido, en el ya se encontraba su Maestra quien meditaba en posición de loto manteniendo su sable desarmado y en el aire gracias a la fuerza.
Naruto vio esto y en silencio tomo asiento junto a ella mientras no apartaba su vista del pequeño pero hermoso y brillante cristal verde en el centro de todo.
— Llegas tarde...muy tarde — Expreso la Mentora neutral.
— Perdóneme Maestra, m-me quedé dormido.
Tras unos instantes de silencio, la Maestra continúo — Aún te siento en un profundo conflicto... ¿Que te perturba, mi joven aprendiz?
— Usted ya lo sabe, puede sentirlo, no es necesario que yo se lo diga...
— Si, pero...¿que cosa o persona te provoca?
Naruto trataba de controlarse lo mejor posible, internamente buscaba paz con desesperación para decir la verdad o incluso mentirle a su Maestra, pero siendo lo que fuera era paz lo que quería tener ahora.
— Es una persona... — Dijo el rubio simplemente.
— Ohh...una persona...te has enamorado — Aseguro la Mentora aún concentrada y en su posición de loto.
— No puedo ocultarle nada Maestra...se que el Código Jedi lo prohíbe, pero...
— Primero que nada...¿Quién es? — Interrumpió la Maestra.
Naruto tembló por un instante, se colocó en posición de loto e intento meditar, tranquilizarse y pensar lo que diría.
— Vive aquí, en el templo...
— Una Padawan — Aseguro nuevamente la Mentora antes de ser corregida nerviosamente por Naruto — No, es...e-es...es una Jedi, una Maestra Jedi...
— Vaya, no podría decir que me lo esperaba...bueno, ha habido casos, raros, dónde Padawan se enamoran de sus superiores, o incluso de su Maestro.
— Parece que fui uno de esos casos...
— Tristemente tienes razón, el Código lo prohíbe...¿Entonces eso es lo que te perturba? — Interrogó la Mentora.
— Así es, Maestra...
— Ya sabes lo que tendrás que hacer...deberás controlar esas emociones y de ser posible...borrarlas, si no lo haces...
— Me expulsaran del templo y de la Orden Jedi, lo sé... — Interrumpió Naruto — No lo sé, tal vez sería lo mejor...
Por primera vez en toda la conversación la Maestra Jedi miro a su alumno seriamente — ¿Arriesgarías tu posición como Padawan, y sacrificarías tu ascenso cómo Caballero Jedi por un amor juvenil?
No... — Respondió Naruto haciendo que su Maestra una vez más relajara sus gestos y volviera a su meditación — pero el problema es que, no es un amor juvenil...ella...yo... — Naruto apretó sus puños expulsando emociones que la maestra sintió.
— Maestra Mei...yo, la quiero a usted...
Fin
ESTÁS LEYENDO
Cuentos y Leyendas
FanfictionOne Shots 💯 originales Por: Agaliareth301013 Adentrate y conoce todos los diferentes entornos, situaciones y mundos en los que nuestros personajes favoritos pueden estar presentes. Aquí hallarás momentos, que aún que cortos, siempre pueden contarte...