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Lisa se sentía tan valiente luego de haber dicho aquellas palabras a la chica de la ventana. Su constante estrés, luego la pelea con su madre y finalmente su ataque de pánico en la casa de la señora Park (lo cual vino después del vomito), habían hecho de su día un terrible día, y es por esto que, el hecho de estar hablando con una completa desconocida sin tartamudear, aunque parecía algo muy simple para otros, logró que su día dejara de parecer una mierda.

Pero fue la voz de la chica cuando la escuchó por primera vez la que hizo que su día realmente dejara de ser tan malo.

- Tu voz acaba de alegrarme el día, chica de la ventana.

Lisa no pudo evitar sonreír. Su voz era tan… no sabía cómo describirla. Solo podía decir que la hacía sentir de una increíble forma, como en su heladería favorita o en un concierto de Kehlani. Su voz también le había alegrado el día.

- Oye, sé que ya te lo había dicho, pero tu sonrisa es en serio muy hermosa - Jennie le dijo con los ojos brillando de emoción. Y Lisa, inconscientemente, sonrió aún más.

- Técnicamente lo escribiste.

- Escrito o no, sigue siendo hermosa. Como tú - fue entonces cuando Lisa levantó la mirada, y sus ojos se encontraron con los de la chica de la ventana. Por primera vez en su vida, el hecho de estar mirando fijamente a alguien a los ojos no le molestó.

Al menos no de inmediato. Por unos pequeños segundos, se fijó en los ojos de la otra chica, notando lo marrones que estos se veían, convirtiéndose así éste en su color favorito… Pero luego de unos diez segundos se sintió incomoda, como siempre, así que desvió la mirada y borró la sonrisa de su rostro, comenzando a chasquear los dedos.

- Tus ojos son realmente hermosos, chica de la ventana. Siempre he amado los ojos claros, pero los tuyos son tan… ¿Crees que puedas prestármelos algún
día?

Lisa frunció el ceño, confundida. Aquella chica debía de ser estúpida o algo así. Una persona jamás podría prestarle sus ojos a otra. Era imposible. Y mucho menos solo por un día… y si lo hacía, ¿qué ojos usaría ella? ¿Tendría que quedarse ciega durante un día o ella le prestaría los suyos?

- ¿En qué estás pensando, chica de la ventana? ¿Te he ofendido?

- N-no me has ofendido… es solo que no puedo prestarte mis ojos. Es… imposible.

- Tranquila, solo estaba jugando, chica de la ventana. Deberías dejar de tomártelo todo tan a lo literal.

Fue entonces cuando Lisa comenzó a reír como una loca. Rió y rió, sujetándose el estómago, hasta que por fin logró recuperar el control y volver a mirar a la chica de la ventana, aún con una sonrisa en los labios.

- Chica de la ventana, sé que soy un payaso y que mis chistes no pueden igualarse, pero no he dicho nada gracioso esta vez.

- Claro que sí - contestó con los ojos iluminados.

- En serio, no he dicho…

- Dijiste que dejara de tomármelo todo tan a lo literal - reveló, una carcajada amenazando con salirse por entre sus labios.

- ¿¡Y eso te causa gracia!?

- Es que no puedo dejar de tomarme las cosas a lo literal, chica de la ventana.

- ¿Por qué? - preguntó con algo que Lisa de inmediato reconoció como curiosidad.

Fue entonces cuando la chica de ojos claros suspiro y comenzó a contarle su historial médico a la chica de la ventana, esperando a cada segundo que esta saliera corriendo y no le hablara nunca más. Pero ella permaneció allí, escuchándola atentamente, dejando resbalar un par de lágrimas por sus mejillas de vez en cuando. Al terminar, lo único que la chica de la ventana hizo fue sonreírle, secarse las mejillas y decir con una tierna voz que hizo que su corazón rechazado palpitara como nunca.

La Chica De La Ventana | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora