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Durante los siguientes dos días Jennie no fue a la escuela, alegando que sus heridas eran muy graves y no sanarían correctamente si volvían a golpearla, aunque la verdadera razón por la cual se quedaba en casa era para poder pasar su tiempo con la chica de la ventana. El contacto entre ellas era mínimo. Algunas veces, Lisa entrelazaba sus meñiques. Otras simplemente sus hombros se tocaban. Algunas veces Jennie jugaba con su cabello y otras Lisa lo hacía con el de ella. Pero sus encuentros casi siempre se limitaban a Jennie haciendo tareas atrasadas mientras Lisa hacía crucigramas sobre su cama o daba vueltas en su patineta alrededor de la estrecha habitación. Casi fueron descubiertas un par de veces, pero no resultó ser nada serio. A veces Lisa ayudaba a Jennie con alguna tarea que no entendía, pues era bastante lista. Otras Jennie ayudaba a Lisa a reorganizar su habitación. A veces Lisa le pedía a Jennie posar para dibujarla y ella accedía con mucho gusto. Los resultados eran increíbles. Jennie pensaba que Lisa era la mejor artista del mundo. Los peores momentos eran cuando debían separarse para que Lisa asistiera a unas de sus citas, lo mejor era cuando regresaba y simplemente se asomaba a la ventana. En esos momentos Jennie veía a Lisa apoyando su mano derecha sobre el vidrio y mirándola hasta que algunas de las dos se atrevía a tomar un marcador y escribir como el primer día en el que se conocieron. El sábado estuvieron todo el día en la habitación de Lisa, riendo y hablando sobre cosas sin importancia.

El domingo sucedió casi lo mismo, pero a la hora del almuerzo Lisa le preguntó a Jennie si quería almorzar con ella, y esta no se negó. Le preguntó a Jennie cual era su comida favorita, y esta seleccionó arroz con hueva de abadejo. Fue entonces cuando la chica de la ventana le dijo a su madre que quería almorzar el platillo que Jennje eligió, y esta no se lo negó. Tiempo después Lisa entró a su habitación con la comida entre manos. Jennie le había dicho a su madre que estaría estudiando en la biblioteca y que comería algo en el camino. Su mamá solo le deseo un feliz día. ¿Qué madre puede esperar que su hija en realidad esté comiendo con la vecina?

Jennie le demostró a Lisa que podía comer más de lo que parecía poder. Le mostró sus mejores eructos, aunque los de Lisa eran inigualables. Cuando terminaron de almorzar, Jennie recibió una llamada de Jisoo.

- ¿Hola?

- ¡Jen! ¿¡Estás bien!? - dijo con un tono de preocupación.

-  Mejor que nunca - contestó sonriendo mientras miraba a la chica de ojos miel, la cual estaba jugando un juego de preguntas con su celular.

- Jen, Rosie quiere saber si te gustaría salir con nosotras dentro de una hora. Iremos al cine.  Veremos "Bajo la misma estrella", por si te interesa.

Jennie se mordió el labio inferior. "Bajo la misma estrella" era la película que tenía meses esperando por ver. Aquel libro era su favorito. Debía de haberlo leído unas diez veces, cada vez que lo releía lloraba y reía mucho más que la vez anterior. Quería ir. En serio quería ir...
Pero entonces vio a la chica de ojos claros, la cual estaba concentrada en sus juegos, respondiendo preguntas sin dudar ni un solo segundo en cual era la correcta. Fijándose bien, Jennie vio en la mejilla de la chica de la ventana un rastro de comida que había dejado. Con su pulgar lo limpió dulcemente, cuando la chica la miró Jennie se llevó el dedo a la boca, sonriendo y sintiendo que su corazón salía cuando Lisa también lo hizo

- Me encantaría ir, Chu, pero tal vez otro día. Ahora mismo estoy justo donde quiero estar.

Los ojos de Lisa se iluminaron y Jennie sintió a todo su ser derretirse con esta acción.

- ¿De nuevo ella, Jen? - preguntó. Todos los días en los cuales Jisoo la había llamado, ella estaba con la chica de la ventana.

- Siempre es ella - comentó y finalmente colgó su celular sin decir adiós.

La Chica De La Ventana | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora