CAPITULO 26

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Ella Thomson

Ya ha pasado una semana desde la escena del escritorio que tuve con Ian, y lo que me dijo al final no me para de dar vueltas como una lavadora.

"¿Vinculo mental?" "¿Qué coño es un vínculo mental?"

He intentado hablar del tema múltiples veces, pero Ian se las arreglaba para que acabara entre sus piernas y con un orgasmo de por medio. El único momento que hemos compartido más de tres frases seguidas es cuando me tuve que tomar las pastillas, que por cierto ya me las he tomado todas y en su lapso de tiempo, Ian se encargó personalmente de ello. Pero igualmente necesito respuestas y él lo sabe. Sabe perfectamente que eso no me para de rondar por la cabeza, pero igualmente lo evita siempre que puede.

Eso me cabrea, me cabrea mucho, se lo conté a Sydney, pero ni caso me hizo porque en todo momento quiso detalles de lo que paso en el despacho y aparte de la colleja que me dio por no decirle cuanto le mide a Ian.

Ya es muy tarde e Ian salió a una reunión o algo así, Sydney y Francis están arriba y yo estoy abajo viendo un documental de unos pandas y dicen como están a punto de extinguirse por el sus masivo del bambú, porque la gente supuestamente dice que es más ecológico, pero en realidad no. Que asco me da la gente. ¿Quién le haría daño a un monísimo panda?

En el momento en el que están salvando un bebe pando de un árbol talado entra Ian con su traje y nada más verme sonríe, pero yo no, directamente lo ignoro y sigo viendo el documental.

- ¿Pasa algo, bombón? - no respondo ni lo miro – Te estoy hablando – espeta impaciente.

No aparto mis ojos de la pantalla y cuando están a punto de sacarle y saber si está vivo o no la tele se apaga y me altero. Busco el mando y no lo encuentro necesito saber si vive o no, y cuando me giro veo que Ian está apoyado en la encimera de la cocina con el mando en la mano.

Eso hace que me cabree más, me enfade más. Me levanto furiosa y voy a donde esta él y le intento quitar el mando de la mano, pero levanta el brazo y con la diferencia de altura que es muy notable salto como estúpida y sigo sin llegar.

- ¿Qué es lo que quieres, Ella?

Me vuelve a pedir, últimamente no ha parado de formularme esa pregunta durante esta semana. No quiero responderle, porque si lo hago tengo que hablarle y no quiero.

- ¿Ella, que quieres?

Lo miro a los ojos a sus intensos ojos y después cuando se me enciende la bombilla sé que hacer, pero no lo pienso solo pienso en insultos que me dan ganas de decirle para que no se entere. Entonces sonrió, sonrió de mala gana, pero lo hago.

- ¿Sabes que es lo que quiero, moradito? - niega – Pues esto – le doy un puñetazo en su parte baja y cuando se encoge de dolor aprovecho para coger el mando y salgo corriendo al sofá para saber cómo está el pequeño panda.

Enciendo la televisión y justo salen los créditos del documental. ¡Qué ha pasado con el pandita! Estoy enfadada, no, lo siguiente. Después siento como me agarran de la muñeca y me giran.

- ¡Se puede saber qué coño te pasa! - me grita Ian, aún tiene la mano en su entrepierna y no voy a permitir que me grite.

- ¡Quería ver lo que le pasaba al pequeño panda y no me dejaste terminar!

- ¡Yo no estoy hablando del puto panda! ¡Que por cierto está vivo por que ese documental lo repiten todos los meses! - doy un pequeño suspiro de alivio.

- ¡Pero lo quería ver ¡yo!!

- ¡¿Pero qué coño te pasa?! - esta vez se le ve muy enfadado, aunque ya lo sabe perfectamente porque estoy así.

COLAPSO [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora