Capítulo N°3: Hospital.

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Trágame tierra y escúpeme en Tristan da Cunha.

Miré a Yisnet, quien se carcajeaba con soltura, el alcohol la tenía bajo su dominio.

— Te has puesto roja como un tomate — bebió de su vaso un trago de whisky — Ander, deberías de venir más seguido, no es normal que Daikar se sonroje.

— No la molestes Ander — susurró Susi tocándole el hombro a Ander, le estaba coqueteando y me utilizaba a mí de excusa, increíble.

— Relájate — murmuró pausada y estropeadamente Yisnet — lo más seguro es que no duerman aquí.

— Tranquila nena, nosotros no mordemos — dijo un Gonzalo burlón — a menos que nos lo pidan — miró descaradamente a Paola quién le correspondió el coqueteo de manera evidente y nada sutil.

Sí, estos dos ya se traían ganas.

Me senté en uno de los sillones más apartados de la música, Susi la tenía demasiado alta y comenzaba a retumbar en mis oídos. Todavía no me encontraba bien, después de todo, habían pasado muy pocas horas desde el accidente.

Lo que más me sorprendía era que Ander, al igual que yo, también debería de haber sufrido daños, sin embargo, él estaba fresco de la vida, tomando cerveza y pasándola pipa.

Paola se acercó a mí y me pidió discretamente que fuera con ella al cuarto.

— Pajarito — resopló mientras cerraba la puerta de la habitación de Yisnet — ¿Qué te pasa? Y no me digas que "nada" porque estás muy rara. Nunca te había visto así, es decir, estás nerviosa, con ansiedad.

Fruncí el ceño en señal de negación, quería convencerla de que no pasaba nada, que solo eran ideas suyas.

— Daikar... por favor, sabes que puedes confiar en mí — se puso seria — nunca has sido muy comunicativa, pero, si tienes algún problema puedes hablarlo conmigo, en serio.

Paola siempre ha sido muy dulce conmigo. Para ser sincera, es una de las pocas personas que me inspiran confianza.

Quizás sí. Quizás debía de hablar con alguien de lo que me estaba pasando, al final de cuentas, no es algo de lo que me deba avergonzar.

— ¡Que fuerte! — gritó después de que terminé de contarle lo ocurrido con Ander — Entonces, ¿por eso has estado nerviosa todo este tiempo?

Asentí.

— Entiendo ¿Estás bien? — preguntó por enésima vez.

— Sí.

— ¿Y él te dijo que lo denunciaras?

— Si eso me hacía estar más tranquila, sí.

— Siendo un corredor de carreras, ¿cómo es que no sabe qué lado de la carretera coger? — chupó dientes, restándole importancia al asunto — lo que no se puede negar es que está guapísimo, las mujeres se vuelven locas por él, con decirte que tiene un club de fans, pero él no les hace mucho caso, al menos no para un noviazgo, porque para tener sexo no les niega la oportunidad— puso cara pensativa — ¿Qué tendrá que hacer una mujer para estar con un hombre así?

Le sonreí tímidamente.

— ¿Qué? — preguntó con picardía — No todos los días uno encuentra semejante perfección, cuando lo conocí yo también quería con él, pero me di cuenta de que eso sería tiempo perdido y no quise insistir ahí — se acostó en la cama — deja de mirarme así, a ti tampoco te es indiferente, porque no creas que no vi cuando los dos se echaban puras miradas raras.

Necesitaba cambiar de tema, no estaba lista para hablar de ese tipo de cosas.

— ¿Y el amigo?

— Bueno, Ander está muchísimo mejor pero... Gonzalo no está mal, es sexy e interesante, vamos a ver que pasa — suspiró y me miró a los ojos — me alegro de que por fin te hayas abierto conmigo, nunca lo haces, siempre estás con nosotras pero es como si no estuvieras — sonrió — aunque creo que soy en la que más confías.

PerenneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora