11. Beachwood Cafe

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Trixie's POV:

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Trixie's POV:

¿Por qué carajo había aceptado venir?

Harry se fue de regreso a Los Ángeles el día siguiente de la parrillada, el lunes. El mismo día que Lucas a su viaje de trabajo, pero en diferentes aviones, gracias a Dios.

Ese mismo día Styles se encargó de comprarnos pasajes en primera clase hacia California para hoy jueves. A mí y a Ray. Así es. El italiano se estaba dando la gran vida últimamente.

—¿Sabes qué es lo más cagado? —pregunté a mi amigo mientras arrastraba mi maleta.

—¿Que no traje mi cargador de celular? —Ray soltó.

Fruncí mi ceño y negué con la cabeza. Ambos nos apresuramos en llegar a las escaleras eléctricas que nos trasladarían a la salida del aeropuerto de Los Ángeles. Ya podía ver el sol infiltrándose por las ventanas de las salas de embarque.

—¡Que nos vamos a quedar en su casa con Camille! —chillé en un susurro—. ¡¿Qué carajo hago en Los Ángeles?! ¡Yo no quería venir!

—Mírale el lado bueno: pasajes, transporte, comida y hospedaje gratis gracias a Harry.

—Oh, te mataré —mascullé.

Revisé mi teléfono una vez más viendo la última indicación que me dio Harry por mensaje: "Puerta 1, a la derecha. Estoy en una camioneta negra con matrÍcula que termina en S94".

—¿Qué haré cuando vea a Camille? ¿Hm? —reclamé sin dejar de caminar—. ¿Cómo la voy a ver sabiendo que me acosté ficticiamente con su novio?

—¡Bueno! —Ray exclamó, deteniéndose justo frente a las puertas automáticas de la salida salida aeropuerto—, ¡Supongo que otra vez discúlpame por haber metido la pata y hacer que de casualidad Harry Styles nos trajera a Los Ángeles! ¡Soy un lunático!

Una familia con dos niñas pasó por nuestro lado dándonos una extraña mirada y apresurando el paso fuera del aeropuerto.

—Enfermo mental —murmuré.

—Ey, cumplí con mi parte del plan. Lo mandé de regreso a California —se excusó.

—¡El plan era que lo mandaras de regreso solo a él, no que lo mandaras y nosotros lo acompañásemos! —chillé.

Ray bufó rodando los ojos y me ignoró. Arrastró su maleta a través de la puerta y salió primero que yo. Su cabello brilló bajo el sol colocándolo casi rubio y sus ojos se achicaron por la luz radiante. Suspiré y seguí su paso afuera sintiendo la humedad y el calor. Busqué con la mirada la dichosa camioneta de Harry entre tantos autos y taxis que habían afuera esperando en fila, hasta que identifiqué la matrícula y se la apunté a Ray con el mentón.

—No hagas nada que pueda avergonzarme frente a ellos. Tengo suficiente con estos cuatro días que estaremos aquí —advertí.

—Lo mantendré en mente.

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