Un asesino muy buscado y popular por matar a sus víctimas y dejar marcas de puntos negros en ellas...
Un chico enmascarado.
Su cuchillo ensangrentado.
Vestido con trajes negros y elegantes.
Una mascara donde se reflejan sus ojos azules grisáceos, mo...
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Dos días han pasado desde que el Asesino de Negro invadió el espacio privado de mi habitación. Solo de recordar su maligna aura mis pelos se ponen de punta y un escalofrío recorre toda mi espina dorsal.
Estúpido Asesino.
Muchos periodistas de pueblos vecinos y hasta personal internacional han querido entrevistarme, saber las típicas preguntas de: ¿Como es él? ¿Que daño te causo? ¿Lo viste asesinar?, y hasta preguntas ridículas y fuera de tema cómo "¿Huele bien?"
Las autoridades del pueblo no han dejado qué periodistas se me acerquen. Ellos primero tienen que averiguar y realizar los exámenes de la morgue hacia Lucas, para despues interrogarme a mi y mucho después dejar que periodistas hagan las preguntas que quieran hacia mi persona.
Al principio las autoridades me tomaron por sospechosa y como la asesina de la cruel muerte de Lucas. Y realmente era algo obvio que me tomaran por sospechosa, estaba justo ahí en ese momento y lo más que hice fue quedar en shock, se vio como una total sospecha. Pero gracias a él policía qué fue atacado por el asesino me bajaron de la sospecha y me tomaron como otra víctima más, aun así me harán diversas preguntas.
Daniel está devastado y con ganas de partirle el culo a quien sea. Su madre, con toda la confianza del mundo, me llamo para qué visitara a Daniel ya que no es un muy buen momento para él y, tal vez, el verme a mi, se le calmen un poco las aguas.
Así qué hoy me desperté temprano con toda la disposición del mundo en hacer galletas de canela para así poder visitar a mi novio.
— Alana, toma. — mi hermano Alan entra por la puerta de la cocina y deja en el mesón un billete de cincuenta euros. — No podré acercarme hasta el local, ¿Podrías pagar el servicio por mi?
Sacudo mis manos llenas de harina y asiento; — Voy a casa de Daniel, pasaré por frente al local. Podré pagar el servicio. — cojo el billete, lo doblo y lo guardo entre mi sostén.
Sigo amasando la masa para las galletas mientras le agrego un poco más de canela.
— ¿Como está Daniel? Me le das mi más sentido pésame. — Antes de qué Daniel y yo nos distanciáramos, Alan y él se la pasaban haciendo apuestas por juegos del play. Eran muy unidos gracias a los videojuegos, así que en realidad mi familia si le tiene bastante aprecio.
Pongo una mueca triste.
— Su madre me ha llamado. Está muy mal, no sale del cuarto para nada y se la pasa con botellas de licor. Se le entiende, el asesinato de su mejor amigo causo estragos en él.