Keitaro

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El calor que le brindaba el cuerpo grande y fornido de Tsukasa lo hacía sentir protegido, con solo 2 meses para que naciera. El famoso instinto maternal empezó a florecer en mí, y mi pecho se sentía cálido. No puedo esperar para tener a mi bebé en mis brazos, poder besarlo, abrazarlo y ver su carita.

— Keitaro.

— ¿Qué? -- pregunto Tsukasa mirándome fijamente y ladeando ligeramente la cabeza.

— El bebé, ese será su nombre.

— ¿Y si es una niña?.

— Kazumi.

— Bien — musito adormilado Tsukasa mientras me acurrucaba en su pecho y empezaba a olisquearme.

El futón era cómodo mientras los rayos de luz del amanecer bañaban la habitación, mi alfa empezó a repartir besos por mis mejillas y rostro en general. Pasado un rato la dulce voz de nuestra madre gritando que bajáramos a desayunar hizo que tuviera que levantarme de mí como lugar junto a Tsukasa. Difícilmente me logré sentar, al rededor de un mes atrás empezó a volverse una osadía levantarme de cualquier lugar que esté acostado.

Admire mi reflejo en el espejo, mi estómago abultado era apreciable, aunque lo que me ha estado inquietando son mis pechos, se hincharon dándome a entender que empece a producir leche. Tsukasa obviamente estaba encantado, y mamá se burló de mí.

Me dolían los pies y no aguantaba mi propio cuerpo, con dificultad me senté en el comedor.

— Buenos días, mamá.

Ella me miro sonriente mientras dejaba el plato con soba enfrente mío.

— Buenos días, cariño, ¿tu hermano esta despierto? — cuestiono mientras ponía el plato de Tsukasa y de ella.

— Si, no debería tardar.

Y tal como predije un par de minutos después llegó Tsukasa aun en pijama, y con baba seca en sus labios. ¿En serio ese el padre de mi hijo?.

— Buenos días — saludo el recién llegado tomando asiento a mi lado.

...

El día había pasado relativamente tranquilo, con Tsukasa teniendo que ir ala escuela y mi madre haciéndome compañía mientras leía en voz alta cuentos infantiles. El refrescante aire que entraba por las ventanas era agradable por el calor que hacía. Además una de las novedades de la casa se restregaba en mis piernas, Junko, una adorable cachorro de shikoku inu.

Llego ala casa una tarde lluviosa, fue un regalo que nos hizo el hermano de madre, su hermano gemelo estaba de pasada en la ciudad y fue así que shikoku llego a formar parte de la familia.

Una tarde tranquila y pacifica, con Tsukasa fuera la casa es tranquilidad pura. Aunque he estado sintiendo incomodidad desde hace unas horas, no le he tomado importancia, pero. Me sujeté el abdomen, y solté un alarido de dolor, un líquido empezó a salir de mi entrada y mojar mis pantalones.

Mi madre se levantó y salió corriendo mientras llamaba una ambulancia.

No podía pensar bien, el dolor nublaba mi razonamiento, ¿qué no faltaba un mes o dos?. Ante ese pensamiento mi cuerpo tembló y empece a temer por mi cachorro. Mi omega lloraba y gritaba asustado por nuestro alfa.

La ambulancia llegó y rápidamente fuimos llevados al hospital más cercano.

El parto fue la parte más difícil y dolorosa, tenía mucho miedo y dolía mucho, lágrimas salían de mis ojos y se mezclaban con el sudor. De mi boca salían maldiciones y palabras que enorgullecerían a un marinero empedernido.

Inesperadamente las puertas se abrieron fuertemente, Tsukasa había llegado.

— ¡Amane!.

Se acercó a mí y tomo mi mano en un acto de apoyo. Apreté con todas mis fuerzas su mano, él se quejó por eso.

— no tan fuerte Amane.

— ¡CALLATE!.

— TODO ESTO ES TU CULPA, MALDITO SEAS TSUKASA, agh.

Toda mi ira fue cambiada por un hermoso sentimiento de alivio cuando pude escuchar el llanto de mi cachorro. Solté inevitablemente un suspiro de alivio.

Una media hora después de que las enfermeras se fueran a limpiar al cachorro regresaron. Estaba envuelto en una manta amarilla con estampado de dinosaurios. Lo dejaron delicadamente en mis brazos, y nunca había pensado que podía amar a ese pequeño ser, su cabecita tenía pequeños y delgados mechones blancos.

— Felicidades, es un varón — felicito la enfermera sonriendo, al parecer es su parte favorita de su trabajo.

Nuestra madre entró con su rostro iluminado de felicidad.

— Es tan lindo — dijo nuestra madre viendo embelesada a su nieto.

— Keitaro, prometo cuidarte — aseguro mientras lo acercaba a mi rostro y lo besaba.

— Aunque, ¿por qué tiene el cabello blanco? — cuestiono Tsukasa.

— Lo felicito Amane Yugi, su bebé está perfecto, excluyendo el albinismo tiene un estado de salud perfecto — informo el doctor.

— Disculpe, pero¿no se suponía qué nacería dentro de dos meses? — pregunto con cierta angustia nuestra madre.

— Eso es normal, los omegas masculinos suelen dar a luz antes que las mujeres — informo el doctor sonriendo tratando de tranquilizarla.

Keitaro se despertó y pude ver sus hermosos ojos de diferentes colores cada uno. Rápidamente empezó a llorar, y yo entré en pánico.

— Tiene hambre — dijo con obviedad mi madre.

Mi rostro ardió por la vergüenza, saque mi hinchado pecho por el cuello de la bata. Acerque a Keitaro y gustosamente empezó a succionar mi pezón. Era tan lindo y frágil, claro que sería una escena hermosa, de no ser por Tsukasa que miraba celosamente a su propio hijo.

Capítulo nuevo, un poco corto, pero ya nació. yei :3. Quería informarles también, que el próximo capítulo será el final.

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