CAPÍTULO 32

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Una vez más, a modo de respuesta observé al chico con máxima atención, debatiendo conmigo misma algo que realmente no necesitaba ningún tipo de discusión porque mi corazón siempre iba a saber la respuesta. Cerré los ojos con fuerza y me tapé la cara con las manos, volviendo a tener aquel sentimiento que tuve con Juwon cuando fui a su casa para hablar con él:

Solo podía ver la imagen de Jumin Han en mi cabeza.

—¡Zen, basta! —aún con las manos en la cara hice un ruidito algo abrumada, suspirando con fuerza al notar que ya se me subían los colores a las mejillas. Puse las manos en su torso para empujarle hacia atrás, intentando zafarme—. ¡Zen, estoy enamorada de Jumin! ¡No podrás conseguir nada de mí porque le quiero a él... ¡Lo siento! ¡Estoy totalmente enamorada de Jumin Han!

—Oh, _____, no sabía que era... —Zen clavó la mirada en mí y, poco a poco, comenzó a aparecer una sonrisa tierna en sus labios—. No sabía que estábamos hablando de amor del bueno. ¿De verdad crees que estás enamorada?

—Sí... —aparté la mirada algo avergonzada por hablar de mis sentimientos, rindiéndome a ellos dos segundos después—. Me da igual que no estemos juntos... o que ni me corresponda... Solo puedo pensar en él.

Siento haber sido un poco... agresivo, entonces. No nos conocemos desde hace mucho pero sé que sabes que mi cuerpo es mi templo. No podía concebir que la primera chica después de Jaehee que entrase en la RFA solo se fijase en Jumin. ¿Pero cómo puede atraerte ese imbécil? —iba a contestarle, pero Zen negó con la cabeza y una sonrisa—. No, no hace falta que digas nada. —continuó sonriendo, dándome un toquecito en la nariz con la yema de su dedo—. El amor no entiende de razones... lo que no sabía es que estabas TAN enamorada. —el chico hizo hincapié en el adverbio, echándose un poco hacia atrás—. Espero no haberte puesto demasiado nerviosa.

Soltamos una pequeña risita divertida en conjunto y nos abrazamos sin darnos cuenta de que Hana se había despertado y estaba abriendo los ojos de par en par al ver aquella situación en la que nos encontrábamos.

—Chicos... qué-

—Hana, espera. —el chico alzó las manos con velocidad al ver que la chica estaba comenzando a hacerse ideas equivocadas mientras negaba repetidas veces con la cabeza—. De verdad, de verdad que no es lo que parece.

—¡¿En serio pensábais liaros a mi lado mientras dormía? —Hana puso una expresión asqueada mientras se incorporaba y tiraba el cojín que estaba abrazando a la cara de Zen.

—Hana, ¡que no es eso! —insistí yo, incorporándome para quedar sentada cuando Zen se echó a un lado para sentarse también—. Que no ha pasado ni iba a pasar nada, pesada.

—¿Pesada yo? ¡Pesada tú que parece que los chicos de la RFA son los únicos en el mundo! ¡Te los voy a prohibir! —sin poder evitarlo, ante aquella frase tanto Zen como yo nos echamos a reír con fuerza, consiguiendo que Hana nos acompañase mientras se podía ver que se sentía orgullosa de haber sido tan ingeniosa—. Ha sido divertido, pero va en serio. Ya van dos para que encima sea otro más.

—¿Dos? ¿Qué dos? ¿Hay otro aparte del ricachón, _____? —Zen me miró con los ojos abiertos como platos y las cejas algo alzadas, expectante y curioso. Yo, por mi parte, miré a Hana con un gesto confuso, pidiéndole con la mirada que explicase algo más.

—Eso digo yo, ¿cómo que dos?

—¡Nada, nada! Lo decía... por V y yo... —la chica desvió el tema de conversación, volviendo a centrarse en nosotros mientras andaba un poco por el salón para estirar las piernas—. Pero bueno, si no era nada... ¿quién me explica por qué estábais en esa posición y tú sin camiseta? —miró a Zen e inevitablemente bajó la mirada hacia el torso del chico—. Que estás muy bien, eh, pero explicadme por qué, hombre.

Conociendo a Jumin Han -Jumin Han x tú-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora