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"Una historia no tiene comienzo ni fin: arbitrariamente uno elige el momento de la experiencia desde el cual mira hacia atrás o hacia adelante.

El fin del amor.

Las paredes de la pequeña habitación brillaban ante la nueva capa de pintura fresca. Un color verde aceituna terminaba de darle vida al que sería el nuevo hogar de Amber. Diana volteó a ver a su mejor amiga con una sonrisa llena de satisfacción. Recordó cuando  habían entrado a la deprimente habitación y como ese nefasto olor se había encargado de sacarlas en cuestión de segundos. Habían ideado un plan: Diana se encargaría de limpiar el dormitorio y baño, mientras Amber se haría cargo de la diminuta cocina y sala. Con esfuerzo y días llenos de ojos llorosos y arcadas habían logrado limpiar cada rincón. Ahora se encontraban ante la tarea de pintar, eran inexpertas en el arte del diseño de interiores, pero al parecer gracias a los astros y las oraciones internas de cada una había ayudado a lograr un trabajo medianamente decente. Diana sonreía con orgullo, porque lo habían logrado como el equipo que eran y, porque Amber estaba avanzando un poco en esa nueva vida como una persona independiente. Se acercó a ella y la tomó de la mano, la hizo girar 2 veces mientras se encargaba de cantar desentonadamente a todo pulmón un verso de la pegajosa canción.

–When push come to shove, you show me love, when push come to shove, aye long as you're holding me down, down, down. – terminó de cantar al ras del rostro de Amber. Unas carcajadas no tardaron en retumbar en cada rincón de la habitación.

–El olor de la pintura te debe de estar afectando.  – sonrió mientras limpiaba el sudor de su frente. Diana se encogió de hombros.

–O se puede deber a que te veo un poco mejor.

–Te refieres a...

–Me refiero a muchas cosas, bebé. – guiñó su ojo.–Muero de hambre, ¿podríamos tomar un descanso?

–No lo tienes ni que decir 2 veces. – palmeó su barriga, porque en cualquier momento podría ceder al mal humor por la falta de alimento. Ambas salieron del dormitorio y se dejaron caer en el único sofá que había en la sala. Amber sacó su celular de su bolsillo y se encontró con la mirada de Diana sobre ella.–No empieces, por favor.

–No, es que ya vas tarde. La pizza debe de estar llegando como en unos 20 minutos. – dijo llena de indiferencia.

–¿En qué momento se supone que ordenaste comida? – entrecerró su mirada, no le creía.

–En el momento en que tú te encargas de limpiar la pintura de tu rostro. – contestó burlonamente.

–¿Te refieres a la pintura que tú pusiste sobre mi rostro, no?

–Efectivamente, pero vamos, no seas rencorosa. – se acercó a Amber y se encargó de abrazarla. Suspiró ante la muestra de cariño que le proporcionaba su mejor amiga.–Yo creo que lo estás haciendo espectacular.

–Lo dices porque eres mi mejor amiga. – susurró. Porque nadie la podría convencer de que seguía siendo el mismo desastre lleno de ansiedad y miedos.

–No creo que tenga algo que ver. – la apretó aún más.–Te lo digo porque he estado contigo desde un inicio de todo, Amber. Y no soy ciega. Sé que aún te duele, porque todo eso toma tiempo, pero no podemos negar lo innegable. No eres la misma Amber de hace unos meses.

–Sigo llorando por ella. – aceptó lo que su mejor amiga ya sabía.

–Lo sé, así como también sé que sigues rechazando ese chico que se encarga de dejar propina cada fin de semana que va al restaurante. – su rostro se alzó un poco, observó sus ojos cafés.

PALABRAS QUE NUNCA TE DIJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora