Hadeland

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No haré berrinche por su aparente rechazo por Amber y Landon. Lo que haré es darle el capítulo que me habían estado pidiendo... (se va de aquí tristemente) bromaaaa, con cariño para ustedes.

—No tenía idea de que saldrías hoy. —se recargó contra la puerta de su habitación, escondiendo su bolso tras ella. Audrey la observó discretamente por el espejo del tocador.

—Pensé que tú y Landon irían a Trondheim.—abrió el pequeño labial  999 de DIOR; se encargó de enrojecer sus labios. Eva no le quitó los ojos de encima.

—¿Tienes alguna cena de trabajo?—se volteó hacia ella.

—No en realidad.

—Debí llamar antes.—Audrey se acercó hasta ella, Eva tuvo la perfecta oportunidad de oler su dulce perfume. Sonrió minúsculamente ante la presencia de su mejor amiga.

—Tú no necesitas llamar. Puedo cancelar esa cita, cariño. —sus cejas se alzaron ante la respuesta.

—¿Una cita?

—¿No te lo había dicho? —se percató de cómo sus facciones se tensaron.

—No lo hubiera olvidado de ser así.

—Tal vez porque es un tanto irrelevante.

—No lo es.

—¿Estás molesta? —Eva se perdió entre el rojo de sus labios. Jamás se cansaría de admirar su belleza.

—Yo... No lo estoy. —mintió descaradamente. Audrey se percató de su molestia. Se acercó un poco a ella y la abrazó.

—Es completamente irrelevante.—sintió la necesidad de recordarle, pues no había forma de hacerle saber que sólo tenía ojos para ella.

—¿Entonces por qué saldrás con ella?

—No veo razón para no hacerlo.—dijo totalmente indiferente. Tomó su mano y la guió hasta su walk in closet. Eva se sentó frente a ella. Aún estaba con la bata, secando su cabello.

—¿La conozco? —alzó un poco la voz.

—No creo...

—Entiendo...—contestó irritada.

—¿Qué pasó con tu fin de semana con Landon? —decidió ignorar su evidente molestia. Se concentró en buscar un vestido

—Al parecer Landon me odia.

—No te odia.

—Estoy segura de que me culpa por la separación. —susurró tristemente. Observó su mano, ahora sin el característico anillo que la había acompañado por años. Audrey centró su atención en el cabizbajo cuerpo. Se puso en cuclillas frente a ella, robando toda su atención.

—¿Te dijo algo?—tomó de sus manos, controlando su temblor. Ni siquiera tuvo las fuerzas para alzar su rostro.

—Se quedará con Jack el fin de semana, es obvio que no quiere verme.—los ojos verdes evidenciaron su sorpresa.

—¿Quieres quedarte conmigo este fin de semana? —miró a Eva como si se tratara de La joven de la perla en Mauritshuis, ese lienzo que tanto amaba. Eva Asintió repetidas veces.—Puedes quedarte el tiempo que quieras.—meneó la cabeza.

—Necesitas tu privacidad.

—No necesito de tal cosa. —bufó. Acarició sus manos entre las suyas.—Necesito que tú estés bien, eso es lo único que necesito.

PALABRAS QUE NUNCA TE DIJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora