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...

Y, como si de unas manos en mi garganta, forzando un agarre, se trataran, sentía presión y me ahogaba. Me desperté agitada, buscando entre la oscuridad, moviendo mi mano por toda le extensión de la mesita de noche, mi teléfono o una botella de agua.
Conseguí agarrar lo primero y encendí la linterna, había tenido una pesadilla de las más desagradables.
Por muy fuerte que quisiera creerme, por muy valiente que pareciera, me derrumbaba con facilidad, con tan solo recordar mi triste y lamentable pasado, con tan solo pensar en ello o que mi mente me jugara una mala pasada. De nada servía vestirme de negro de la cabeza a los pies, maquillarme, teñir mi pelo, aparentar ser una chica gótica sin sentimientos, nada servía, eso solo era el exterior. Odiaba con todo mi ser estar en ese nivel de debilidad, que por dentro no era más que una niña encerrada en una jaula, cubierta por una suave y frágil coraza, fácil de romper y sobrepasar.

Ese día empezó con mal pie, pues si no hubiera soñado con mamá, aquello no habría pasado, pero mi subconsciente decidió tocar el más sensible recuerdo existente, escondido entre los muros de mi cerebro.

Había soñado con un día en concreto en el que ella me contaba un cuento para dormir, pero este se volvía más terrorífico conforme pasaban las páginas y, finalmente, me asustaba y tenía que dormir con ella. Reviví para mí misma esa sensación de calor que sus brazos me brindaban y que sentí que jamás volvería a percibir. Mi cara se hundió entre mis rodillas, las lágrimas comenzaron a caer y me odiaba por no haber podido salvarla de la peor y agónica muerte que podría haber sufrido, pasando los días duros en el hospital, sin mis visitas, ocupada con el colegio, pensando que "se iba a recuperar" y así poder recibirla con buenas notas y un rango alto en la clase, cuando no fue así. Y una de las cosas que siempre me he lamentado ha sido el no poder acompañarla entre esas cuatro paredes, que la encerraban.
Levanté la cabeza con la cara repleta de la salada agua que salía de mis ojos, limpiando esta con las mangas de mi pijama. Miré la hora, solo faltaba una hora para ir al instituto y yo no podía parar de llorar.

Llevaba tan solo dos semanas viviendo sola y ya no tenía el apoyo moral de mi hermana, que tampoco era mucho, pero lo suficiente como para hacerme a mí misma creer que era fuerte, y pensar que no podía llorar, porque si ella me veía, ella también lloraría. Pero me abandonó, se fue junto a papá, entusiasmada y sin importarle yo. No me gustaría ser Egoísta, ella añoraba mudarse, pero se dejó a lo que, según ella, era más importante, su hermana.
En cuanto a papá, tampoco esperaba que ni si quiera le importara mi fuga, no me escribió, no opuso resistencia, no quiso saber nada de mí en el momento en el que me fui. Yo era "su niñita" y de un día para otro se le olvidó, aparentemente.
Perdí la confianza en todos en ese momento, mis días ya eran grises de antes, desde la muerte de mamá, pero tenía a mi "familia" y, entonces, ¿A quién se supone que tenía? Exactamente, a nadie. No era más que una chica muerta en vida, sin un rumbo fijo en su vida, sin motivación para nada, sin confianza en el ser humano, miedo a recibir una puñalada por la espalda, acobardada y sin motivación para seguir adelante en los estudios o algo así, sin futuro.
Por un momento me planteé lo que siempre me planteaba, acabar con aquello de una vez, mi existencia, marcharme y no dejarle ninguna huella a nadie, ya que ya nadie se preocupaba por mí, ¿Qué estaba haciendo ahí?

Pero algo en lo que nadie me ganaba, era en ser una completa idiota y terca. No me iría tan fácilmente y me propuse seguir dando guerra, al menos, un año más. No podía superar los sucesos ya pasados, pero sí superarme a mí misma antes de acabar con todo.
Suspiré, no quería ir al instituto, pero... ¿Tenía alguna otra opción? No, ya tendría tiempo de romper las reglas, faltar a clases y hacer lo que quisiera, cuando estuviera de humor.

Me limpié las últimas lágrimas y me levanté vagamente de la cama, puse con rapidez maquillaje oscuro en mi cara, me vestí, cepillé mi pelo y me hice un desayuno algo elaborado. Tal vez tenía la motivación escasa, pero el hambre no se me quitaba nunca.

Al terminarlo, abrí todas las ventanas para que corriera el aire, observando el ya casi finalizado amanecer.

Pensé “¿Qué será de mí si comienzo a preocuparme más por lo que siento, y me debilito?” pero, ya no importaba, solo viviría y sentiría como quisiera, ya daba igual, a esas alturas.

Recibí un mensaje de Sunoo al instante en el que separé mi cuerpo de la ventana. “¿También iremos juntos hoy, verdad?” fue lo que me preguntó, sacándome una sonrisa inconscientemente, la cual borré rápido de mi rostro.

– Este chico es misterioso, esconde algo y lo quieres descubrir, céntrate en tu objetivo y no te preocupes por confiar en alguien en que no puedes. No puedes confiar en nadie. – Me recordé endureciendo mi expresión

Agarré la mochila y salí de casa, mientras le respondía que sí.

...

𝗪𝗔𝗥𝗠 | Kim Sunoo ✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora