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...

– ¿Lo tienes todo listo? – Preguntó Sunoo acercándose a mí.

Era la primera vez que nos planteábamos escaparnos de forma seria, y eso haríamos. La única persona conocedora de ello era la madre de Sunoo, pues tampoco era nuestro objetivo preocupar a la mujer.

La noche anterior Sunoo durmió conmigo, en mi cama. Por primera vez no nos quedamos dormidos en el sofá, algo sorprendente. Entonces estaba guardando cosas en mi mochila con Sunoo sentado a mi lado, esperando.

– ¿Encontraste el sitio adecuado? – Le pregunté cerrando la cremallera y abriendo una más abajo.

Le encargué a Sunoo buscar el lugar para irnos, sin embargo, no me dijo nada hasta la fecha.

– Sí, pero será una sorpresa. – sonrió juguetón y movió sus pies con felicidad.

– Bien, – cerré por completo todas las cavidades de la mochila, sonriente – podemos irnos.

Sunoo asintió y se levantó al mismo tiempo que yo. Me tendió la mano y la agarré con gusto, saliendo así ambos juntos.

Antes de seguir atravesando calles hasta llegar al tren que cogeríamos, pasamos por su casa para que avisara a su madre de que nos marcharíamos.

...

Nos encontrábamos en el tren, era un trayecto algo largo y aburrido en cierto modo, pero estaba segura de que merecería la pena pasar unos días alejada de todo, cerca de lo único que me importaba tanto como para querer estar con él.
La melodía del tren era angustiosa, no solo la música espantosa con años de antiguedad que sonaba en el interior, si no también el chirriante y desagradable sonido de las vías chocando de vez en cuando de forma poco segura con las ruedas. Por esta razón, saqué mis auriculares salvadores de la mochila y me los coloqué. Estuve a punto de darle uno a Sunoo, si no hubiera sido por que cuando me giré, él ya estaba durmiendo plácidamente. Era increíble que pudiera dormir con esos sonidos de fondo, pero debía estar cansado. Esbozar una sonrisa era lo único que me salía hacer cuando le veía de esa forma. Le retiré las gafas ya que podrían resultarle incómodas y las guardé en su mochila. Puse cualquier canción de la lista y me recosté sobre su pecho. Para mi desgracia, tuve que notar su característico esternón salido, desgraciadamente característico, mejor dicho. Que ya tenía claro por qué era y no me agradaba para nada. Subí un poco más mi cabeza para no tener que soportarlo, no porque fuera incómodo o algo así, si no porque no era nada bueno. Una simple consecuencia de la desgracia de Sunoo que no quería tener que percibir.
Puse mi cabeza sobre su hombro y lentamente fui quedándome casi dormida en este, no del todo. Podía percibir si algo pasaba o si el tren se paraba al haber llegado a nuestro destino.

...

Y, en efecto, una cómoda hora más tarde escuchamos un anuncio de la conductora. Aunque no fue muy útil, pues el repentino frenazo chirriante fue más que necesario para alarmarnos de inmediato, tanto a mí como a Sunoo, que se despertó con una cara de pocos amigos y molesto por el ruido.
Reí al ver su expresión y guardé mis auriculares y teléfono en la mochila, le di la mano a Sunoo, que esperaba a que lo hiciera, y salimos del tren detrás del resto de pasajeros.

Nada mas hacerlo, me quedé asombrada. Mi vista llegaba a ver el camino cubierto de madera que pisaba, en medio de un amplio y llano campo lleno de vegetación. Las barandillas húmedas del camino con forma de puente, pero sobre la hierba, eran solitarias y nadie las usaba de soporte. La razón era simple: La vista era demasiado espectacular como para quedarse apoyado en unas barras, mirando de lejos.

𝗪𝗔𝗥𝗠 | Kim Sunoo ✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora