5. que eran todas tuyas

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—Trat-to– aunque traté de hablar lo más estable posible, fallé rotundamente, mi voz tembló pero no solo era eso, mi pulso iba en aumento

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—Trat-to– aunque traté de hablar lo más estable posible, fallé rotundamente, mi voz tembló pero no solo era eso, mi pulso iba en aumento. Parecía que mis piernas tenían un ataque de calambre porque empezaron a temblar. Y estar muy cerca de él no ayudaba, podía oler un hermoso aroma, aunque quisiera seguir en ese lugar debía salir de ahí. Lo sabía pero no quería hacerlo, más no quedaba de otra, no podía permitir que los demás vieran una escena extraña con ideas equivocadas.

Así que terminé alejándome.

—Te veo al rato —dijo antes de irse. Quise preguntar a qué se refería pero una voz atrapó mi atención.

—¡¡RYAAAAN!! —giré mi cabeza para verlo. Ese Liam no se salva, cuando menos lo espere lo atacaría.

—¡CALLATE! ¡LO ARRUINASTE! —vi como la castaña le dio un gran golpe en la cabeza, reí a lo fuerte que sonó, pobre, no se salvó de la mano pesada de Emma y tampoco lo hará de la mía.

La venganza era dulce y se sirve en plato frío.

Tal vez sintieron que los veía, y dirigieron sus rostro hasta donde estaba y sin decir nada, les dije entre labios "están perdidos" solo sonrieron como si fueran inocentes, pura mentira no tenían nada de santos.

Pero eso sería hasta un receso o una hora libre. Teníamos clases de ecología, mis demás compañeros terminaron de llegar y fuimos a nuestros respectivos lugares para empezar las clases. Yo estaba sentado a lado en la segunda columna y Liam atrás de mi, Emma estaba al lado de mi en la tercera , y Dylan junto a Violet en la primera.

El trabajo era algo complicado ya que consistía tiempo, debíamos escoger un lugar como invernadero y construir uno pequeño para cultivar algo que nos terminará dando ganancias. Sabía que no nos alcanzaría menos de seis meses, pero teníamos que hacer un informe con datos reales como si fuéramos vendedores.

Ahora era escoger equipo. Por suerte nos lo dejó a nosotros, pero debía ser de cuatro integrantes.

—Nos falta uno –dijo Emma.

Y es que de ley éramos nosotros tres para todo trabajo en equipo, a veces se nos unía Dylan junto algunos de sus amigos cuando ya consistía en ser más de nosotros tres, pero cuando era en parejas mis amigos me traicionaban, aunque en realidad me ayudaban , y hacía el trabajo siempre con Dylan.

Éramos como el Wonder Duo.

Miré alrededor y había mucha bulla entre todos para formar los equipos. Todos excepto uno, un joven oculto entre su largo flequillo, era Andrew. Sin dudar me acerqué a él, no quería que estuviera solo, aparte éramos buenos compañeros, por lo cual lo invité y él aceptó con mucho gusto, al parecer no quería estar solo. Una vez tuve la oportunidad de hablar con él y me dijo que en la tarde no tenía amigos, usualmente hacía los trabajos solos porque nadie quería hablar con él y también Andrew no tenía el valor de dar el primer paso.

Palabras al vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora