Capítulo 3

67 8 2
                                    

Llegamos al piso en el coche de Adam.

Es bastante sencillo. El recibidor tiene las paredes blancas y un perchero donde dejamos los abrigos al entrar.

—¡Hemos vuelto!–grita Jones en cuanto pisa el salón.

La pregunta es ¿A quien se lo dice? Laia me ha hablado antes de los dos y no ha comentado nada de que tuviese novia...

Pero a ti te da igual ¿No? Tienes novio.

¡Claro que me da igual! Se llama curiosidad querida conciencia.

Sí, "curiosidad". Seguro.

Eres muy pesada ¿Lo sabías?

—Se acabó la tranquilidad.

Doy un respingo disimulado al oír la voz de una chica, que acaba de salir de la cocina con cara de aburrimiento.

—¡Venga, Amy! No seas así. Tenemos visita.

Es una chica negra con los ojos marrones y el pelo oscuro. Es muy guapa. Va con el pelo rizado en un moño alto, vestida con una sudadera y unos vaqueros muy sencillos.

La chica clava sus ojos en mí y me revisa de arriba a abajo con desconfianza. Aunque no me gusta que hagan eso estoy acostumbrada y mantengo mi expresión segura.

—¡Hola! Soy Valentina–me presento–, o Valen. Como prefieras llamarme.

Ella cambia su expresión seria completamente cuando terminó de hablar.

—Encantada, Valen. Soy Amy, la compañera de piso de estos dos idiotas.–Se presenta señalando atrás con la cabeza.

—Se nota que nos adoras, Amelia.

—Vuelve a llamarme así y te dejo sin descendencia.

—Igualmente–me río.

—Bueno ya os habéis conocido. ¿Podemos comer de una vez?–dice Jones, quejándose.

Ante sus súplicas, ponemos  la mesa y  sacamos la comida china que había en la cocina.

—Y... -Empieza Jones, que está engullendo comida como si la vida le fuera en ello.–¿Qué estudias, Valen?

¿Por qué hacen siempre la misma pregunta?

Me remuevo en mi sitio, tragando atropelladamente el trozo de rollito de primavera que me había metido en la boca.

—Canto–respondo con una sonrisa amable. Siento el calor en mis mejillas, pero probablemente lo disimule la base de maquillaje y el colorete que llevo puesto.

—Tenemos una cantante entre nosotros.

Ahora en serio, ¿Por qué todo el mundo dice lo mismo?

—¿Tienes algo publicado?– pregunta Adam, que hasta ahora había estado centrado en Laia.

—Sí, bueno... Si se dice publicar, tengo algunas covers en YouTube, pero son muy malas.–Hago un gesto, restándole importancia. No quiero que vean eso, al menos por ahora.

—Vamos a buscarte... –anuncia mi compañera agarrando su móvil– Ninguna de estas chicas eres tú. ¿No te llamas por tu nombre?

Mierda. Tengo que pensar rápido.

—Sí, claro–miento, fingiendo extrañeza y frunzo el ceño– No sé por qué no te saldrá.

Ella deja el móvil a un lado, confusa y a la vez decepcionada por no haber encontrado lo que buscaba.

Seguimos así por un rato, y me alivia que no me pregunten nada más sobre ello.

Unas horas después, Laia mira la hora y por su expresión supongo que es bastante tarde.

Antes De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora