Capítulo 8

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A la mañana siguiente me despierto y siento como si algo me estuviera martilleando le cabeza.

Salgo de la habitación mirando la hora en el móvil, son las doce y media.

¿Desde cuando te levantas tan temprano?

Qué graciosa.

Cuando entro en la cocina me encuentro con Jones, que está desayunando.

—¿Qué tal la resaca?—pregunta cuando me ve.

—Agh, cállate.

Él sin inmutarse, me pone un vaso de agua delante.

—Gracias—le digo, bebiéndome el vaso—. No lo entiendo. Parece que me bebí el bar entero, por dios.

Él se ríe suavemente.

En ese momento, Laia y Adam aparecen por el pasillo, seguidos por Amy.

Ellos están igual que yo, al menos Laia y Amy. Adam está perfecto, con una sonrisa en los labios al ver la cara de su novia.

—¿Qué tal lleváis vosotros la resaca?—me pregunta Adam.

Usa el plural pero obviamente se refiere a mí, él sabe que Jones nunca tiene resaca.

—Siento que me va a estallar la cabeza y los pedacitos van a explotar de nuevo. ¿Suficientes detalles?

Los chicos empiezan a reírse a carcajadas, y nosotras nos tocamos la frente en protesta.

—Jones, ¿Me llevas a la residencia, por favor?—le pregunto.

—Me visto y te llevo—me dice después de terminarse el café de un trago.

Mientras, Laia me lleva a un lugar apartado para hablar conmigo.

—Te lo dije.

—¿Me dijiste...?—pregunto confusa. El cerebro no me funciona por la mañana.

—¡Qué le gustabas!

—No me seas exagerada. Solo se ha ofrecido a llevarme a casa. Y porque yo se lo he pedido.

—Val, ¿Vamos?-dice el aludido ya vestido cogiendo las llaves.

—Sí.

Me adecento un poco el pelo en el espejo de la entrada y me coloco el escote. Estoy hecha una mierda.

Cuando ya estamos en el coche me llega un mensaje.

Laia: Te lo dijeeee.

Valen: ¡No ha hecho nada, por dios!

Laia: Si no le gustaras se hubiera ofrecido a llevarme a mi también, pero a preferido estar a solas contigo.

Me quedo pensando en esto último, no sé si tiene razón. Así que, decido sacar conversación.

Pero veo que coge un desvío.

—Por aquí no se va a la residencia—digo.

—Quiero llevarte a un sitio.

No puedo evitar que se me forme una sonrisa tonta en los labios.

Tarda un poco más cuando aparca en un claro, a la entrada de un bosque.

Él sabe que me gusta la naturaleza, y la verdad es que el sitio me fascina.

—Esto es precioso—digo mirando alrededor.

—Espera a ver lo que tengo preparado.

Jones me coge de la mano, y empieza a correr para entrar al pequeño bosque.

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