Capítulo 7

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Ya ha pasado una semana desde que tuve la charla con Laia, y la verdad me siento mucho mejor al haberlo soltado.

No se lo había dicho a nadie, bueno, a Mal; pero no sé lo había confirmado.

Ya se lo dije la última vez que la llamé, y se emocionó muchísimo.

Ya solo quedan dos semanas para el cumpleaños de mi hermana, y con ello, para mí ruptura con Alan.

—Venga–dice mi amiga cuando sale del baño–Tu novio nos recoge en veinte minutos.

—¿Mi novio?–pregunto confusa.

—Jones, tonta.

—Jones no es mi novio.

—Por ahora...—canturrea.

—Aún faltan dos semanas para que vaya a España.

—¡No digas eso!—dice con un mohín.

—Y a saber si Jones me lo pide.

—¡Claro que...!

—O si quiere estar conmigo siquiera.

—¡Cállate!

—Como quieras–rio, y levanto las manos en señal de rendición cuando hace el ademán de tirarme un cojín.

Me meto al baño y me cambió el chándal a unos vaqueros rotos y un jersey ajustado con una chaqueta vaquera.

—Lista.

Sorprendentemente, cuando salgo me encuentro a Jones sentado en mi escritorio ojeando mi libreta.

—¡Oye!–digo, quitándosela –Eso es privado.

—¿Canciones privadas? Eres muy rara, Sabine.

Le doy en la cabeza con un cojín que pillo por ahí, se qué no le ha dolido, pero deja de molestar.

Meto las cosas que me hacen falta en el bolso bajo la mirada atenta de Laia y Jones.

—¿Nos vamos?–digo cuando terminó de preparar mis cosas.

—¿Por que llevas tantas cosas?–me pregunta mi amiga.

—No es nada comparado con lo que llevo otra veces –explico–Solo llevo el palo selfie, un mini trípode, la cartera, la batería portátil... Ah, y un mini aro de luz adherible al móvil.

—Wow. No sabía que ser influencer traía tanto trabajo.

-Normalmente llevo un aro de luz también adherible pero un poco más grande–les digo–, la cámara para las fotos, otro móvil únicamente para editar videos y fotos...

Cuando digo otro móvil se me quedan mirando como si me hubiera salido una segunda cabeza, pero los ignoro.

—Atuendos de repuesto–continúo–, un trípode grande, la cartera, el monedero, y el móvil de normal. Aparte de una libreta y un boli por si alguien me para por la calle.

—¿Siempre llevas el mismo bolso?–pregunta Jones.

—Siempre.

—Literalmente tienes en las manos el mismísimo bolso de Mary Poppins–dice Laia.

—¿Podemos dejar de hablar de mi bolso Disney e irnos ya o no?

—Vale, vale–dice mi amigo–. Qué carácter, chica.

—ADN cordobés, supongo–digo, sonriendo inocentemente.

Por fin decidimos irnos y dejar de hablar de mi vida laboral–cosa que no se esperaban para nada–y nos vamos al bar donde hemos quedado.

Antes De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora