Capítulo 10

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A Jones lo dejan irse al día siguiente a casa, y lo acompaño en su coche mientras Amy y Adam se van en el coche de este último y Laia se lleva mi coche a nuestro piso para después irse a casa de los chicos con los dos primeros. 

Aunque parezca increíble, el ambiente no es incómodo entre Jones y yo. Ha puesto música, lo que lo hace más tranquilo, y no decimos nada, pero el silencio es... normal. Es como si hubiéramos viajado atrás en el tiempo.  

—¿Hace cuánto te has medido los niveles?—pregunto, jugando con mis dedos compulsivamente. 

—Antes de salir del hospital.

—¿Y...?

—Están bien, Val—suspira cuando ve que lo miro con una ceja enarcada—. Están a 160. 

—Vale...—respiro hondo para tranquilizarme—, recuerda que tienes que volver a medírtelos a las seis. Te llamaré para recordártelo. 

—¿No vas a quedarte en el piso hoy?—pregunta.

—Bueno, mhm...—dudo un momento entre si decirlo o no— Pensé que..., no sé..., que no querrías que me quedara. 

—¿Qué?—responde, pareciendo casi molesto, pero a la vez algo divertido—¿Por qué no iba a querer que te quedaras? Te lo dije, quiero arreglar las cosas. 

—Sí, y cuando te dije que no te fuiste al día siguiente sin despedirte siquiera. 

—Creía que no querías verme.

—Y no quería pero, cuando te fuiste así, tan de repente, creí que te habías enfadado conmigo y que te arrepentías de haberme dicho todo eso. Siento muchísimo si te hice sentir mal en algún momento, sé que fui muy dura y de verdad que no pretendía que...

—Val—me agarra del mentón y me obliga a mirarlo cuando para el coche enfrente de su edificio—, lo entiendo, de verdad. Fui un verdadero imbécil contigo, y ya sabía cuando fui al concierto que no te recuperaría con unas pocas palabras. Pero eso solo fue el comienzo, te lo prometo, haré lo que haga falta por recuperarte. 

Sonrío y agacho un poco la vista, algo avergonzada. 

—¿Puedes responderme algo? Sin mentiras, quiero la verdad. 

—Te lo prometo. 

—¿Por qué hiciste eso?—pregunto, su rostro se vuelve más pálido—. No es un reproche ni nada parecido, solo quiero saber... bueno, si hice algo o te aburriste de mí porque era demasiado repetitiva.

—¿De qué estás hablando?—vuelve a levantarme la cara y sus ojos se clavan en los míos—Claro, que no hiciste nada, Val, por Dios. Fui yo el que la cagué, y quién hizo las cosas mal. Tuve la perfección conmigo y lo eché a perder por gilipollas. Todo fue mi culpa y... odio que hayas sufrido por mí. 

Nos quedamos en silencio durante unos segundos, mirándonos a los ojos, hasta que decido romper el silencio. 

—¿Quieres ver algo?—le pregunto. Él asiente con la cabeza, extrañado—. Me he hecho otros dos tatuajes desde que rompimos. 

A continuación, me aparto el pelo hacia un lado, dejando ver la parte baja de mi nuca. Jones se acerca tanto que puedo sentir su aliento en mi cuello, lo que me eriza el vello de todo el cuerpo. Echaba de menos esta sensación. De alguna forma, él hacía que me sintiera segura cada vez que me abrazaba, cuando me acariciaba y cuando me besaba de esa forma que tanto añoro. La forma en que nuestros labios se movían en perfecta sincronía, como hechos el uno para el otro, era algo tan hipnótico que hacía que me olvidara del resto del mundo. 

Sus dedos recorren cada parte de la media luna de mi cuello, y el tacto de sus dedos me produce escalofríos. Quieta como una estatua—pero extrañamente cómoda y relajada con su cercanía—noto como sus labios se aproxima al tatuaje y lo besan con delicadeza. Después, se acerca al lóbulo de mi oreja y me susurra al oído. 

Antes De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora