Inuyasha cambia un pañal

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Disclaimer: Esta historia no me pertenece. Los personajes son de Rumiko Takahashi y la historia es de TouchofPixieDust, yo sólo la traduzco.

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Día ocho:

A veces uno siente que está completamente solo y que no hay ninguna forma de salir adelante, especialmente con este trabajo. Después de todo, no es que la gente vaya tocando a las puertas para hacerse cargo de un bebé llorón.

Pero, a veces, la gente te sorprende.

Sonriendo, Kagome desvió su atención de su proyecto al hanyou dormido. Aprovechando la rara oportunidad, le acarició suavemente las orejas.

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Apenas puede mantener los ojos abiertos. Nunca la había visto tan cansada. A lo mejor Kaede tiene algunas hierbas que puedan ayudarla. Inuyasha le echó un vistazo a la chica que había llevado en su espalda durante las últimas horas. Se va a acabar poniendo enferma.

Shippo caminaba al lado de Inuyasha llevando a Mikomi. El hanyou también se estaba empezando a preocupar por que el zorrito se estuviera apegando demasiado a la muñeca. Después de todo, no era su hermanita de verdad, pero actuaba como si lo fuera. Casi daba miedo, pero Inuyasha sabía que no era demasiado bueno hablando de temas delicados. Si fuera por él, tiraría al estúpido bebé electrónico de plástico y fin de la historia. Lo único que hace es causar problemas. Como si necesitásemos MÁS problemas, pero... si es TAN importante para Kagome...

Miroku y Sango estaban "explorando" más adelante, aunque todos sabían que sólo querían descansar del bebé de plástico llorica. El viaje estaba siendo más agradable de lo habitual. Sin contar con el llanto, claro. Los dos irritantes humanos no hacían sus molestos comentarios sobre su relación con la viva miko y la ya no tan muerta miko. No escuchaban a escondidas sus conversaciones con Kagome (aunque había que admitir que no había demasiado que escuchar, ya que la chica o dormía o intentaba calmar a Mikomi). Y tampoco trataban con todas sus fuerzas de avergonzarle delante de Kagome.

Shippo también estaba curiosamente callado. Pasaba la mayor parte del tiempo calmando a Mikomi o pidiendo atención al zombi andante en el que se había convertido su madre adoptiva. El resto del tiempo caminaba silenciosamente detrás de Inuyasha o se sentaba en su hombro. No se reía, no hacía trucos o trataba de enfadarle. Parecía... contento. Inuyasha se preguntó si el zorrito había comprendido al fin lo que Kagome había tratado de explicarle.

Recordar la conversación hizo que las mejillas de Inuyasha se sonrojaran. También me estaba asegurando a dónde pertenecía, pero yo ya lo sabía. Miró otra vez hacia atrás. El primer día que Kagome y él habían visto a Jinenji, otro medio demonio, Inuyasha supo que le pertenecía a la morena que llevaba en su espalda. Supo que su objetivo en la vida había cambiado. Dijo que quería a esta familia... que siempre volvería con nosotros. Sacudió la cabeza, no quería saber lo que realmente quería decir con aquello.

Claro que él sabía que lo amaba. Se lo había dicho de un millón de formas diferentes. Una vez hasta le había dicho que lo quería como medio demonio. Además, estaba aquella vez que lo había besado. Está bien, lo había hecho para devolverle su parte humana cuando se había convertido en un demonio completo, pero seguía siendo un beso. Contaba. Había más cosas. Siempre traía sus fideos favoritos del futuro. Le daba la mano. Lo consolaba con un abrazo cuando las cosas parecían insoportables. Arriesgaba la vida para salvar la suya. También ardía, casi literalmente, de celos cuando se mencionaba el nombre de Kikyo. Oh, sí, sabía que lo amaba.

El bebé de KagomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora