La nota de la profesora

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Disclaimer: Esta historia no me pertenece. Los personajes son de Rumiko Takahashi y la historia es de TouchofPixieDust, yo sólo la traduzco.

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—Estamos perdidos.

Inuyasha tuvo la desfachatez de reírse, ganándose una mirada furiosa de Kagome. Lo empujó no muy amablemente para apartarlo de en medio y entró a la habitación con la resolución propia de un guerrero. Podemos hacerlo. Podemos.

—Ay, ¿a quién pretendo engañar? ¡Es imposible!

El hanyou se dirigió al centro de la habitación. Miró alrededor, estudiando el cuarto y su contenido con desdén.

—Vamos a tirarlo todo —dijo decididamente—. Así acabaremos para la hora de la comida.

Kagome soltó un chillido y se lanzó protectoramente delante de la caja a la que se estaba acercando.

—¡No! —Lo miró furiosamente—. ¡Estos son tesoros muy valiosos!

Inuyasha se acercó a una caja abierta con una mirada de incredulidad y sacó una vieja revista mohosa.

—¿Esto es un tesoro valioso? —La agitó un poco y miró con asco cómo empezaban a volar partículas amarillentas y deterioradas.

—Ah, vale, BIEN. Algunas cosas son basura, pero la mayoría es importante. —Lloriqueó un poco mientras gesticulaba hacia la habitación—. ¡No puedes tirar todas mis cosas! —Mientras su voz se elevaba en volumen y tono, sus ojos se empañaban—. ¡Éstas son partes de mi vida! ¡Recuerdos! ¡Recordatorios de momentos especiales de mi vida!

Arrugó la nariz y ojeó otra vez la revista.

—¿Sí?

Le quitó furiosa la revista de las manos y la tiró contra la pared.

—¡LA REVISTA NO, idiota!

Inuyasha suspiró pesadamente.

—El libro dijo que estarías más irritable de lo normal.

Kagome emitió un gruñido fiero que hizo que Inuyasha parpadeara con sorpresa. Iba a hacer que lo matara. Le había jurado que si le mencionaba AQUEL LIBRO UNA VEZ MÁS lo mataría. Cerró los puños y trató de controlarse antes de que su cuerpo volviera a adquirir otra vez un resplandor rosado. Me está volviendo loca. Gruñó otra vez. No, se regañó, sólo está preocupado. Entonces, sus ojos se llenaron de nuevo de lágrimas y empezó a sollozar. Aquí está él, siendo cariñoso y yo estoy... Se le escaparon unas cuantas lágrimas, que rodaron por sus mejillas. Cuando vio la mirada horrorizada y llena de pánico de Inuyasha, empezó a reír, mejorando su humor considerablemente.

Estúpidas hormonas confusas.

Dio una palmada y compuso una sonrisa alegre, estaba preparada para volver al trabajo. Se dirigió hacia la pared donde había caído la revista, ignorando completamente su arrebato ligeramente irracional. Le supuso un valiente esfuerzo evitar reírse mientras Inuyasha la miraba con recelo. Su hanyou había elegido la cosa más tonta a la que temer.

—Empezaremos amontonando ahí la basura. Luego la podemos meter en bolsas. Las cajas con las que nos quedemos las pondremos al lado de la puerta y luego las bajaremos para meterlas en el almacén. —Lo miró con dureza y no pudo evitar recordarle—: Asegúrate de enseñarme todo antes de que lo tires para comprobar si es basura. Ni se te ocurra tirar y romper cosas a lo loco.

Inuyasha gruñó y se sentó en el suelo con las piernas cruzadas, con un humor mordaz.

—Entonces, ¿no sería más fácil que lo hicieras tú sola?

El bebé de KagomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora