18° Solo para mí

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Issabela

Estoy cansada de que esa perra se quede con todo, primero me quita unos de los casos más importantes de este hospital, luego me enteré que va ser la nueva directora y por último anda como una perra faldera detrás de Akem.

Me alegro demasiado que haya quedado en coma, todo lo malo le llega su hora. No voy a negar que desde que estuve con Akem no lo he dejado de pensar, esa forma de follar como un animal me vuelve loca. Me estremece.

¡Lo quiero solo para mí!.

Me dirijo a la habitación de Arabella, quiero ver con mis propios ojos cómo ha quedado; abro la puerta y me adentro en ella. La muy estúpida está conectada a varias máquinas, estuve leyendo su informe médico y tuvieron que inducir a un coma para que no tuviera muerte cerebral. Se perfectamente que Franco hará lo imposible por tenerla a salvo y más teniendo la ayuda de Akem.

Me acerco a ella y la observo, pareciera que no rompiera ni un plato con esa cara de mosquita muerta. Le quito la máscara de oxígeno, el aparato empieza a revelar su frecuencia cardíaca; cojo un cojín del mueble que se encuentra allí y lo coloco sobre su fea cara.

— Una escoria menos para la humanidad — sonrio.

Arabella entra en una convulsión y a los pocos segundos el artefacto dicta una línea recta , avisando que su corazón ha dejado de latir. La miro por última vez y salgo de la habitación como si no hubiera pasado nada. Me quedo cerca del pasillo, veo como varias enfermeras corren a la habitación de la bella durmiente, sonrío para mis adentros. Franco corre con cara de preocupación también hacia la habitación.

¡Ya hice lo que quería hacer por mucho tiempo!, me encamino para la cafetería y al llegar pido un café con azúcar.

En unas de las tantas mesas se encuentran la familia de Arabella, el padre y el hermano mayor andan con cara que quieren asesinar a alguien, por supuesto voy aprovechar esta oportunidad. Camino a paso seguro hasta su dirección.

¡Que empiece la actuación!.

¡Buenos días! — digo educadamente — ¿son la familia de la doctora Duarte?.

— Si somos nosotros — dice me imagino su madre — ¿Cómo está mi bebé?.

— Señora Duarte su hija acaba de tener un paro respiratorio, el doctor Sánchez está haciendo hasta lo imposible para tenerla aquí con nosotros, hay que ser fuerte para cualquier noticia.

— Deja la hipocresía — dice un hombre de muy buen físico, tiene los mismos ojos de Arabella — mi sobrina siempre me dijo que se la llevaban mal entonces no vengas a fingir que te duele lo que le pase a mi reina — grita.

— Baje la voz que nos encontramos en un hospital — lo miro con cara de odio — que ella y yo tengamos nuestras diferencias no significa que le deseo el mal — miento — tenga más respeto al dirigirse a mí.

— Ya basta — dice el padre de ella — ¿usted sabe quién la trajo o como pasó todo esto?.

Lo que quería que me preguntaran

La trajo el señor Ivanov, dueño del hospital — inmediatamente cuando digo ese apellido el señor palidece.

— ¿Ivanov? — susurra pero lo alcanzo a oír.

— Sí señor, él la trajo pero sin signos vitales.

— Ese hijo de puta trató de matar a mi hermana papá — dice el hermano mayor.

— Claro que no — sigo simulando — si él la quisiera ver matado, su amigo no le hubiera donado sangre.

— ¿Dónde está él? — dicen al mismo tiempo los gemelos.

— Está en la sala de espera

Todos los integrantes de esa familia se levantan de sus puestos y salen de la cafetería.

Justo lo que quería.

CENIZAS +18 [1] ✓ [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora