Azúcar
19 de Enero, 2020.
Dulzura.
Es lo que define a todo él.
Así como una exquisita malteada. Siempre he estado obsesionada con las malteadas. Con lo dulce en realidad, para mi desgracia. Amo cuando las personas son sutiles, amables y generosas. Pienso que lo dulce es una gran definición de amor, adapto toda mi vida en ese ejemplar. Cuando utilizas la dulzura en el tacto, las acciones y los pensamientos, puedes llegar a grandes cosas. Eso lo he comprobado.
Me gusta cuando se aplica la paciencia y el autocontrol. Aunque estoy consiente de que no podemos controlarlo todo.
Todo mi exterior e interior lleva consigo la autenticidad de estar completamente lleno de vibras azucaradas. Creo que la vida necesita mucho de eso.
Lo dulce puede ayudar, puede sanar, puede inspirar. Es algo que tiene espíritu genuino, en lo que puede encontrarse gran bondad y afecto.
Dada la razón de mi locura, el lugar usual de los cuatro para pasar el rato es una dulcería en el centro del pueblo. Un lugar maravilloso, decorado esplendidamente entre rosa, azul y blanco, en sus tonalidades claras. Todo que ver con lo colorido de Zors. Tienen un espacio con mesas y demás para el compartir de la clientela. Y por suerte, la música que reproducen es de nuestro estilo.
— Me gusta cuando te ruborizas —declara observándome fijamente.
No puede evitar aparecer en mi la segunda oleada de rubor tras la primera, luego de uno de sus comentarios ingeniosos. Que el verde me va súper, había dicho.
A este paso me quedaré de color rosa por siempre.
Sonrío y niego con la cabeza bajando la mirada hasta mi malteada.
Noto un movimiento de su parte lo que me hace levantar la vista. Con su típica sonrisa de burla y ronroneo, sorbe de su pajilla.
— ¿Cómo no he encontrado esto antes? —preguntó entonces alarmado.
Alarmado de la emoción. Ruedo los ojos divertida.
— AT, ¿no te cansas de decir lo mismo casi cada vez que vienes aquí desde hace ya tres meses? —inquiero y luego sorbo de mi pajilla.
Sé que la malteada es genial. Es una preparación personal la verdad. A Maritza le gusta mucho consentir a su clienta favorita, según ella. Solo solía compartirla con Ginger y Meghan, pero decidí darle el pase a AT -como lo apodé- con gusto.
— Pero como siempre... —continúo y ladeo mi cabeza.
— Te lo dije.
Decimos ambos y al segundo estallamos en risas.