—Vanya está al final del pasillo.—¿Cómo se supone que lleguemos?- cuestiona con ironía mi hermana
—No cuenten conmigo.- Klaus saca de su bolsillo una pequeña botella- Sálvenla ustedes. Son geniales en eso de ser héroes.
Le doy un manazo en el hombro, entrecerrando mis ojos en su dirección.
—Escuchen, Vanya lo entendería porque tiene expectativas realistas de mi.- se señala- Soy basura sexy.
—Un cobarde.- Diego se asoma junto a Ally- Eso eres.
—No es el momento.- aclara la morena, con sus ojos cerrados.
—¿Por qué? ¿Por qué no quiero morir?- habla con obviedad- Los mártires se pierden la fiesta de la victoria. ¡Porque están muertos!
—¡O vas o te doy una paliza!- Kraken salta sobre nosotras para sostener y amenazar al vidente.
Suspiro y giro mis ojos antes de mirar a Allison, afirma con su cabeza y tomamos impulso.
—Nosotras vamos, héroes.- hablo
Al salir del "escondite", las hondas celestes nos empujan hacia atrás, aferradas al suelo damos lentos pasos. Es como estar frente a un gran ventilador que te empuja, moviendo ferozmente nuestras cabelleras.
—¡Vanya!- grita ella, mientras intento estabilizarme sobre mis pies.
Veo su nariz sangrar, la estiro hacia arriba y damos unos cuantos pasos más. Era la misma sensación de ese año, pero aumentada súbitamente, Vanya era aún más poderosa. La mano de Allison soltó la mía y su cuerpo se deslizó por el suelo hasta chocar contra el recibidor.
Me sentía débil, mis rodillas flaquearon y chocaron contra el mosaico, mis oídos pitaban y mi vista se nublo."Lo que cuenta no es la fuerza del cuerpo, sino la fuerza del espíritu"
La voz de papá resonó en mi cabeza, esa frase que repetía cuando el entrenamiento me dejaba más que agotada. Una de sus tantas charlas, donde admitía que sentía orgullo y admiración por mi, por no rendirme con el viaje en el tiempo, con todos esos intentos fallidos de regresar al 2019.
Separarme de las personas que amo, sin saber ni su paradero ni su estado, atreverme a buscar y contarle nuestra historia al viejo más terco y escéptico qué hay sobre la tierra, nada de eso me detuvo y nada lo hará hasta tener a mis hermanos a salvo.—Gwen.
La voz de Klaus apenas llegó a mi, parpadeo repetidamente para observarlo mejor, sus delgados brazos se aferran al torso de Diego, quien a su vez usa sus cuchillas como ganchos en el suelo.
—No voy a lograrlo.- balbuce el moreno- Dependerá de ustedes. Sálvenos.
Usa su habilidad y lanza una de sus cuchillas, logrando que la manguera de emergencia se desenrede y vuele hacia nosotros, empuja al vidente en mi dirección antes de que su cuerpo vuele.
—Oh oh, esta es mucha presión.- murmura para sí mismo, enrollándose en la manguera- Tú puedes, luchaste en la guerra de Vietnam. Sobreviviste en una familia de ocho. Y una vez usaste un pareo para una fiesta de fraternidad y conseguiste muchos números.
Río ligeramente ante sus palabras de motivación, suspiro y me obligo a caminar. Siento la sangre bajar por mis oídos, recorrer mi mandíbula y gotear en un tintineo sordo al piso. Klaus me sigue el paso, hasta que la manguera termina y cambia su agarre a mis manos.