El despiadado CEO Park Jinyoung, del grupo Park, parecía tener una vida perfecta. Un hombre adicto al trabajo, de temible carácter y odio infinito al contacto humano.
Todo parecía ir según su estratégica planificación de vida. Hasta que recibe la m...
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Gemidos y chasquidos surcaron por todo el penthouse. Jaebeom arremetía contra el agujero de Jin, enterrado en él hasta las pelotas, apuñalando la próstata del castaño, una y otra vez, teniendo la única misión de inundar al omega con su semilla. La cabeza del pene poseía una perfecta forma de hongo, rojiza en la punta y más grande de lo normal, demostrando, a simple vista, el increíble poderío de un alfa dominante. — Mío...— gruñó, mientras la estocada final hizo estallar el miembro de Park. Un hilo de semen recorrió lentamente la barbilla de Lim. — Sabe tan bien, omega...— Su lengua limpió la dulce huella en él.
Unas cuantas estocadas más y Jin sintió como la polla de Lim se inflaba en la punta, haciendo de tapón; el nudo apareció en el juego, grandes cantidades de jugo de amor se vertieron dentro, en su apretada cavidad. — Tendrás a mi hijo en ti... te preñaré, una y otra vez...— reveló, al mismo tiempo que seguía llenando el interior de Jinyoung. Siendo la ¿Quinta o sexta vez? En que se vino dentro del omega, realmente, no le importó la cantidad ni la forma.
Una vez terminado el acto, se dejó caer sobre el cuerpo saciado de Park. El sudor perló la perfecta piel del castaño, jamás tendría suficiente de aquel hermoso hombre. Usando la lengua comenzó a barrer la humedad acumulada, el dulce néctar fue motor suficiente para que su polla volviera a la vida. Sin embargo, decidió usar la boca como nueva arma de posesión, la cual llenó con los testículos, perfectamente simétricos, hasta llegar a la cavidad anal; succionó, sin piedad, los apetecibles pliegues para luego dejar suaves mordidas alrededor de estos.
Hambre, demasiada y voraz.
El intenso brillo azulado no abandonó los ojos del alfa. Inmerso en un profundo éxtasis acomodó la cabeza de su miembro en la lujuriosa entrada hinchada y rojiza, pero que pedía más y más. — Jaebeom... — escuchó gemir a Jin. Aquella fue la señal perfecta para introducir la polla de una certera estocada, la cual sacó un grito inhumano de la garganta ajena; movimientos brutales dieron contra el culo del castaño, incluso el grotesco bulto sobresalió a través del abdomen de Jin. — Alfa, lléname... — Ordenó. La codiciosa boca de Jae tomó posesión de los belfos ajenos, mordiendo y lamiendo, prácticamente adorando al cuerpo que yacía bajo el suyo.
Bombeó una y otra vez el estrecho agujero. Súplicas y gemidos dieron la bienvenida al orgasmo avasallador del alfa, quien volvió a taponear con su glande la entrada del omega, derramando hasta la última gota de semen, jamás iba a ser suficiente. El vientre de Park estaba hinchado, debido al líquido acumulado en el interior.
