Capítulo 10

650 48 2
                                    

"Todavía creo que nuestro mejor diálogo ha sido el de las miradas. Las palabras, consciente o inconscientemente, a menudo mienten, pero los ojos nunca dejan de ser veraces."
Mario Benedetti.

. . .

El lunes por la mañana tenía claro que debía hablar con Sara acerca de lo que sucedió en la cita. Ella era una chica muy atractiva y agradable, no dudaba en que podría gustarle a alguien, solo que ese alguien no era yo y jugar con sus sentimientos no era algo que quisiera hacer.

Abbi estuvo hablando durante todo el domingo sobre cómo podríamos ser pareja y lo feliz que sería si lo éramos, no estaba segura de si la más feliz era ella o Sara pero me preocupaba y solo cuando vio el móvil el lunes temprano se calló.

—Dice que está enferma—musitó leyendo el mensaje con desilusión.

Exhalé, me ponía nervioso la idea de rechazar a alguien pero que ella falte a clases me hacía sentir levemente más aliviado.

—Deberías dejar de vivir tu vida amorosa a través de mí.

Abbi me ignoró y pase por su lado hacia el salón con las manos en los bolsillos. La profesora no había llegado aún y mis compañeros retomaron sus conversaciones cuando vieron que era yo. Algunos me saludaron, otros chocaron puños conmigo y vi algunas chicas murmurar ente risas mirándome sin disimuló. Supongo que mi cita con Sara se hizo viral, era de esperar.

Me encamine hacia el fondo del salón arrastrando la silla de junto para sentarme. Ese era mi lugar desde que comenzó el proyecto y planeaba que lo fuera el resto del año. No solo por Holden sino por los beneficios que traía, como oír mejor, poder comer e ignorar ciertas tontería que se decían por estar lejos de los demás. Me ayudaba a concentrarme.

Estuve así todo el fin de semana inquieto, mirando la pantalla, la buzón de mensaje, desarmando y quitando la batería para volver a armarlo y no encontrará nada. No estaba seguro de qué quería ver pero estaba seguro de que cuando lo viera me sentiría mejor. Le había enviado un mensaje a Sara para comprobar que llego bien con su madre y luego de unas horas de conversación me dormí, pero tampoco era ella quien quería que me respondiera.

—¿Joshua, estás oyendo?

Parpadeé y alcé la cabeza hacia la chica del otro lado de mi banco, quién me miraba con los labios apretados.

—Si, lo siento.

—Olvídalo—se volteó y volvió junto a sus otras amigas que me miraba con recelo.

Miré la ventana a mi lado esperando a la profesora para comenzar y divisé un auto negro deteniéndose frente a la escuela. Lo conocía, era el auto del señor Hope, pero al observar mejor caí en cuenta de que había algo extraño en la persona que bajaba, una leve cojera que no había estado allí el sábado.

Fruncí el ceño y me aproximé al vidrio pegando la nariz. El señor Hope bajo junto a su sobrino y ambos intercambiaron palabras frente a la escuela. Holden parecía molesto, tenía la misma expresión que el sábado cuando abrió la puerta del auto, pero su tío se veía aún peor, enojado y desalineado lo sujetaba por los hombros y le decía algo por lo bajo.

Lo vi retroceder cojeando de vuelta a su auto y luego arranco, dejando a Holden de espaldas a la escuela con los puños apretados a cada lado del cuerpo.

—¿Qué miras?—No oí a Christoper acercarse hasta que lo tuve junto a mí, mirando la ventana con curiosidad.

Exhalé previendo la conversación.

—A Holden.

—¿Por qué te llama la atención?—Sus ojos se clavaron en mí pero lo ignoré sin poder comprender por qué Holden no entraba a la escuela.

No te acerques a Holden ScottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora