Capítulo 12

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"No éramos nada, pero te podía ver y para mí eso era suficiente."

. . .

Me miré en el espejo del negoció y sentí asco. Mi madre nos había llevado a comprar ropa para la cena en la casa de Sara y el único con suficiente fortuna para ausentarse fue Patrick que tenía que trabajar. Abbi estaba molesta por algo, miraba constantemente su móvil y gruñía con desagrado, parecía un animal rabioso, pero mi madre fingía ignorarla para jugar conmigo a la casita de muñecas.

—Este te queda bien—opinó cuando me coloqué una camisa de cuadros azul.

—Parezco un tonto.

—No lo pareces—dijo Abbi por detrás—, lo eres.

Convenientemente, mi madre la ignoro.

—Te ves como el niño bien portado de una buena madre soltera.

—No me lo pondré para hacerte ver bien a ti—bufé mirándola a través del espejo.

—Claro que lo harás—mi madre se aparto chasqueando la lengua y le lanzó una mirada a Abbi antes de observarme con picardía—, o sino preguntaré que sucede entre el sobrino del señor Hope y tu.

El calor subió por mis mejillas tan rápido que tuve que voltearme para no verme en el espejo. Mi madre río doblando con disimulo un par de camisas de diferentes colores y le lanzó otra mirada a Abbi, quien estaba demasiado absorta en su móvil.

—Yo no...—abrí y cerré la boca avergonzado—. Yo... no yo... nosotros.

—Oye—me interrumpió mi madre sin dejar de sonreír—, yo cree todo tu cuerpo en 9 meses, ¿crees que no me doy cuenta de la manera en la que lo miras?

La miré con los ojos entrecerrados.

—¿Me vigilas?

—No es necesario, solo necesité verte hablar de él—desdeñó tomando otro conjunto de camisas de cuadros con diferentes estampados pero no menos feas y mirándome con una insinuante sonrisa. Me ruboricé pero no dije nada más. Compramos las camisas de cuadros que ella eligió para mí, unos vaqueros nuevos y decidí que el limite de cambio eran mis zapatillas. Mi madre las miró evaluando si debía o no imponerse y al cabo de unos segundos asintió y fuimos a comprarle ropa a Abbi.

Pero ella no estaba tan entusiasmada como otras veces. Me ignoraba, eso era obvio desde que se enteró que me salté clases con Holden, pero esta vez estaba exagerando con su barrera de hielo. Mi madre tuvo que regañarla varias veces para que dejara el móvil y otras más para que prestara atención, constantemente maldecía y en un par de ocasiones la encontré observándome con resentimiento. No iba a preguntarle qué le sucedía, no me importaba tanto inmiscuirme en su vida, por lo que cuando se metieron en los probadores decidí alejarme con mi móvil.

Quería enviarle un mensaje a Sara y aclarar lo que sucedía entre nosotros, lo que me sucedía a mí con ella, pero me sentía un idiota haciéndolo por mensaje. Quería que sigamos siendo amigos, quería seguir compartiendo almuerzos con ella y bromear, aunque sabía que no era tan seguro que eso suceda. De todas formas le envié un mensaje preguntándole qué llevar a la cena del día siguiente, mi madre sugirió helado pero como el clima comenzaba a ser frío me parecía una mala idea.

Esperé junto a la puerta mirando por encima del hombro que mi madre y Abbi salgan del probador y luego miré el móvil.

«No es necesario que traigan nada»

Suspiré, lo sabía pero como buenos invitados debíamos presentarnos con algo, ¿no?

«Joshua en serio, con que se presenten esta bien. Mi madre esta muy emocionada.»

No te acerques a Holden ScottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora