Capítulo 32

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Al salir de la habitación, mi mamá ya se encontraba parada junto a la puerta. No se veía bien, tenía el cabello encrespado y los ojos enrojecidos, la ropa que llevaba tenía muchas arrugas y sus pies parecían algo hinchados por debajo de los zapatos. Yo la vi primero, conversaba con la madre de Sara cabizbaja, inclinado la mano y lanzando miradas disimuladas hacia Patrick y Abbi dormidos en las sillas. No parecía molesta sino preocupada y tengo que admitir que eso me ponía peor.

Caminé hacia ambas mujeres aclarándome la garganta para llamar la atención y me detuve junto a mi madre. Ella me miró sin disimulo, escaneando mi rostro en busca de alguna herida, frunció el ceño de manera extraña y se volteó a decirle algo a la madre de Sara, pero yo ni siquiera las oí. Me volteé para volver a sentarme junto a Abbi y me detuve al ver al padre de Sara junto a la puerta, observándome.

Tragué duro pensando en lo que su hija dijo y me acerqué apretando la chaqueta de Holden contra mi costado cuando él se volteó y salió al estacionamiento de emergencia. Lo seguí vacilante y me detuve junto a él y una maquina de snacks.

—¿Joshua, tú quieres algo?—ofreció poniendo un billete en la ranura y tocando los botones con fuerza y sin mirarme.

Negué, incomodo.

—Señor, lamento mucho...

—¿Tú sabes quién lo hizo?—interrumpió con voz dura y mirarme tuve el impuso de retroceder. Sus ojos bajaron a la chaqueta de Holden en mis manos con tanta rapidez que la oculte por impulso.

—No fue Holden—respondí al instante.

Él apretó los dientes y clavo sus ojos en los míos.

—¿Entonces quién?

Retrocedí con un escalofrió, ese hombre para nada se parecía al que nos invito a cenar a su casa.

—Yo no...

—Sí lo sabes—gruñó acercándose y no tuve tiempo de retroceder—. Tú la trajiste aquí.

—No, yo...

—Ella no quiso hablar conmigo—continuó sin oírme—, no quiso decirme quién la lastimo, pero yo sé que tú me lo dirás porque eres un chico bueno y te importa su salud, ¿no es así?

—No puedo...

—Claro que puedes—insistió avanzando otro paso hacia mí—, solo debes decirme el nombre, Joshua. Yo me encargaré del resto.

—No, lo siento, no...

—¿Acaso Sara no es tu amiga?—preguntó avanzando otro paso—. Nosotros te invitamos a cenar, te sentaste en nuestra mesa, ¿no quieres ayudarla?

—Lo siento, debo irme. —Retrocedí buscando la manera de huir, pero él me tomó de los hombros con ambas manos.

—Debes decirme—exigió con los ojos enrojecidos y furiosos. Estaba tan sorprendido que no pude moverme. Tenía miedo por mi familia, por Holden y por Sara, sabía que si decía que fue el señor Hope los pondría en peligro, pero el hombre frente a mí no estaba dispuesto a oírme y cuando intenté zafarme de sus manos me sacudió con fuerza—. ¡Dime quien lo hizo!

Mi corazón comenzó a latir con fuerza, la presión que ponía sobre mis hombros me hacia daño y mi brazo roto comenzaba a arder por la sacudida, pero él no parecía darse cuenta al inclinarse amenazante, gruñendo como un animal. Tragué saliva sin saber qué hacer, qué decir, estaba sorprendido y asustado, cuando de repente oí un grito de advertencia y sentí una sacudida.

Patrick alejo al padre de Sara con otro empujón y se detuvo al llegar a la acerca. Ambos hombres se gruñeron desafiantes, mirándose fijamente, pero Patrick no se movió mas que para mirarme por encima del hombro y preguntar si estaba bien. Asentí temblando de la sorpresa y sostuve mi brazo roto contra el pecho, adolorido.

No te acerques a Holden ScottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora