La gran concha de caracol no revelaría sus secretos.
La sacudió con fuerza tratando de deshacerse de lo que fuera que estaba haciendo el maravilloso ruido en su interior, pero no pudo lograr que el susurro se detuviera.
Agitada, puso el caparazón en la pequeña cesta que llevaba y caminó a lo largo de la costa, con las plantas de los pies encallecidas y descuidadas por la arena caliente.
Caminando un poco más, encontró otro caparazón y se detuvo para recogerlo. Mientras lo alcanzaba, éste se movió y ella apartó la mano.
Ese no era uno para escuchar los susurros, pensó. Ese estaba ocupado por una cosa que pellizcaba.
Su única experiencia con un cangrejo había dejado una impresión duradera en su joven mente.
Al mirar su dedo donde solía estar la punta de su meñique izquierdo, supo que nunca tocaría otro caparazón que viviera.
Un movimiento más abajo en la playa llamó su atención y se apresuró hacia delante, donde había algo grande en la arena.
Una cautelosa curiosidad la llenó mientras se acercaba a la forma inmóvil.
Ella se arrodilló y extendió su mano hacia la mata de cabellos en la parte superior. Con todo el cuidado que pudieron manejar sus regordetes deditos, apartó el cabello de la cara.
Cuando no obtuvo respuesta, le dio unas palmaditas en las mejillas con la gracia torpe que sólo conocen los niños pequeños.
Todavía nada. Esto significaba que era hora de traer fuerzas especiales.
-¡Daddy!
Gritaba mientras corría de regreso a la costa y desaparecía entre los árboles que la bordeaban.
-¡Daddy!
El hombre alto y delgado al que se acercó levantó la mano, silenciando efectivamente a su hija.
Respiraba rápidamente, saltando de puntillas mientras jugueteaba con los rizos oscuros de su cabeza. Era obvio por su estado de animación que había encontrado algo que necesitaba que él observara.
Tomando su mano, dejó que ella lo llevara a su descubrimiento. La sorpresa y la preocupación invadieron los rasgos afilados del hombre mientras pedía ayuda a otros miembros de la tribu.
Se arrodilló junto a la figura inmóvil y apoyó una gran palma sobre el pecho de la figura. Se pudo sentir un golpe débil y el hombre se relajó perceptiblemente.
Haciendo señas a algunos de los que se habían reunido, levantaron al joven por debajo de los brazos y las piernas y lo llevaron de regreso a la cabaña.
Se llamó a una mujer que atendió las heridas del joven.
Parecía que no tenía huesos rotos, de lo cual ella se alegraba. No le gustaba tener que acomodar extremidades para que soldasen o volvieran a su lugar, ni siquiera en pacientes inconscientes.
Después de quitarle los restos de ropa, lo bañó con ternura y mucho cuidado, con una esponja, notando su firme musculatura y espiando la extraña marca en la parte inferior de su abdomen.
Lo tocó tímidamente, nunca había visto algo de colores tan vivos en un cuerpo humano.
"It's the sun... (es el sol)
Al oír que alguien se acercaba, cubrió al hombre con una manta multicolor tejida a mano y se dedicó a sus otras tareas.
Cuando reconoció el suave golpeteo de unos pies pequeños, se volvió bruscamente y se llevó los dedos a la boca en un movimiento de silencio.
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Antítesis
FanfictionUna tragedia que afectará su vida y la de todos los que lo rodean, sobretodo la de su mejor amigo... DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen, son propiedad del maestro Masami Kurumada y Shiori Teshigori❤ Creditos totales a los fabulosos autores...