46- No lo dejes ir

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Los aromas familiares lo despertaron del sueño.

Pintura, almizcle, sudor, sexo; cosas que lo consolaban y le recordaban cuánto lo amaban.

Aún sin estar listo para abrir los ojos a la mañana, enterró su rostro en el calor del pecho ante él, los cabellos rizados le hacían cosquillas en la nariz.

Trató de quitarse la picazón frotando más profundamente los vellos ásperos, y sintió más que escuchó el suave retumbar de la risa de su amante ante el movimiento.

Abriendo un párpado para mirar hacia arriba, se encontró con la expresión más serena de amor que se derramaba sobre él.

Cuando la voz ronca por el sueño le habló, una corriente eléctrica cálida se deslizó por su piel.

***

Shura atesoraba mañanas como ésta. Poder ver a Aioria despertarse, aturdido y torpe como un niño, llenó su corazón hasta desbordar.

Estaba feliz de ver que esa parte de su amante no hubiera cambiado durante el tiempo que estuvieron separados.

Perdiendo los restos de la inocencia de Aioria, bueno, no habría podido soportar tal pérdida.

Estudió las facciones del hombre en sus brazos, y fue todo lo que pudo hacer para no tocarlo más de lo que ya lo hacía.

Despertarlo no había sido parte del plan; admirar al hombre en el que se había convertido sí lo era.

***

Aioria se puso nervioso cuando Shura abiertamente 'hizo un inventario', como lo llamaba él mismo; esa era la forma más fácil y segura de observar a su amante.

Aioria se agitó en sus brazos y Shura se puso rígido momentáneamente, temiendo haberlo despertado accidentalmente.

Cuando la forma delgada se hundió más profundamente en el vello de su pecho, se dio cuenta de que inadvertidamente se había despertado con cosquillas.

Al ver el único ojo abierto que lo miraba, sonrió suavemente.

-Buenos días, mi ángel.

Aioria se inclinó y presionó sus labios contra los de su pareja.

-Buenos días.

Él le devolvió la sonrisa, que se transformó en una sonrisa burlona, ​​

-Me estabas estudiando, ¿no?

Shura adoptó una expresión de remordimiento.

-Culpable de todos los cargos.

-Bien, me gusta.

-Desde cuando?

-Desde que pensé que nunca volvería a sentir tus ojos sobre mí.

Aioria observó el pulso en el cuello de Shura latir constante.

-Hay muchas cosas que nunca volveré a dar por sentado. Tus ojos mirándome, amándome, es una de ellas.

Shura se sintió un poco mareado por la intensidad del sentimiento.

Realmente habían completado el círculo para estar bien en sintonía el uno con el otro nuevamente.

Moviendo su cabeza unos centímetros hacia un lado, se encontró con los labios de Aioria, vertiendo su corazón en un beso largo y profundo.

Antes de separarse, los dedos de Shura se habían enredado en los rizos rubios del griego, y ahora que estaba mirando a su amante una vez más, tiró del mechón que colgaba directamente frente a los ojos verde esmeralda.

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