-Tienes razón, suena como un programa de televisión.
Esas habían sido las palabras de Shura al final del relato de Aioria.
No había dicho una palabra en todo momento, jadeó cuando Aioria le contó lo que recordaba del accidente del avión, asintió pensativamente cuando habló de la tribu, y de Nori en particular, y se entristeció ante la idea de que Aioria no tuviera los recuerdos de su vida.
Durante dos horas seguidas, Aioria habló sobre su existencia durante ese tiempo, y el día especial en el que recordó quién era, y poco después, cuando todos sus recuerdos regresaron y cómo se había desesperado cuando no pudo encontrar una salida de la isla para volver con la persona que más extrañaba.
Shura había levantado las rodillas hasta el pecho, enterrando el rostro entre ellas para secarse las lágrimas.
Parecía que Aioria había estado en tanta confusión emocional como él mismo, durante toda esa prueba.
Ni siquiera podía empezar a imaginar la frustración que el joven debió haber sentido al ser desconocido por sí mismo.
Y, sin embargo, Aioria se las había arreglado para salir adelante con más fuerza y madurez para todo.
La ingenuidad que una vez había caracterizado al joven que tenía ante él había desaparecido, siendo reemplazada por una seguridad que Shura encontraba igualmente atractiva.
Era casi como si Aioria hubiera encontrado al hombre que Shura había visto en él tantos años atrás.
Aioria vio los ojos enrojecidos cuando Shura lo miró y le contó cómo se las había arreglado para salir de la isla.
Shura estaba intrigado con la tripulación, pero sobre todo con lo que vino después, cuando Aioria tuvo su pequeña pelea con Manigoldo.
Parecía imposible que después de tanto tiempo finalmente pudieran disfrutar de la vida en pareja, al aire libre, en lugar de robar momentos en las sombras.
Era otro ejemplo más del crecimiento del griego.
Entonces se había acercado a Aioria, besándolo con el profundo anhelo de los amantes separados desde hacía mucho tiempo, tratando en vano de lavar la culpa de lo que había hecho con Camus.
Era dolorosamente consciente de que no habría redención sin una confesión, pero de todos modos necesitaba la conexión.
Aioria había sentido su miedo, el lamento tan claro en las acciones de su amante.
El tierno beso suplicando en su urgencia liberarlo de su infierno personal.
El tiempo y la distancia no habían embotado sus sentidos en lo que a Shura se refería. Conocía al mayor mejor de lo que se conocía a sí mismo.
¡Oh, pero cómo quería quitarse ese dolor!
Aioria le había devuelto el beso con igual pasión, con la esperanza de poder transmitirle de alguna manera a Shura que lo amaría sin importar nada. Había decidido que sería mejor contárselo.
Colocó su mejilla al ras de la de Shura para que las palabras fueran directamente a su oído.
-No hay nada en esta tierra que pueda evitar que te ame y nada que pueda alejarme. Somos eternos en amor, pensamiento, corazón y alma.
Shura se limitó a asentir con la cabeza, apretando a Aioria contra su pecho como si temiera que pudiera alejarse flotando. Habían permanecido así durante varios minutos, cada hombre empapado del amor y la esencia vital del otro.
La posición sólo había cambiado ligeramente una vez que subieron las escaleras.
Aioria yacía en la cama de espaldas con un brazo detrás de la cabeza y el otro envuelto alrededor de Shura, cuya cabeza y hombros descansaban cómodamente sobre el pecho del rubio.
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Antítesis
FanfictionUna tragedia que afectará su vida y la de todos los que lo rodean, sobretodo la de su mejor amigo... DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen, son propiedad del maestro Masami Kurumada y Shiori Teshigori❤ Creditos totales a los fabulosos autores...