17- Has vuelto

105 18 59
                                        

-Camus.

Con los dedos a escasos centímetros del picaporte, el francés se detuvo y respiró hondo.

Había estado esperando tanto tiempo por cualquier tipo de señal, que ahora estaba escuchando cosas.

Agarró la manija y se volvió, echando una mirada triste por encima del hombro a su amigo.

Los ojos de hermoso azul violaceo se encontraron con una perdida mirada verde oscuro. Sin estar seguro de que no estaba soñando, susurró:

-¿Shura?

La respiración ronca fue silenciada aún más por la máscara de oxígeno que volvió a llamar su nombre y los ojos de Camus se iluminaron, cuando su cuerpo se giró para volver a la cama del español.

Las lágrimas le quemaban los párpados, pero ni siquiera trató de parpadear.

¡Shura había vuelto y había hablado!

Camus se inclinó hacia adelante y besó la frente de su amigo, las lágrimas cayeron silenciosamente sobre el rostro del mayor y corrieron por sus mejillas haciéndolo parecer como si él también estuviera llorando.

-Oye...

Dijo la voz ronca de nuevo. Camus se enderezó, volviendo a ocupar su lugar en el taburete y pasando amorosamente su mano por el cabello del español, mientras que con la otra se quitaba distraídamente el agua que corría por su propio rostro.

Todo estaría bien ahora. Shura estaba despierto y podía mejorar.

Shura intentó estirar la mano para quitarse la máscara, pero las ataduras lo detuvieron. Con confusión frunció el ceño mientras miraba aturdido las correas de cuero en su muñeca y luego al galo.

Siguiendo su línea de visión, Camus proporcionó la respuesta:

-Son por tu seguridad, amigo. Nadie sabía cuándo te despertarías o en qué estado de ánimo podrías estar.

El español respondió con una simple palabra

-Kinky (depravado)

Camus se rió en voz alta ante la ocurrencia de su amigo.

-Oh, Shura...

Sonrió entre dientes, sacudiendo sus despeinados mechones verdinegros.

-Es tan bueno tenerte de vuelta...

Los cambios en la frecuencia cardíaca y la respiración, habían alertado a las enfermeras de regreso en su estación e hicieron una entrada rápida, haciendo que Camus saliera del lugar.

Comprendiendo la necesidad de espacio, el francés sonrió a su amigo y le dijo claramente que esperaría afuera hasta que le dijeran que estaba bien que regresara.

Vio fugazmente el asentimiento del español mientras lo escoltaban de regreso al otro lado del cristal.

************************************

Camus estaba muy molesto. Las enfermeras habían abandonado la habitación de Shura a los pocos minutos de llegar, sólo para decirle que no se le permitía volver a entrar hasta que el médico hubiera examinado al paciente.

Eso en sí mismo había estado bien para él, entendió eso. ¡Lo que no entendía era cómo podían pasar tres malditas horas antes de que llegara el médico!

Durante ese tiempo, Camus se paseaba mecánicamente de un lado a otro frente a la ventana de la UCI, deteniéndose periódicamente para lanzar miradas a la habitación mientras Shura dormía.

Varias veces había apoyado la cabeza contra el cristal y se había consolado viendo respirar al otro hombre.

Eso era todo. No podía soportarlo más.

AntítesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora