49- La vida juntos

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Se sentó en las escaleras de la sala de estar, sus ojos escaneando a los varios ocupantes pero sin verlos realmente.

Estaba más feliz de lo que recordaba haber estado en bastante tiempo, sus pensamientos ya no estaban plagados de preocupaciones sobre su amante.

Amantes, se corrigió.

Girando la cabeza hacia la izquierda los encontró, de pie junto a la pared del fondo, muy cerca uno del otro, con una copa en la mano, sus ojos encontrándose con los suyos mientras las sonrisas iluminaban sus rostros. Eran verdes y azules violaceos, como joyas raras, e igual de preciosas para él.

Él les devolvió la sonrisa, tan genuina ahora y como siempre, su amor por los dos brillando.

Manos que estaban adornadas con unas alianzas idénticas a la que él mismo portaba, se encontraron y supo incluso desde esa distancia, el suave roce que pasó entre ellas.

En otro momento, ese gesto podría haberlo puesto celoso, ahora solo lo llenaba de felicidad por su propia buena fortuna.

Una inclinación de la cabeza de Shura haciéndole señas para que se acercara fue todo lo que Aioria necesitó para levantarse de la escalinata, dejando a un Milo todavía balbuceando y medio borracho donde se había sentado a su lado.

Le sonrió a Angelo mientras pasaba junto a él en el sofá, inclinándose para besar la parte superior de la cabeza de Marín antes de besar el suave terciopelo de su mejilla.

Su resplandor iluminó la habitación cuando sonrió, el niño dormido en sus brazos, no se enteraría del bullicio que se producía su alrededor.

-Te quiero...

Le susurró, aunque no había necesidad de voces suaves con esta multitud.

Todos los asistentes sabían por qué estaban allí. Era una celebración, y debía confesar que nunca se había sentido tan liberado.

Manigoldo estaba horrorizado cuando le dijo que iba a abrirse al mundo y compartir su secreto con quién quisiera oírlo.

Y con Shura a su lado, había hecho precisamente eso la semana anterior.

Las revistas de chismes y deportivas seguían corriendo con su habitual hipocresía sobre la revelación, pero él los ignoraba y se aseguró de que su familia también lo hiciera.

Shura nunca había sido muy partidario de leer los titulares de todos modos, a menos que hubiera algo político involucrado, y Camus encontró un uso más útil, como abono para el jardín, para cualquier revista o periódico perdido que lograra deslizarse de alguna manera por debajo de la puerta principal.

Mucho había cambiado en los seis meses desde que se convirtieron en una unidad familiar, pero, de nuevo, nada que realmente hubiera importado en el gran esquema de la vida.

Los tres habían asistido a reuniones con el Dr. Odysseus, principalmente a pedido de Aioria, ya que Shura había accedido a algunas sesiones "sólo porque sí", después de su primera noche juntos.

Aioria no tenía dudas sobre lo que habían compartido, pero tampoco quería que se repitieran malos entendidos o sensaciones de abandono como había sucedido antes, por lo que había preguntado y ellos habían estado de acuerdo.

Kanon lo agarró por el codo al pasar, tirando al joven rápidamente en un fuerte abrazo.

-Sabía que podían hacerlo. Todos ustedes...

Dijo con orgullo, con el brillo de las lágrimas en sus ojos mientras soltaba el brazo de Aioria.

El griego se rió entre dientes y asintió con la cabeza. Había sido un viaje largo, pero al final muy gratificante.

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