42- Miedos a enfrentar

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Aioria detuvo el auto en el camino y empujó la palanca de cambios a freno.

Shura salió tras él y sacó el bolso del asiento trasero.

Juntos llegaron a la puerta principal, el español esperó pacientemente a que Aioria encontrara la llave correcta.

El nerviosismo impedía que sus dedos funcionaran correctamente, y le tomó varios intentos meter la llave en la cerradura una vez que finalmente la encontró.

Cuando se abrió la puerta, Shura miró a Aioria, con los nervios igualmente alterados al regresar a casa.

Ninguno de los dos había pensado en salir del hospital. A pesar de la reunión con el Dr. Odysseus esa mañana, Shura todavía tenía dudas sobre regresar al lugar en que se había entregado a otro hombre.

"Tienes que trabajar con esos sentimientos"

Escuchó decir la voz del Dr. Odysseus.

"Y tienes a Aioria para que te ayude. Él sabe que esto va a ser difícil para ti. Toma prestada su fuerza como siempre lo has hecho".

Respiró hondo y entró en su casa seguido de cerca por Aioria. Llegó a la sala de estar antes de hablar.

-Tú limpiaste.

Las palabras eran vacías; una declaración en blanco a la que Aioria no estaba seguro de cómo responder.

-Sí...

Admitió, su voz igualmente apagada.

Shura miró a su alrededor, asimilando todo de nuevo antes de mirar por encima del hombro y lanzar al menor un comentario mordaz.

-Se ve bien.

Los ojos de Aioria se agrandaron mientras sus cejas se levantaban con incredulidad.

¿Qué diablos había sido eso?

Observó cómo Shura subía las escaleras, dejaba su bolso frente a su dormitorio y entraba en el estudio, cerrando la puerta detrás de él.

La indecisión luchó dentro de él.

¿Debería ir a ver a Shura o darle su espacio al hombre?

No le preocupaba que volviera a hacerse daño; esa no era la vibra que emitía el hombre que amaba.

Si Aioria tenía que adivinar, Shura estaba aceptando todo lo que había sucedido aquí y la posibilidad de contarle a su compañero los detalles esenciales.

Una cena. Todo parecería mucho mejor y las tensiones disminuirían después de una buena comida.

La cocina no estaba como la había dejado. Al abrir el refrigerador, lo encontró lleno.

Una nota pegada al cartón de leche le dio la explicación:

'Aio, mamá y yo pensamos que a ti y a Shura les gustaría volver a instalarse sin la necesidad de salir a comprar los primeros días en casa, así que nos tomamos la libertad de abastecer sus estantes.

Si necesitan algo más, llámennos.

Te amo, Aioros.'

Aioria sonrió feliz. Amaba a su familia y no tener que buscar algo para comer era una gran bendición.

Hubiera sido genial tener a su madre allí para cocinar en ese momento para que él pudiera ver lo de Shura, pero todo eso era parte de la tarea de volver a encarrilar las cosas.

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Shura se sentó de costado en el sofá, mirando por encima del hombro por la ventana a nada en particular, el olor a pollo y salsa se abría paso por debajo de la puerta.

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