23. Saturno

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Al salir de esa reunión las cosas estaban ardientes, salimos de comprar y mi novia fue directo a charlas con un par de colegas que nos encontramos en la tienda, me dejó sus cosas.

Honne quiso apagar su teléfono cuando en medio de sus cambios de ropa su tono de llamada nos molestó, pero lo contesté antes porque estoy acostumbrada, de hecho ni siquiera vi que fuera el suyo. La tensión entre el momento en el que me vio a los ojos cuando deslicé el icono verde antes de pegar la fría pantalla a mi oreja fue intensa.

—¿Hola? —oí bajo a Luna.

Por alguna razón incomprensible, su voz me molestó. Me costó hasta tragar saliva antes de responderle, respiré hondo.

—Buenas madrugadas, ¿Qué desea?

—Astrohada, cariño —me sorprendió que supiera quién soy al instante—. ¿Me podrías pasar con Honne?

Me reí. Soné como el Joker

—Claro... —que no—. aunque no sé si pueda responderte, ¿Qué le quieres decir?

—Olvidó uno de sus collares en mi cuarto y lo encontré hoy limpiando —se excusó—. vi que lanzaron fechas para chile, estaré ahí pronto. Quería que concordemos para que se lo vuelva.

—Le regalaré otro mío, no hace falta tu amabilidad —traté de sonar serena—. que tengas buena noche, que sueñes con los angelitos.

Corté, apenas subir la mirada noté la atención de todo en mí. Me incomodé.

***

Esa pequeña conversación quedó en mi cabeza, dando vueltas las próximas horas hasta que volviéramos a la normalidad, la nueva normalidad de viajar sin poder descansar y estaba agradecida de ver a mis fans, de tener esta vida pero realmente estaba empezando a cuestionarme que tan real era esa experiencia.

Llegamos al aeropuerto sin hablarnos, ella estaba exhausta y yo estaba sobrepensando. Ni siquiera noté cuando se alejó, dejándome sola con Luka en la fila de espera.

—¿Honne donde está? —indagué al darme cuenta.

—Ya metieron sus pertenencias al avión, la pararon una oleada de fans en la otra entrada.

Qué curioso que en los mejores momentos donde lo tenía todo fuera que me sintiera gris, el trabajo con el que soñé mi adolescencia entera, una relación con la chica ideal, no estar separada de a quién considero mi familia más cerca y aún así el brillo de los flashes de camara no encandilaron mis pupilas.

Buscaré algo místico a lo que culpar de esos sentimientos, no pasa nada.

Saber que mi representante es el que se encarga de comprar los boletos y que nos haya puesto en un asiento juntos fue dulce, me puse del lado de la ventana esperando que subiera, se escuchaba el barullo fuera por lo que me arrepentí de haberla dejado entrar sola. Dejaron su teléfono en el reposa brazos.

No soy alguien que irrumpe en la privacidad de los demás, solo que tantos mensajes pueden ser una urgencia, me incliné sobre la pantalla para ver el nombre de Luna de vuelta. Retrocedí enfadada conmigo misma por haber hecho eso, me debería dar igual, estaba siendo toxica.

Uno de los trabajadores golpeó el asiento al subir mis alas, como por obra del diablo, el teléfono cayó sobre mi regazo, lo sujete con tal de que no se rompiera en el piso a lo que se desbloqueó en automático. Ya estaba en el chat, no tuve que hacer para ver como la tal bruja le hablaba de manera cariñosa.

Mi intuición tuvo razón, pensé. Busqué apagarlo cuando llegó otro, la conversación bajó a lo ultimo, Luna ya no estaba siendo amable.

Me mordí el labio inferior para no reír, la cual se me borró pronto al ver que Honne le respondió un par de veces. Lo normal, a excepción por un par donde le dijo reina como a mí.

No... Es un error, ¿Verdad?

—Mar —su voz me asustó, se me cayó el teléfono aunque no lo pudo ver por estar recién entrando—. ¿Qué haces?

Si ellos supieranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora