Tras que me hiciesen la limpieza, que fue una completa tortura, me dejaron esperando a Tigris, mi estilista, cuando llegó vi que llevaba varias alteraciones que le hacían parecerse un poco a un tigre, tal vez de ahí era de donde venía su nombre. Ella me pone un peto que me entra algo ancho y un casco que es más grande que mi cabeza, dice que me hará parecer una niña más pequeña y adorable, lo que hara que la gente tenga compasión de mí, que ese debería ser mi juego, el que sea la niña más pequeña y por ello a la que se le debe proteger. A mi compañero Matthew quien había sido su último año y tenía los músculos más o menos definidos, le aplicaron maquillaje sobre el torso y los brazos para que resaltasen más y solo le pusieron el peto, pero con uno de los hombros desengancharse dejando ver el torso maquillado. Así parecería que que él quien era el mayor protegería a su pequeña vecina.
Me encontraba esperando a Peeta y Katniss al lado del carruaje que les presentaría. La ceremonia inaugural va ha empezar y están subiendo a las parejas de tributos a unos carros tirados por cuatro caballos. Los del distrito 12 son de negro carbón, unos animales tan bien entrenados que ni siquiera necesitan un jinete que los guíe. Cinna y Portia les conducen al carro y les arreglan con cuidado la postura del cuerpo y la caída de las capas antes de apartarse para comentar algo entre ellos.
— ¿Qué piensas? —le pregunta Katniss a Peeta—. Del fuego, quiero decir.
— Te arrancaré la capa si tú me arrancas la mía —le responde Peeta entre dientes.
— Trato hecho. Sé que le prometí a Haymitch que haría todo lo que nos dijeran, pero creo que no tuvo en cuenta este detalle —le dice Katniss.
— Por cierto, ¿dónde está? ¿No se supone que tiene que protegernos de este tipo de cosas? —pregunto Peeta.
— Con todo ese alcohol dentro, no creo que sea buena idea tenerlo cerca cuando andamos.
— Bueno, eso no os lo puedo negar, pero no os preocupéis demasiado, yo me encargaré de apoyaros. Además, debéis fiaros de vuestros estilistas, ellos quieren que ganéis.
De repente, los tres nos echamos a reír pensamiento Haymitch y en los estilistas y sus ideas anteriores. Ellos seguían riéndose, supongo que están muy nerviosos por los juegos y, más aún, por la posibilidad de que acaben convertidos en antorchas humanas, que no actúan de forma racional.
Empieza la música de apertura. No cuesta oírla, la ponen a todo volumen por las avenidas del Capitolio. Unas puertas correderas enormes se abren a las calles llenas de gente. El desfile dura unos veinte minutos y termina en el Círculo de la Ciudad, donde los recibirán, tocarán el himno y les escoltarán hasta el Centro de Entrenamiento, que será nuestro hogar hasta que empiezen los juegos.
Los tributos del Distrito 11 acaban de salir cuando el estilista de Katniss aparece con una antorcha encendida.
— Allá vamos —dice, y, antes de que puedan reaccionar, prende fuego a sus capas. Cinna se coloca delante de ellos, prende fuego a los tocados y deja escapar un suspiro de alivio—. Funciona. Recuerda, la cabeza alta. Sonríe. ¡Te van a adorar! —le dice a Katniss cogiendola de la barbilla.
Cinna se baja del carro de un salto y tiene una última idea.
— Tomaros de las manos —les grita, pero parece que no le oyen. Pero Katniss le dice algo a Peeta y ambos se toman de las manos, por lo que eso confirma que Katniss si que le escuchó.
Ambos giran la cabeza y miran a Cinna, que asiente y da su aprobación levantado el pulgar.
Mientras Katniss y Peeta entran al Círculo de la Ciudad, la gente está alucinando con ellos, corean sus nombres, les lanzan flores. Creo que es el mejor recibimiento que el Distrito 12 ha tenido en toda la historia de los Juegos. Y por ello la que más me disgusta.
Los doce carros llenan el circuito del Círculo de la Ciudad. Todas las ventanas de los edificios que rodean el círculo están abarrotadas de los ciudadanos más prestigiosos del Capitolio.
El presidente, un hombre bajo y delgado con el cabello blanco como el papel, les da la bienvenida oficial desde el balcón que tienen encima. Cuando suena el himno nacional hacen las cámaras un esfuerzo por enfocar a cada pareja de tributos, pero la cámara se mantiene fija en el carro del Distrito 12, que recorre el círculo una última vez antes de desaparecer en el Centro de Entrenamiento. En cuanto se cierran las puertas, les rodean los equipos de preparación, que farfullaban piropos apenas inteligibles.
De repente me doy cuenta de que siguen pegados Peeta y Katniss, pero en ese momento se sueltan las manos. Los dos se masajean las manos.
— Gracias por sostenerme. No me sentía muy bien ahí arriba —le agradece Peeta.
— No lo parecía. Te juro que ni me he dado cuenta.
— Seguro que no le han prestado atención a nadie más que a tí. Deberías llevar llamas más a menudo, te sienta bien.
Le ofrece una de sus sonrisas de una dulzura tan genuina, con el toque justo de timidez, que hace que te sientas muy cerca de él, a Katniss. Quien se pone de puntillas y le da un beso en la mejilla, justo en el moratón. Que me molesta aunque se que no debería hacerlo.
YOU ARE READING
El tributo - Peeta Mellark
Fanfiction𝙴𝚜𝚝𝚎 𝚊ñ𝚘 𝚜𝚎𝚛 𝚖𝚎𝚗𝚝𝚘𝚛𝚊 𝚛𝚎𝚜𝚞𝚕𝚝𝚊𝚛á 𝚞𝚗𝚊 𝚝𝚘𝚛𝚝𝚞𝚛𝚊, 𝚙𝚞𝚎𝚜𝚝𝚘 𝚚𝚞𝚎 𝚜𝚒 𝚘 𝚜í 𝚟𝚎𝚛𝚎𝚖𝚘𝚜 𝚖𝚘𝚛𝚒𝚛 𝚊 𝚊𝚕𝚐𝚞𝚒𝚎𝚗 𝚚𝚞𝚎 𝚊𝚙𝚛𝚎𝚌𝚒𝚘. 𝙻𝚘𝚜 𝚝𝚛𝚒𝚋𝚞𝚝𝚘𝚜 𝚎𝚕𝚎𝚐𝚒𝚍𝚘𝚜 𝚙𝚊𝚛𝚊 𝚕𝚘𝚜 𝟽𝟺° 𝙹𝚞𝚎𝚐�...