Capitulo 19

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Agradezcan a romisol3 por motivarne a seguir con esta historia y escribir este capítulo.

En el relativamente corto tiempo que Remus llevaba conociendo a Sirius aprendió que, en general, su buen humor era contagioso, y eso se trasladaba directamente al trabajo también. Aparte del hecho de que Sirius evitaba el bar tan a menudo como le era posible y se llevaba la caja registradora para compensar, realmente funcionaba a favor de la tienda, ya que a menudo era la primera cara que veían los clientes al entrar en la tienda, razón por la que los habituales acudían con tanta frecuencia y por la que gran parte de los menores de treinta años a menudo se quedaban unos minutos después de conseguir sus bebidas para charlar con él; Sirius tenía la capacidad de hacer que alguien se sintiera bien, doblemente cuando su atención se fijaba en ellos durante más tiempo que una transacción.

Todo eso estaba muy bien, si no hubiera resultado que también era cierto lo contrario. Remus aprendió que había que evitar a Sirius cuando estaba de mal humor, ya que se ponía de mal humor y a menudo estaba a un pequeño comentario o error de estallar, y su mal humor era igual de contagioso para los que le rodeaban. El último turno de Remus en la tienda tuvo lugar posiblemente en el peor día de él y de Sirius hasta el momento, y eso incluía el desastre que fue su primer turno.

Aquel día Remus terminó un examen antes de lo previsto, llegó al trabajo antes de lo normal y se empeñó en coger un sitio en uno de los asientos de la barra y aprovechar el tiempo extra para estudiar hasta que empezara su turno. Sirius no había sido él mismo durante el turno del martes, pero al menos no se desvivía por evitarlo, pero cuando Remus entró por la puerta, Sirius cogió un trapo y se puso a ordenar el lugar, señal inequívoca de que lo estaba evitando.

Mary preparó un té para Remus de inmediato, y éste charló un poco con ella y con Ben mientras esperaba a que se infusionara. No fue difícil darse cuenta de que los dos se mantenían alejados de Sirius también, dejándolo guisar en privado y esquivándolo lo mejor que podían cuando volvía detrás del mostrador. En el turno medio de los jueves, James entraba y salía de la planta, encargándose de muchas de las tareas más tediosas asignadas a su puesto, hasta que Ben se marchaba por el día y él se hacía cargo de la barra.

Parecía ser el único que no se andaba con pies de plomo con Sirius, pero Remus supuso que debía estar acostumbrado a él después de conocerlo tanto tiempo. Era el de siempre; se colocó en la barra frente a Remus y habló con énfasis de conseguir una bandera para izarla a media asta, "Como es una respuesta apropiada a una tragedia", terminó.

Remus, entre avergonzado y conmovido por la broma, se dio cuenta de que Sirius cambiaba los cafés de forma más brusca de lo que era necesario, y desvió la conversación hacia territorios menos tenues. Era un poco difícil tratar de trabajar mientras James estaba justo delante de él hablando de esto y aquello, pero para ser justos, Remus no se esforzaba tanto después de un tiempo, ya que James hacía que el ambiente del lugar fuera un poco menos sombrío. Cuando Remus fichó para su turno, James estaba a punto de terminar el suyo, y siguió con su ligera poesía sobre su marcha.

"Mira, Lupey", reflexionó, mientras se preparaba un trago para llevárselo. "Todos perderemos la concentración cuando te vayas. Nadie se acordará de ponerle fecha a la soja, los cronómetros no se pondrán nunca en marcha por lo que Mary estará asesinando a casi todo el mundo; este lugar se desmoronará en el momento en que marques la salida esta noche."

"No creo que haya dejado tanta huella en tan poco tiempo", dijo Remus, volviéndose a atar el delantal un poco más apretado alrededor de la cintura. "Aunque, James, si te esforzaras con los cronómetros, te evitarías un montón de homicidios; parece una pequeña precaución para una gran recompensa".

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