El oxidado y grande portón estaba frente a nosotros. Parecía una construcción simple pero segura, atravesada completamente por un muro incapaz de ser atravesado por mordedores pero sí por humanos.
Los ojos de Aaron demostraban desconfianza, porque ahora nosotros estábamos en su territorio y al menos yo no era una persona de confianza. Abrió el gran portón con ayuda de Eric y nos miró sin mucho que explicar.
Un arbusto mostró movimiento llamando nuestra atención; una zarigüeya, pero Daryl fue más rápido y asesinó sin remordimientos al marsupial, dejando algo atónitos a Eric y Aaron.
Giré mi rostro y observé a Carl mirando la ventana de una casa con curiosidad.
-Tenemos la cena. - anunció Daryl mientras levantaba al animal muerto.
-Tr-tranquilos, por favor, entren. - invitó Aaron a base del largo silencio incómodo.
Avanzamos a pasos firmes ingresando al recinto, yo con el corazón en la boca, con ganas de vomitar, ya que no estaba preparada para volver a la civilización, aunque la verdad nunca estuve en ella. Siempre fui un animal más desarrollado, pero no me consideré persona, al menos no como me trataban.
Las casas tornaban vacías y silenciosas mientras el chirrido del portón cerrándose a nuestras espaldas era lo único que se escuchaba.
-Antes de continuar necesito que me entreguen todas sus armas. - dijo otro hombre que apareció sin previo aviso. -Sólo así, se podrán quedar.
La inseguridad reinaba en mi interior, me imaginaba que ellos podrían ser unos caníbales, pero recordé mi daga en mi zapatilla y en la navaja pequeña que colgaba de mi cuello tapada absolutamente por mi camisa.
-No sabemos si nos quedaremos. - se adelantó Rick.
-Bueno, tranquilo Nicholas... - calmó Aaron al hombre.
-Si quisiéramos usarlas, ya lo habríamos hecho. - me encogí de hombros levemente empuñando mi katana y guardándola en su funda tras mi espalda, notando la ausencia de mi arco.
El tal Nicholas me miró con desconfianza y cierto desagrado.
-Hay que hacer que pasen con Deanna.
-¿Quién es Deanna? - se escuchó la robusta voz de Abraham.
-Ella conoce bien el sitio... Rick ¿por qué no vas tu primero?
Los gruñidos de caminantes se hicieron presentes. Di media vuelta y vi como un pútrido cuerpo se acercaba. -Yo me encargo. - murmuré y con el rifle que Carol me dio, le disparé justo en su jodida cabeza.
Aaron y Nicholas me miraron sorprendidos por la puntería, los del grupo también lo hicieron. Rick ladeó la cabeza y acomodó a su bebé entre sus brazos. -Por suerte estamos aquí...
Nos condujeron afuera de una casa. Y las calles se veían vacías, lo que me daba algo de tranquilidad. Una mujer que no pude ver bien sus facciones abrió la puerta y habló con el tal Nick. Ésta aceptó que Rick hablara con ella. Él le tendió a la bebé a Carl y los dijeron que esperáramos en el pórtico.
Me senté en un rincón y miré atentamente todo a mi alrededor, y sentí una picazón en la oreja. Yo no podía estar aquí, no podía.
Respiré hondo y cerré los ojos. -Anabelle. - sentí la voz de Carl, y su anatomía se desplomó junto a la mía. Vaya que me desagradaba en chico.
-¿Qué quieres, chico? ¿nada te quedó claro?
-Anabelle, quiero saber que te pasa. - dejó a la bebé descansar en su regazo. Y ella me miró. Y lo le miré a ella. Y tendió sus manos hacia mí.
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You can't change me (Carl Grimes y tú)
FanfictionLa tortura, el abuso, la crueldad te vuelven otro.