[Día 23: Knifeplay]

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A veces las actividades de una princesa se convertían en algo monótono y aburrido para un ser de la oscuridad acostumbrado a los tratos cortos y a la mayor cantidad de amantes en poco tiempo. Aquello en ocasiones le hacía encontrar maneras de probar a su humana para encontrar su resistencia propia a ciertos estímulos, usando a su favor el hecho de que nadie podía verle o tocarle.

Uno de esos juegos llegó cuando en medio de la cena donde toda la familia se veia inmiscuida, Eva se deslizaría por debajo de la mesa, Zenaida sintió el momento en que pellizco una de sus piernas.

—¿Qué haces aquí?— le dijo por lo bajo

—Me aburro y a menos de que quieras transferirme, eres la unica que me ve o me siente— dijo Eva

—Pero

—¡Zenaida!— dijo la tía Penélope —No esta bien susurrar cuando tu madre está hablando

—Oh, lo lamento, estaba repasando algunas cosas en voz alta

La atención de su tía regresó a su hermana

—¿No dijiste que jamás estaba en peligro?— dijo Zenaida intentando disimular de mayor manera

—Eso es parte de la diversión. No hay "Zona de éxtasis hoy"

Aquello hizo que la piel de la princesa se erizara, pero fue algo a lo que no le pudo tomar demasiada importancia debido a que el primer plato estaba llegando.

A pesar de que Zenaida consiguió mantener la compostura ante algunos pellizcos y besos de Eva en sus piernas, todo eso comenzó a retirarse cuando comenzó a sentir algo frío por debajo de la falda de su vestido que se paseaba de manera libre por su pierna.

Haciendo como si fuera a rascar una incomodidad deslizó una de sus manos de manera ligera por debajo del mantel de la mesa solo para levantarla levemente y encontrarse con que, ahí frente a sus piernas, Eva parecía estar jugando con una daga. ¿De dónde la había sacado? Ese en ese momento no era su problema, lo que importaba en ese momento era el mantenerse educada, pero eso era difícil sabiendo que ante cualquier movimiento brusco o escalofrío que pudiera tener y tendría una daga enterrada en la pierna.

Sentía una combinación del filo de la daga y el hecho de que Eva de vez en cuando besaba sus piernas, causándole escalofríos cada uno a su manera, sabía que levantarse y esconderse en el baño no funcionaría de nada, sabía que la seguiría y sus juegos continuarían.

—¿Te encuentras bien?— le preguntó Soraya, que estaba sentada junto a ella

—Sí, sí, solo... No lo sé, de repente me da algo de frío eso es todo— le contestó Zenaida, lo que pareció ser una respuesta más que válida para su prima

A cada bocado sentía aquello en sus piernas, en ocasiones temía que en verdad estuviera haciendo cortes en sus piernas con la finura de los cortes de papel y de los que no se daría cuenta hasta que los viera.

Cuando la cena llegó a su fin, Zenaida fue la primera en levantarse y escapar, aunque haciéndolo de una manera sutil en la que nadie se hubiera dado cuenta de que era un escape.

Las Lunas de Octubre | #Kinktober2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora