Las Lunas de Octubre | #Kinktober2021

[Día 29: Dacryphilia]

El día de la llegada de cartas había comenzado con un amanecer rosado de nubes brillantes.

Como se les hizo costumbre, Zenaida y Camila leían algunas de las cartas de su padre juntas para saber el progreso de aquello que acomplejaba a su pueblo.

Pero aquella, sería una carta sumamente especial.

"Queridas Camila y Zenaida. Esta carta la envio a ustedes con la noticia de que nuestra familia podrá verse reunida antes de lo planeado; los rezos han sido beneficiosos, los recursos y hombres han llegado cuando más se ha necesitado y eso ha causado que Sabrina y Thomas se dieran por vencidos en esta guerra que no parecía estar dando frutos para ninguno de nuestros reinos. Es por esto que solicito el regreso de ambas para la firma de los acuerdos de paz con nuestros vecinos"

Klaus estaba leyendo la carta por encima del hombro de la princesa, quien con lágrimas en los ojos abrazó a su hija, ella la abrazó de regreso y su llanto se hizo notar; la guerra siempre era horrible, y en esa ocasión habían conseguido sobrevivir a pesar de ser su segunda guerra en un corto tiempo. Pero Klaus se decidió a alejarse un poco de la familia real, no porque le fuera indiferente el hecho de que la guerra terminara, sino porque las lágrimas de la familia real solo le dieron inspiración ya que tenían significado.

Aquella era una de esas ocasiones en las que usar gran cantidad de su poder para sacar a Eva del espejo, era más difícil cuando los mundos estaban tan lejos, pero ese día valió completamente la pena.

—Lágrimas de aristócratas, no las veía desde que estábamos en La Toscana— dijo Eva

—Esta vez son por algo bueno, eso las hace mil veces más dulces— mencionó Klaus

—¿Pensamos lo mismo?

—¿En el mausoleo?

—¿Y donde más?

—Ven acá

Klaus solo tomó a Eva de un brazo para atraerla a él y besarla.

Envolviendose a si mismos en una nube oscura se teletransportaron al mausoleo, donde ya completamente desnudos, los labios de Eva recibieron la lengua de Klaus con absoluto placer... Pero no sus labios de arriba.

~•~•~

Cuando Zenaida volvió a encontrar a Klaus, era evidente que este tenía rasguños en el cuerpo y una sonrisa socarrona en la cara, pero ella con la emoción que la recorría acabó por ignorar aquellas heridas hechas en un momento de éxtasis.

—¡Klaus! No me vas a creer esto— le dijo ella con algo de emoción en su rostro

—Créeme querida, ya lo sé— dijo él emocionado —Y si te esperé hasta ahora es para despedirme de manera cordial

—¿Disculpa?

—¡Que este muñeco cambia de aparador, conejita! ¡Me largo de aquí!