—¡En el nombre de la tierra de mi padre! ¿¡Pero qué es esto!?— menciona Zenaida con algo de enojo y sorpresa
—Solo digamos que mi madre insiste en tener a los mejores pasteleros a su disposición para cuando tenga antojos como este— mencionó Soraya
Zenaida y sus primos se habían encontrado con el momento en que los meseros estaban en plena labor. Lo que Zenaida tenía frente a sus ojos era que la amplia mesa del comedor había sido llenada de variados dulces de repostería y pasteles ya que por deseo de la reina se tendría una clásica fiesta de té con algunos invitados durante la tarde.
La pequeña Mara y el joven Dante se veían emocionados por el viaje de azúcar extrema que tendrían, pero Zenaida veía horrorizada todo aquello. Tal fueron sus emociones que corrió al jardín para que el aire de la montaña llenara sus pulmones
—¿Y a ti qué te pasa ahora?— mencionó Eva
—No lo entiendes... En casa no puedo comer nada de eso— mencionó Zenaida
—¿Por qué no? Todo eso se veía delicioso
—Solo... No puedo
Zenaida no estaba en posición de saberlo, pero su madre jamás había podido recuperar su figura al momento en que le había dado a luz a ella y con solo ver la cantidad de listón que utilizaba su hija en sus vestidos para que estos le cerraran, nació una especie de obsesión porque su hija tuviera la cintura pequeña. Desde que había cumplido 10 años la madre de Zenaida la había metido en una estricta dieta en donde se había tenido que despedir de todas aquellas cosas dulces que alguna vez había disfrutado y la había obligado a usar apretadas fajas debajo de su ropa. Hábito que mantuvo hasta que fue comprometida con Quentin y bajo palabras de su madre "Tendría que alimentarse diferente para preparar su cuerpo para los herederos"
Aunque a Eva le hubiera gustado decirle algo a su humana vinculada, la llegada de su prima Soraya para casi arrastrarla a que fuera a arreglarse se lo impidió.
Durante aquella fiesta de té Eva solo se pudo quedar mirando como Zenaida se llenaba el estómago de té pero le era imposible ignorar que el aspecto de los pasteles y otros dulces la tentaban y solo alejaba la mirada de ello cuando sentía el golpe de la mirada de su madre. A Eva también se le antojaba, pero sabia que el hecho de que uno de esos dulces comenzara a flotar y desaparecer sobre la mesa causaría un gran escándalo
~•~•~
Bajo la oscuridad de la noche, la princesa comenzó a sentir la presencia a lado suyo, tocándola con la intención de despertarla y no de provocarla. Al abrir los ojos encontró a Klaus de pie a lado de su cama.
—Ya se me hacia raro que no quisieras jugar esta noche— dijo la princesa algo adormilada
—Si quiero, pero como no me transferiste a nadie, te tendrás que hacer responsable de nuevo de mí— mencionó el joven
Aunque la idea de volver a hacerlo con su criatura le encantaba, el cansancio era mayor. Klaus ante los pocos movimientos de Zenaida, le quita agresivamente las mantas de encima, la toma en sus brazos y se la echa en el hombro para sacarla de la habitación
—¿Qué haces? La cama está por allá— dijo la princesa
—Pero tú requieres algo para despertar— mencionó él
Con aquella posición, Klaus llevó a Zenaida hasta la cocina y estando ahí ni siquiera se molestó en encender la luz al momento en que deja a la princesa en el suelo junto a la nevera. Zenaida observa con impresión como aquel par de ojos verdes que destacan en la oscuridad se levantan y abren la puerta de la nevera envolviéndolo con esa luz blanca. Mientras aquella nube oscura le rodea para darse a sí misma la forma de Eva, toma dos pastelillos de la nevera y se pone a la altura de la princesa.
—Toma, te esta haciendo ojitos desde la tarde y tú simplemente no le haces caso— dice Eva acercandole uno de los pastelillos mientras ella muerde el otro
—¿Estas queriendo hacerme sufrir? Ya te dije que no puedo— contestó la princesa
—No, dijiste que en casa no podías, pero conejita, no estás en tu casa. Estás en casa de la tía Penélope en donde parece que poco o nada les importan las reglas— dijo Eva con su boca llena de pastelillo
—Pero...
Eva usó la confusión de la princesa para meter el pastelillo en su boca y empujandolo para que su lucha no la haga sacarlo de ahí. Finalmente Zenaida cede y lo muerde, inundando su boca con el sabor del bizcocho de chocolate que era recubierto por esa dulce capa de crema de azúcar. Su lucha se detiene y aquella energía se va en seguir el ritmo de los empujes que Eva le daba al pastelillo hacia el interior de su boca, la abria y la cerraba dejando que el pastelillo y su cobertura entraran para masticarlos.
Al momento en que solo tuvo en su manos la envoltura de papel fue que Eva presenció el rostro de Zenaida bajo la luz blanca de la nevera; sus ojos estaban abiertos con éxtasis, su boca cubierta de crema tiene una gran sonrisa y leves lágrimas se le comienzan a resbalar
—¿Y?— dijo Eva
—Es... Delicioso— confesó Zenaida
—Y hay al menos una docena en ese refrigerador junto a varios postres esperando por ti.
El cuerpo de Zenaida solo se movió para corroborar lo que Eva decia. Tarta de fresa, mousse de chocolate, pastel de red velvet... Pero por más que todo la tentara, era como si las palabras de su madre fueran las cadenas que le impedían moverse para tomar todo lo que quería comer.
—¿Puedes hacerlo otra vez?— pidió
—¿Hacer qué?
—Alimentarme... Solo esta noche, te lo juro
—Bueno, mi plan era cubrirte con este mousse para comerte yo misma al momento que el azúcar te hiciera efecto, pero supongo que puedo ceder un poco
Eva solo se acerca a uno de los cajones para tomar una cuchara y un cuchillo.
La dama de cabello azul y ojos de fuego tomaba de la nevera aquel postre que más llamara su atención y era como un juego de adivinar lo que haría después; a veces repetía sus acciones que con el pastelillo, a veces metía el postre en su boca y obligaba a Zenaida a tragarlo empujándolo con su lengua y otras veces solo era ella la que comía mientras que la princesa terminaba de tragar.
Eva sólo ladeo la cabeza y miró a Zenaida masticando el último postre que había metido en su boca; aquellos ojos llenos de energía hecha de azúcar y aquella sonrisa casi psicópata le hacían a Eva tener un cosquilleo en sus zonas más bajas.
—¿Porqué será que verte cubierta de glaseado y chocolate me dan ganas de hacertelo?— mencionó Eva lamiendo uno de sus dedos llenos de glaseado
—Y yo amaría que lo hicieras ahora que tengo esta energía— mencionó la princesa cubierta de dulce
Eva sólo sonríe, cierra la puerta de la nevera y ayuda a la princesa a ponerse de pie para llevarla a la habitación.
Lame el dulce que ha quedado en su cara, besa sus labios haciendo que la princesa tomara su alargada lengua como uno más de los postres mientras la desviste de manera casi agresiva pero que a Zenaida poco o nada le importaba.
—De entre todas las personas que he tomado en este trato, tú eres la más dulce— le dijo Eva mientras comenzaba a masajear los pechos de la princesa, sabiendo que esa era una de las zonas más sensibles
Los gemidos de la princesa no se hicieron esperar. Deseaba a su criatura en la forma que fuera y ahora que la tenía usando ese impulso que le daba el azúcar, estaba disfrutandolo de verdad.
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Las Lunas de Octubre | #Kinktober2021
Teen FictionUn asesinato de poca planeacion es lo que ha arrastrado al reino de Zenaida a una inevitable guerra, y la culpa ha llevado a la princesa a tomar un trato con algo que pocos se atreven a contactar.