11. La tormenta

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Nota:

No ordinary love. Deftones

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XI. Gusu. Esa noche de otoño.

Lan Xichen le vio y le dedicó una sonrisa enorme. El corazón de Jiang Wanyin iba a salírsele por la boca. El jade parecía el sol de la mañana.

Con un solo movimiento se quitó la cinta. Tomó su mano izquierda, la besó tiernamente y la enrolló en su muñeca.

- Esto es tuyo ahora. Espero que me aceptes. Déjame ser tuyo, Wanyin. Déjame pertenecerte.

No sé esperaba esto. Sólo lo había dicho para evitar tocarla por accidente. Era la primera vez en su vida que podría tener algo realmente suyo. Jiang Wanyin no pudo evitar las lágrimas. No podía hablar.

Sólo atinó a besar esas manos que le ofrecían una vida diferente, y a esa cinta, que representaba un compromiso.

-Úsala para recordar, pero también si necesitas encontrar algo de tranquilidad. Recuerda que yo siempre estaré junto a tí a partir de ahora.

El líder Jiang asintió conmovido. Tocaba la cinta y sentía que de verdad le daba paz. Entonces, besó al Jade. Uno, dos, tres toques con la boca algo abierta. Al cuarto, ya no pudo escapar.

Lan Xichen le tomó por el cuello y le besó frenético. Fue un beso apasionado, largo y profundo que los encendió aún más.

- Los pantalones. - y se levantaron para desatar los nudos en el pantalón contrario, dejándolos caer y mostrando su desnudez. - Eres perfecto, Wanyin.

La mirada de adoración de Lan Xichen hizo que el hombre cerrara los ojos y escondiera la cara en el pecho del primer Jade.

- Mis cicatrices son horrendas. No las veas. - se escondió aún más, con un puchero en la boca.

Sin hacerle caso, Lan Xichen le lamió la comisura del labio.

- No tienes idea lo adorable que te ves cuando haces eso. Me vuelve loco. - Y le besó apasionadamente.

Luego pasó a lamer su pecho, haciendo énfasis en sus cicatrices. Subió a su oído y le susurró.

- A mí me parecen bellas. Me dicen que estás aquí a pesar de todo, me recuerdan la suerte que tengo, Wanyin. - sin esperar una respuesta, le robó otro beso profundo.

En este punto, se acostaron uno sobre el otro, besándose en la cama. Lan Xichen decidió disfrutar más de aquél cuerpo y lo recorrió entero, lamiendo y chupando donde le daba la gana.

El pecho, el vientre, los brazos, los dedos. Luego pasaba a las piernas, los muslos. El sabor de Jiang Wanyin lo tenía extasiado. Era dulce y picante, caliente al tacto de su lengua. Era como a canela.

- Quiero comerte, Wanyin - y así, se introdujo el miembro duro en la boca.

Ese ataque por sorpresa, asustó a Jiang Wanyin, que no dejaba de gemir. Le estaban chupando y lamiendo, y con cada movimiento sentía que moría. Su cuerpo temblaba.

Pensó que se desmayaría cuando Lan Xichen se dejó la punta en el fondo de la garganta, aprisionándole en toda su longitud.

Zidian se enroscó de su mano a la base oculta dentro de aquella boca, reptó hasta el cuello de Lan Xichen y bajó por su espalda. Jiang Wanyin sentía las chispas por todos lados.

Alzó la cara y lo que vio hizo que se calentara aún más. Las mejillas rojas, los ojos llorosos, Zewu-Jun era la imagen del hambre saciándose.

Y no lo pudo evitar, esa vista hizo el truco. Se estremeció como fulminado por un rayo y un calor se extendió desde sus entrañas hacia afuera de él, colándose en la boca de Lan Xichen, que feliz, se lo tragó.

Jiang Wanyin se dejó caer, moribundo. Resoplaba y se tocaba la frente febril incrédulo. Zidian era un anillo otra vez.

-Vas a matarme. No pude contenerme.

Lan Xichen se deslizó hacia arriba y le dijo al oído.

- No hemos terminado, Wanyin.

Como si le hubiese retado, el otro se entrelazó en él con brazos y piernas. Empezó a besarle, sintiendo su propio sabor en aquella boca ajena, y con un movimiento rápido, les dio la vuelta, quedando arriba.

- ¿Quién dijo que era el final? - Y se hundió de nuevo en su pecho, mordiendo cuanto encontraba a su paso.

Estaba como un loco, oliendo, besando, mordiendo. El jade sabía a menta y albahaca, era un gusto fresco y penetrante, con algo de amargor que le encantaba.

Estuvo torturando a Lan Xichen un buen rato. No dejó ni un lugar sin morder. El otro parecía que iba a explotar en cualquier momento y suplicaba frenético.

- Wanyin, por favor, no me hagas sufrir más.

Jiang Wanyin le quedaba viendo entonces, le sonreía de lado y se alejaba de su entrepierna, sólo para empezar otra vez la ronda de besos, lametones, chupetones y mordidas. Usaba a Zidian con maldad, dando choques más prolongados en las áreas más sensibles.

Cuando ya no rogaba por piedad, decidió hacerle un masaje en esa zona vibrante. Tomó su futeza entre las manos y con mucha tranquilidad empezó un nuevo ciclo.

Con la mano izquierda lo acariciaba de la base a la punta. No había terminado de hacer el recorrido, cuando ya estaba en la base, la mano derecha. Así estuvo un rato, incrementando la intensidad del agarre y la velocidad.

El otro jadeaba y se arqueaba con las súbitas olas de placer. Agarraba las sábanas con fuerza y gemía.

En algún punto, Jiang Wanyin supo que se acercaba el momento, porque los gemidos y jadeos eran más seguidos. Entonces, siguió con su ciclo, pero incorporó su boca, que se entretenía en dar golpes a la punta; y a Zidian que se enrolló en la base, brillando al contacto.

La reacción de Lan Xichen no se hizo esperar. Soltó un rugido. Para terminarle de matar, el otro aprisionó la punta en su boca y chupo con algo de fuerza. Fue suficiente para que Zewu-Jun se estremeciera y, en un arrebato, explotara en mil pedazos.

Jiang Wanyin también se lo bebió todo.

Jadeaban satisfechos, tirados en la cama sin dar crédito a lo que acababan de hacer.

Afuera, la tormenta no amainaba. Se oían los truenos y los relámpagos. Se veía sus luces reflejadas en el interior de la habitación.

Se quedaron un minuto así. Reponiéndose. De pronto, el líder Jiang se incorporó.

-Quiero estar dentro, Xichen. - dijo febril.

- Y yo quiero tenerte dentro, Wanyin - respondió el otro, conteniendo la pasión.

- Y yo quiero tenerte dentro, Wanyin - respondió el otro, conteniendo la pasión

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Anochecer y amanecer. Parte 2. XiCheng - ChengxiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora