8. Té, cena y vino

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Nota:

Simple Man. Deftones

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VIII. Gusu. Esa noche de otoño.

Cuando un joven discípulo llegó a buscarle, Jiang Wanyin estaba dando vueltas en su habitación como una fiera enjaulada. Se arrepintió de no haber pedido una botella de sonrisa del emperador antes.

Jiang Wanyin poseía una belleza intensa y arrebatada. Todo en él era extremo. Los contornos de su cara, sus labios, su nariz y sus ojos, parecían cincelados con furia por los dioses.

Los bordes afilados combinaban con la luz ámbar de sus ojos rasgados. Sólo su labio inferior, bastante más grueso que el superior, tenía una línea sinuosa y sensual.

Cuando ponía el rostro serio pero sereno, se veía aún más bello. La intensidad de sus ojos ámbar, el destello violeta que a veces brillaba hasta cambiarlos de color, las pestañas largas y sus bordes angulosos se apreciaban mejor. Era como contemplar una noche estrellada.

Jiang Wanyin no era consciente de su belleza ni del efecto que tenía en otros. Tampoco es que nadie se lo hubiese dicho. Le temían demasiado como para comentárselo.

Ahora, sin embargo, su expresión era todo menos relajada. Infundía temor en los demás, pero sólo estaba nervioso. Había aprendido demasiado bien a usar la ira como máscara y escudo.

- Líder Jiang, su cena ya va en camino al Hanshi. Cuando quiera, le puedo acompañar. Zewu-Jun le espera.- dijo con temor.

- Vamos entonces. - respondió con un tono severo.

El camino se le hizo eterno. Aunque iba con paso firme, dentro de él había demasiada inquietud. Zidian relumbraba un poco en su dedo. Tenía que controlarse.

El discípulo tocó la puerta del Hanshi, esperó una orden y la abrió, deslizándola. Dentro, Zewu-Jun, de riguroso blanco, esperaba sentado frente a una mesa. Ahí, una tetera, tazas, copas, una botella de vino y dos cenas muy diferentes, servidas y humeantes.

El discípulo hizo un ademán para que Jiang Wanyin entrase y, una vez en la estancia, cerró la puerta tras él, deslizándola otra vez.

El invitado revisó rápidamente la estancia. Era adusta, bastante sencilla y muy iluminada. Tal y como la había imaginado. Algunos libros y papeles en el escritorio de trabajo, la estancia privada separada por un biombo y muchas partituras por todos lados.

- Wanyin, por favor. - Y señaló un lugar frente a él en la mesa. - Gracias por venir.

- Gracias por invitarme y aceptar verme antes de que vuelva a casa.

Todo era familiar y extraño al mismo tiempo. Ellos eran los mismos, Xichen y Wanyin, pero completamente distintos a la vez.

Se sentó algo incómodo y esperó al otro. Con un ademán, el anfitrión les sirvió té.

- Espero que hayas podido descansar. Me comentaron que estuviste en la primavera fría. Confío que te ayudó un poco.

- Sí. Gracias. Habría preferido nadar, pero comprendo que en Gusu no se permita.

No podía verle a la cara, al menos no ahora, que se le salía el corazón por el pecho. Usaba toda su fuerza para no salir corriendo. Nunca pensó que fuese tan difícil volver a ver a Lan Xichen.

Comieron y bebieron en silencio, según las reglas de Gusu. Jiang Wanyin prefirió dejar pasar el tiempo, con la esperanza de reunir valor para hablar. Tampoco tenía claro cómo iniciar esa conversación, así que por una vez agradeció esas cuatro mil reglas.

A lo lejos se oían truenos y relámpagos, empezó a brisar* y a correr un poco de aire fresco. Sentía que habían pasado horas allí dentro.

- ¿Te irás pronto, Wanyin? - preguntó bajando la vista a su taza de té. Hacía rato habían terminado de cenar.

Jiang Wanyin se había servido del vino. Le había ofrecido a Lan Xichen, pero éste lo había declinado. Ya llevaba dos copas y no sentía nada de calma. Así que la pregunta lo tomó desprevenido.

- Debo volver mañana sin demora. Han habido algunos ataques cerca del Muelle y estamos faltos de cultivadores.

Volvió a su copa, viendo el fondo fijamente. Sentía su corazón en las orejas. ¿Por qué demonios el licor no había surtido efecto? Seguía intranquilo e igual de perdido.

- Entiendo. Espero que vuelvas sano y salvo a casa. Ten cuidado con el viento, en esta época del año, el clima se vuelve impredecible.

Volvió a ver hacia afuera. La brisa ya era lluvia y el aire fresco, viento. Creyó oír relámpagos a lo lejos. Lucía descansado, pero algo abatido.

- Gracias, lo tomaré en cuenta. - Y viró la cara hacia adentro, en sentido contrario al otro.

Pasó un instante. No sabría decir si fue mucho o poco tiempo, pero el silencio le pesaba en el corazón. Sólo se escuchaba la tormenta afuera. ¿Por qué siempre llovía cuando estaban juntos?

Zidian volvió a refulgir, entonces escondió la mano en su túnica. Lan Xichen notó el movimiento y dándole la espalda suspiró.

- No tenemos que hablar de lo que pasó, Wanyin. - bajó la cabeza con vergüenza. - Comprendo que no quieras mencionarlo. Podemos hacer como si nunca hubiese pasado. Sólo dame algo de tiempo para volver a ser cómo antes.

Lan Xichen se tapó la cara con la mano. No era difícil ver qué escondía lágrimas, aún si estaba dándole la espalda.

Jiang Wanyin no se esperaba esto.

* Brisar: que cae brisa

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* Brisar: que cae brisa. A veces, en algunos países, no se usa.

Anochecer y amanecer. Parte 2. XiCheng - ChengxiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora