XX Faltante

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Miraba concentrada en tablero de ajedrez delante mío, admitía que era difícil ganarle al azabache, pero para matar el tiempo, era entretenido.

-Jaque mate- dijo el menor, bufe molesta al ver que era cierto.

- Es imposible ganarte, me rindo- dije cansada sentándose en la silla. Habíamos jugado un aproximado de diez juegos, perdí en todos.

- Antes me ganabas- murmuró guardando las piezas.

-Eran tiempos diferentes- le conteste con una sonrisa nostálgica. Me la devolvió casi imperceptible.

- Iré a la habitacion, quiero descansar- dijo tranquilo como era costumbre, asenti y lo vi marcharse.

Mire alrededor que hacer, aún esperábamos los resultados que darían la traducción de aquellos escritos. Ya había pasado una semana.

-¿Y el mocoso?- pregunto Sukuna entrando a la sala, sonreí mientras se sentaba en el sillon, me levanté de donde estaba y me senté arriba suyo.

- Fue a descansar- murmure uniendo nuestras frentes mientras cerraba los ojos. Nos quedamos en silencio pacífico mientras sentía sus caricias suaves en mi piel.

-Te amo- lo escuche decir bajo, sonreí por eso y plante un beso suave en sus labios.

- Yo también te amo- le conteste. Al abrir los ojos, note la desicion en sus ojos fijos en mis labios, iba a besarme de no ser por Uraume quien entró.

-Yo... lo lamento- se disculpó haciendo una reverencia, lo vi con una sonrisa divertida al ver su incomodidad.

- Tsk, ¿qué paso ahora?- pregunto Sukuna.

- Ya tengo la traducción- mencionó levantando dos papeles. Cuando lo dijo, me levanté del regazo del mayor y me acerqué al albino, quien me entregó dichas hojas.

- Gracias- agradecí y me acerqué las planchas que dejaron unas maldiciones y luego se fueron.

- Si no los molesta- dijo Uraume llamando nuestra atención. Sukuna se había levantado del sillón y se había acercado a donde yo estaba viendo las hojas y acomodandolas.

- ¿Qué pasa?- pregunto el pelirosa.

-Quisera saber que es lo que dicen- dijo. Sonreí viendo lo y asenti.

-Claro que puedes, para Den eras parte de la familia Uraume- dije dándole el permiso, me guarde para mi la parte en la que también era el amor platónico de la pequeña.

- Por la forma en la que encontramos las planchas... los hechiceros sólo leyeron una parte, la otra las encontraron aquí- dijo Sukuna. Asenti y tome la hoja que contenía lo que habían leído los chamanes.

- Bien, comenzaré a traducir- hable yo.

"Mi nombre es Ryomen Takeru"

(Mismo texto del capitulo XII hasta el próximo paréntesis)

Narrador omnisciente

"Seguramente, la persona y/o maldición que lea esto, se impresionaría al siquiera imaginar al Rey de las Maldiciones escribiendo, pero la verdad es que me dio una corazonada, sentí la necesidad de escribirlo, comunicarles lo que en realidad sucedió y va suceder.

De seguro se crearan historias y se correrán versiones de lo que sucedió con respecto a la caída de la nobleza de las maldiciones, formada por los más poderosos y antiguos reyes, incluyéndome, pero yo diré la verdad.

No se trata de la típica historia de un grupo de chamanes con gran poder, se reúnen y derrotan a las maldiciones, no fue así, en este caso, nosotros mismos nos destruimos por el deseo egoísta de saber lo que nos deparaba el futuro, todo comenzó así...

Hacía varios años en los que las maldiciones gobernaban totalmente el mundo, había reinados y clases sociales, había paz entre maldiciones, pero sabíamos que no duraría mucho. La raza humana se hacía cada vez más fuerte y comenzaba a revelarse contra nosotros, entendíamos el que en algún momento llegarían a tal poder para derrocarnos y queríamos impedir aquello, por lo que hicimos un trato.

Una vidente humana, con un poder que superaba al nuestro, apareció en uno de los reinos, ofreció sus servicios para que todos la utilizáramos como quisiéramos, por lo que aprovechamos su poder. Deseábamos que nos diga el futuro, a lo que ella accedió, el problema fue, que había una condición.

Solo podía quedar un Rey en pie.

Tuvimos varias reuniones para decidir quién quedaría vivo, llegando al acuerdo de que solo quedaría yo, por el simple hecho de ser el único en tener descendencia, si, tenía un hijo de apenas un año, su nombre, Ryomen Blagden. El seria el próximo rey luego de mí y debía de asegurarse en tener descendencia para pasar el trono y sucesivamente.

Puede sonar ilógico el hecho de que me hayan dejado a mí por solo eso, pudieron dejar a otro y que este lo cuidara, pero la verdad era que por más seres desquiciados que éramos, los sentimientos siempre estaban, aun después de que un humano dijera lo contrario.

El día que se proclamó como "La caída" haciendo referencia a nosotras, las maldiciones, fui el único que quedo en pie. Aun veía los restos inertes de los otros reyes mientras la mujer delante mío con ojos en blanco y fuerte energía maldita rodeándola, me contaba el futuro.

Al terminar, solo se marchó mientras me quedaba congelado con todo lo que había relatado, supe al menos, que mi hijo tendría descendencia y que este se llamaría Ryomen Sukuna, el cual se convertiría en el Rey más poderoso que las maldiciones pudieran haber tenido.

Gran fue mi sorpresa al enterarme que se enamoraría de una simple mortal, de la misma familia que derrotaría a mi hijo quitándolo del trono y dejándolo débil. Pero nunca creí que pasaría después, lo que la mujer dijo había cambiado abruptamente cuando menciono que de ambos nacería un ser producto de su amor, que en un futuro seria la cruel destrucción del mundo.

(Fin de la primera parte)

Narra Tn

Al terminar de leer aquello, ya tenía en claro el porque Satoru había hecho lo que hizo. Pero aún así seguía siendo un acto que no iba a perdonar por más buenas intenciones que tenía.

- Ahora tiene sentido- dijo Sukuna ese bastardo- dijo con enojo.

Con el corazón latiendo a velocidad en mi pecho y las manos temblorosas tome el otro papel, con la parte que faltaba del texto. La parte que estaba quebrada y los hechiceros no leyeron.

-Tn- sama- llamo el albino- ¿se siente bien?- pregunto tratando de tranquilizarme- podemos parar si gusta.

- No, estoy bien Uraume- sonreí como pude, pero seguramente pareció más a una mueca- seguiré...

La destrucción del mundo se llevará a cabo por este ser de sangre mestiza, mitad maldición y mitad hombre, pero todo dependerá la desicion tomada y actos cometidos por un miembro aparte del clan Gojo.

Ahí lo entendí. Estaba segura de que si Satoru hubiera leído está parte de la profecía escrita, nunca hubiera hecho lo que hizo.

Tenía razón después de todo. El mundo entraría en guerra por el acto y desiciones de otro miembro del clan Gojo que no era yo. Se refería a Satoru, mi hermano.

- Aún así no corrige y perdona sus actos- dijo una cuarta voz, todos giramos y vimos a Fushiguro- si en verdad te amaba a ti, a Den y a nosotros sus Ex alumnos, nunca lo hubiera hecho por más que el mundo este en juego.

- Tiene razón, el tomo las desiciones, aún sabiendo que faltaba una parte de la profecía- dijo está vez Uraume. Los tres hombres me miraban expectantes, como si esperarán mis órdenes.

- Cumplamos la profecía entonces- dije levantando la vista.




☠Shi no namae☠ - Sukuna Ryomen [II]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora