[Libro II]
- Los humanos y las maldiciones no pueden convivir- hablo uno de los altos mandos de la hechicería- mandemos a los mejores, New York se está saliendo de nuestras manos.
- No podemos confiar en Satoru Gojo, dejo viva a si hermana y a Suku...
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Cuando llegamos al edificio, Sukuna me aviso que debía ir a una reunión, y que volvería tarde. Antes de irse llegó Uraume junto a Den y se fue con el pelirosa.
Mire que la pequeña sonreía e iba a la mesa para hacer tarea, me pidió ayuda por lo que no tarde en aceptar.
Mientras la ayudaba con los deberes, se me vino a la cabeza lo que la directora .e había contado. Suspire, no quería ostigarla pero necesitaba que me hablará con respecto al tema.
-Den- la llame, estaba concentrada en su tarea escribiendo por lo que cuando le hable levantó su vista a la mía- ¿Hay algo que quieras contarme?- pregunté.
No deseaba presionarla, pero sabía como se sentía y lo que haría su padre si llegaba a enterarse.
-¿A qué te refieres mama?- pregunto sin entender.
- Hable con la directora de la escuela- dije, enseguida su cara se puso pálida- no debes asustarse ¿Si?, sólo quiero hablar.
Bajo la cabeza y dejo sus útiles. Note como sus ojitos se aguaban un poco, señal de que quería llorar. Sin esperar la tome en mis brazos y la abrace.
- ¿Qué paso? Se algunas cosas pero quiero todos los detalles- hable con tranquilidad mientras acariciaba su cabello.
- L-los niños de m-mi salón comenzaron a hacer cosas raras, no sólo se besaban con las chicas, sino que...las tocaban- fijo como podía.
- Y en una te sucedió a ti- hable.
- Si, estábamos sentados en grupo y uno comenzó a tocarme- hablo entre lágrimas.
Suspire. Uno luego dice que las maldiciones tienen la culpa, cuando en realidad todos estamos podridos desde una temprana edad.
- Lo patee y aparte por eso- dijo más tranquila- me dejó pero luego en el recreo junto con otras chicas comenzaron a insultarme.
- Esa es una de las cosas- dije, ella asintio.
- En una de las clases, la señorita había parado de hablar, una de las niñas se había caído y se rompió el brazo, pero en realidad la había empujado uno de los chicos- comenzó a decir- yo le dije como en realidad habían sido las cosas y ellos me insultaron por qué no estaba diciendo la verdad, que no podía decirla porque sino me harían lo mismo.
- Entre esos insultos que te dijeron, uno fue "Perra" ¿no es cierto?- pregunté, ella asintio.
- Los niños están mal- dijo con asco- son todos iguales- hablo.
- No, no lo son todos- le corregí- Den, a lolargo de tu vida escucharas y sentirás la mirada de muchos hombres, al igual que palabras como las que te dijeron- comencé diciendo- créeme que me pasa lo mismo.
- Pero papa los termina matando- dijo con una sonrisa. Solté una carcajada por eso.
- Si, pero no es el punto- hable con tranquilidad, el ambiente se había alojado un poco de la tensión- ¿Te digo un secreto que me contó mi mama?- pregunté, asintio- Los chicos serán chicos.
Me miro atenta a mis palabras. Tome su mano y la dirigí hacia donde estaba mi corazón y sonreí.
- Y las chicas serán Mujeres- hable- te pasará muy seguido que no te darán la razón, no te escucharán por ser una mujer y te llamarán perra por cada que digas la verdad, ¿pero sabes que hago ante eso?- dije con una sonrisa- les digo en sus caras que si debo ser una Perra para decir la verdad, lo seré.
- ¿Y cuando me lo digan a mi?
- Si te lo dicen, no sólo debes decírmelo a mi, también contestale, "Si, soy la más perra de todas", luego sólo date la vuelta y vete como una reina- dije con diversión.
- Pero tu eres la reina- dijo riendo.
- Algún día lo serás tu- hable- y ahí podrás decir, "Soy la perra, La jefa y la reina". Tendrás a todos ante tus pies- dije.
- Entre las maldiciones con las que me cruzo, ninguno me dice eso- hablo ella- creo que es porqué le tienen miedo a papa- hablo divertida.
- Si, todos le tenemos miedo a tu padre Den- dije riendo. Nos separamos y fuimos a la cocina.
- Mamá me gusta un chico- soltó de golpe, haciendo que el vaso de agua que estaba a punto de beber casi lo escupuera.
-¿Qué?- pregunté con incredulidad- ¿quien es?- la mire, estaba sonrojada.
- Uraume...- susurro jugando con sus dedos. Era la escena más tierna que había visto en mi vida. Me acerqué y la abrace.
- Esta bien, no debes de tener miedo por demostrar tus sentimientos- dije tranquila- por lo menos es Uraume y tu padre le tiene algo de aprecio por ser uno de los usuarios malditos a los que más confía después de mi.
- Crees que a papa le guste que se lo diga- pregunto.
- Por el momento no, espera algunos años, aún eres muy joven- le dije. Me sorprendió el que de un momento a otro me abrazara fuerte.
- Gracias mamá- dijo- te amo mucho- susurro- hasta, me dieron ganas de crecer y tener hijos para ser una madre como tu.
Mi corazón se encogió y no tarde en agacharse y abrazarla también. Sonreí. La amaba mucho, y ella era una de las razones por las que si era necesario luchar lo haría sin duda alguna.
- También te amo, Den- nos separamos luego de un momento- por cierto, ¿me ayudas a preparar las cosas para la boda? Me pasaré con tu padre en una semana.
- No se piensa dos veces- sin más salió corriendo y volvió con un ipad- primero es el vestido- dijo para comenzar a buscar por Internet.
- De acuerdo- asenti sonriendo.
Narrador omnisciente
Tokyo. Japón.
El albino miraba suspirando el techo, no podía hacer nada. Lo habían quitado del puesto de chamán, ya no era un hechicero y habían puesto a Yuta en su lugar.
Le habían quitado la comunicación con su hermana por lo que no podía informarle nada de lo que sucedía.
- Estoy aburrido!!- se quejó sin moverse del sitio.
Ruinas Antiguas. Del antiguo reinado de las maldiciones. Kioto.
Los chamanes disputaban con cansancio, habían enfrentado a un total de cinco maldiciones de grado especial. Parecía que protegían algo.
Llegaron a lo más profundo de las catacumbas de allí. Y abrieron la puerta de piedra casi rota. Las paredes escritas con el idioma de las maldiciones les indicaba que eran demasiado viejas.
- Señor- llamo un de los chamanes, quien estaba a cargo lo miro- encontramos unos escritos- informó- están en la lengua maldita, parecen de la época de "La caída".
-Llevenlas a la sede, deben ser traducidas, si es cierto, serán los escritos más antiguos hasta ahora encontrados.
- Están rotas- informó- seguiremos buscando si encontramos lo que falta.
- Bien- asintio. Miro a su alrededor e hizo una mueca, miro el muro delante suyo y su rostro se volvió serio. En ella con la poca iluminación que había, se podía reflejar el dibujo antiguo.
Un ente antiguo de cuatro brazos y marcas en su cuerpo, una lanza en una de sus extremidades y una cabeza humana salpicando sangre.
La cosa era, que no se trataba de Ryomen Sukuna ni el rey antes de este. Alguien anterior.