Narrador omnisciente.
Dos semanas antes. Sede de hechicería en Tokyo.
Caminaba por aquellos pasillos recorridos en muchas ocasiones, no sabía si reír irónico por lo que hacía algunas horas había sucedido. Sus pasos flojos reflejaban el cansancio de si en cada movimiento y su respiración tranquila mostraba que no estaba para nada nervioso.
Seguía sin creerlo, hacía dos meses, había llegado el mensaje en el que se declaraba que la preparatoria de hechicería en Tokyo ya no funcionaria, y lo habían quitado a el del nombrado de chaman.
Exacto, ahora caminando por aquellos pasillos, no se lo llamaba hechicero más fuerte ya que no tenía ese llamamiento.
-Satoru Gojo- dijo un mujer caminando al lado contrario suyo, el albino asintió- me enviaron para guiarlo, hay algo importante que quieren que veas- sin más, se dio vuelta y empezó a caminar con el hombre siguiéndola.
Las ganas de preguntar no le faltaban, ya no era un chamán y prácticamente estaban en una zona prohibida de aquel complejo, ¿Qué deseaban mostrarle?. En la habitación a la cual entraron, varios chamanes de grado especial miraban unas placas de oro colocadas en la mesa del centro.
-Oh, ya llegaste- dijo el alto mando de Japón.
-¿Para qué me quieren? ¿No les basto el quitarme el rango de chaman y quitarme toda comunicación con mi hermana cuando se enteraron de que estaba viva?- pregunto con burla. El hombre más grande de edad en aquella sala suspiro.
-No te llamaríamos de no ser necesario, pero... si quieres volver a ser un chamán respetado... necesitamos que veas esto- dijo señalando las planchas de oro- y sé que elegirás lo correcto- sin más hizo una señal con la mano y todos salieron dejándolo solo.
Con curiosidad, se acercó a la mesa y vio los escritos. Frunció el ceño al ver que era escritura maldita, aquella que usaban los reyes y nobleza de las maldiciones cuando existieron. Estaban colocadas en orden, salvo que la última se encontraba quebrada.
Miro una hoja al costado, en esta se encontraba la foto de la misma escritura, salvo que con traducción al idioma chaman antiguo, por suerte para él, se lo habían enseñado a leer de pequeño. Sin más, comenzó...
"Mi nombre es Ryomen Takeru"
No había palabra que describiera su asombro con esa simple oración. Sabía de antemano que no se trataba del padre de Sukuna, ya que en los escritos más antiguos, solo se hablaban hasta el padre de este, no más allá.
Dejando eso de lado, y con la curiosidad carcomiéndolo por dentro, continúo su lectura...
"Mi nombre es Ryomen Takeru"
"Seguramente, la persona y/o maldición que lea esto, se impresionaría al siquiera imaginar al Rey de las Maldiciones escribiendo, pero la verdad es que me dio una corazonada, sentí la necesidad de escribirlo, comunicarles lo que en realidad sucedió y va suceder.
De seguro se crearan historias y se correrán versiones de lo que sucedió con respecto a la caída de la nobleza de las maldiciones, formada por los más poderosos y antiguos reyes, incluyéndome, pero yo diré la verdad.
No se trata de la típica historia de un grupo de chamanes con gran poder, se reúnen y derrotan a las maldiciones, no fue así, en este caso, nosotros mismos nos destruimos por el deseo egoísta de saber lo que nos deparaba el futuro, todo comenzó así...
Hacía varios años en los que las maldiciones gobernaban totalmente el mundo, había reinados y clases sociales, había paz entre maldiciones, pero sabíamos que no duraría mucho. La raza humana se hacía cada vez más fuerte y comenzaba a revelarse contra nosotros, entendíamos el que en algún momento llegarían a tal poder para derrocarnos y queríamos impedir aquello, por lo que hicimos un trato.
Una vidente humana, con un poder que superaba al nuestro, apareció en uno de los reinos, ofreció sus servicios para que todos la utilizáramos como quisiéramos, por lo que aprovechamos su poder. Deseábamos que nos diga el futuro, a lo que ella accedió, el problema fue, que había una condición.
Solo podía quedar un Rey en pie.
Tuvimos varias reuniones para decidir quién quedaría vivo, llegando al acuerdo de que solo quedaría yo, por el simple hecho de ser el único en tener descendencia, si, tenía un hijo de apenas un año, su nombre, Ryomen Blagden. El seria el próximo rey luego de mí y debía de asegurarse en tener descendencia para pasar el trono y sucesivamente.
Puede sonar ilógico el hecho de que me hayan dejado a mí por solo eso, pudieron dejar a otro y que este lo cuidara, pero la verdad era que por más seres desquiciados que éramos, los sentimientos siempre estaban, aun después de que un humano dijera lo contrario.
El día que se proclamó como "La caída" haciendo referencia a nosotras, las maldiciones, fui el único que quedo en pie. Aun veía los restos inertes de los otros reyes mientras la mujer delante mío con ojos en blanco y fuerte energía maldita rodeándola, me contaba el futuro.
Al terminar, solo se marchó mientras me quedaba congelado con todo lo que había relatado, supe al menos, que mi hijo tendría descendencia y que este se llamaría Ryomen Sukuna, el cual se convertiría en el Rey más poderoso que las maldiciones pudieran haber tenido.
Gran fue mi sorpresa al enterarme que se enamoraría de una simple mortal, de la misma familia que derrotaría a mi hijo quitándolo del trono y dejándolo débil. Pero nunca creí que pasaría después, lo que la mujer dijo había cambiado abruptamente cuando menciono que de ambos nacería un ser producto de su amor, que en un futuro seria la cruel destrucción del mundo.
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☠Shi no namae☠ - Sukuna Ryomen [II]✔
Fanfiction[Libro II] - Los humanos y las maldiciones no pueden convivir- hablo uno de los altos mandos de la hechicería- mandemos a los mejores, New York se está saliendo de nuestras manos. - No podemos confiar en Satoru Gojo, dejo viva a si hermana y a Suku...