Trece días para la boda
Para Arden, ser una persona mundana era algo reciente y no siempre muy intuitivo. Sin embargo, si le preguntaran en ese momento cómo describiría sus dos días de humanidad, diría que era agotador. La mitad del tiempo tenía sueño y la otra mitad tenía hambre. Su nueva existencia se resumía en comer, dormir y su nueva habilidad desarrollada: caminar con sueño y hambre.
Además, todavía estaba acostumbrándose a las nuevas funciones de su cuerpo. Algunas sensaciones inesperadas también eran un inconveniente, como el escalofrío que sentía cuando sus pies descalzos tocaban el piso, en las mañanas; la sensibilidad en sus dientes cuando los alimentos estaban muy fríos o calientes; el sobresalto que le causaba el ladrido del Sr. Darcy cuando peleaba con el perro del vecino; o el estremecimiento que le provocaban los roces distraídos de Rhys en su brazo, en su espalda, en su cabello.
Arden asociaba sus reacciones tan sensibles al hecho de que no estaba acostumbrada a que otras personas la tocaran. Si bien el contacto con Rhys no era nuevo, ya que siempre había sido su compañero, la sensación de calidez sí lo era. Antes su roce era glacial, pero ahora Rhys era cálido, muy cálido, y todavía Arden no decidía si eso era bueno o malo.
—¿Por qué frunces el ceño? —preguntó Rhys—. ¿No te gusta tu ropa?
Su voz disolvió su neblina de pensamientos. Arden se detuvo en la calle y lo miró unos segundos, antes de estudiar sus nuevas prendas. Su atuendo era bastante común, pero cómodo: unos jeans oscuros, un suéter bordado con flores y botines altos. Era muy diferente al traje negro que solían utilizar como uniforme, pero le gustaba.
—No —respondió, enrollando un largo mechón de su cabello suelto entre sus dedos—. Solo pensaba.
—¿En que?
«En tu calidez».
Arden negó con la cabeza. No iba a decir eso en voz alta, sonaba muy raro.
—Estoy... pensando en todo lo que ha sucedido —respondió ella—. Quiero que la reunión con la organizadora salga bien porque, sino, no tendremos ningún plan.
Rhys esbozó su sonrisa clásica, la que suavizaba sus facciones y encendía un brillo gentil en sus ojos.
—Saldrá bien —aseguró—. Ten un poco de fe. Me encargaré de llevar la conversación, solo trata de sonreír.
Él le guiñó un ojo y siguieron caminando. Encontraron el local de Madame Taylor sin problemas; ambos habían recorrido tantas veces las calles de Notting Hill que tenían grabado el mapa de las calles casi de memoria. En la recepción, detrás de un escritorio, hallaron a una mujer joven y bonita.
—Buenos días. Estamos buscando a Madame Taylor —dijo Rhys—. Ella nos está esperando.
Él ofreció otra sonrisa de su repertorio, y la mujer se la devolvió; por supuesto, Rhys le resultó encantador, como a todos los emisarios.
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Cómo unir un amor incompleto [TERMINADA]
RomanceArden y Rhys son emisarios de Cupido: él, del amor; ella, del desamor, ¿Qué sucederá cuando cometan un error y separen a dos almas gemelas? ~⋆ ✦ ⋆~ Arden y Rhys son emisarios de Cupido: él, del amor; ella, del desamor. Ambos tienen un récord perfec...