La venganza (Harry Potter)

Capítulo 18

Percy dejo a Eris en su nuevo colegio en el Londres muggle con una sonrisa fingida, la pequeña no había llevado muy bien que Snape se fuera y esperaba que al menos esa nueva experiencia la ayudara.

Se dirigió hacia el callejón más cercano y tomó un taxi muggle, en otra ocasión hubiera caminado hasta el callejón Diagon pero en esos momentos solo quería llegar a casa.
La sala, al igual que todas las habitaciones del lugar, se mantenía en un silencio lúgubre donde incluso las risas de Eris habían desparecido.

Con paso lento se encamino hacia la habitación secreta y se tumbo sobre la enorme cama mirando hacia la nada, no entendía porque el alfa se había alejado, iban a empezar a tener más derecho y Snape sabía que en la casa podría hacer lo que quisiera, además su relación había avanzado hasta el punto en el que Percy se acurrucaba en su nido repleto de las ropas del mayor y lo olía fingiendo que estaba a su lado.

El pelirrojo lloró, quizás si no hubiera negado todo más haya de las puertas, sino hubiera fingido que no disfrutaba pasar tiempo con él, que le abrazara y besara, quizá se hubiera quedado. Era una sensación horrible el darse cuenta de cuanto lo necesitaba una vez lo había perdido, odiaba esa agonía que gritaba por buscarlo, Snape era su alfa y el padre de Eris tenía que estar con ellos y no perdido por el mundo.

-Maldito seas murciélago de las mazmorras- dijo entre sollozos- y maldito sea tu don con las pociones, sino hubieras sido tan bueno nunca te hubiera comprado y nunca te hubiera amado tanto.

Con pesar se levantó de la cama, el olor de Snape había desaparecido así que era absurdo continuar en aquel lugar. Salió y se dirigió al sofá donde se acurrucó entre los cojines tapándose con la capa de Severus, la ropa del alfa se encontraba esparcida por toda la casa para que tanto él como Eris pudieran cogerla cuando sintieran añoranza.

Percy olió la prenda y gimió con tristeza, hacia dos meses que Snape se había ido y cada vez su olor desaparecía más angustiando a su omega.

El teléfono móvil sonó, desde que los mortífagos desaparecieron se habían movilizado tanto por el mundo mágico como por muggle teniendo que acceder a objetos propios de estos como esos maravillosos aparatos.

-Si- dijo al descolgarlo.

-Hey hermanito- saludo Ginny decaída- ¿tienes pensado venir a la tienda hoy?

-Hoy te toca a ti Ginny- le contesto.

-Lo sé, pero no me siento bien.

Percy suspiró, su hermana tampoco había llevado bien que Goyle se marchara y aunque quisiera negarlo todos sabían que el hecho de estar en la tienda suponía la tristeza de la pequeña.

-Yo tampoco me siento bien Ginny, por eso no dividimos así, esta semana es tuya. Además estoy ocupado con Eris y el colegio.

-Vale- dijo con un suspiro- disfruta del día.

Percy omitió la voz enfada de su hermana y cerró los ojos, su cuerpo se sentía cansado debido a la falta de sueño. Las nauseas le golpearon provocando un quejido.

-Más te vale parecerte a mí- le dijo a su estómago- después de lo que me estas haciendo pasar, enserio, por favor no saques la nariz de tu padre.

-Buenos día Hermione- saludo Harry entrando en la casa de la joven- ¿alguna novedad?

-Ninguna- contesto mientras cerraba la puerta tras ella- esperaba que al menos Ron contactara con Molly pero no ha habido suerte.

Harry suspiró y se sentó junto a ella en el sofá con cara resignada.

-Theo ya tendría 5 meses de embarazo- dijo sin mirarla- solo pude estar con el dos meses y pocos días, me lo estoy perdiendo todo.

-Los encontraremos Harry, no se como pero lo haremos- afirmo convencida- ahora vamos a la Madriguera, se esta haciendo tarde. Ayúdame con esas cajas, no tengo pensado llevarme mucho.

La situación había llegado a tal punto que Molly había accedido que tanto sus hijos como ellos volvieran a la Madriguera a vivir, el único que se había negado a tal petición fue Percy a pesar de que Eris pasaba la mayoría de las noches allí.

-Hola queridos- saludo Molly al verlos salir de la chimenea- ya tenéis los cuartos preparados. Hermione tu dormirás con Ginny y Harry tu con Bill, ahora que Ron no esta...

Ambos jóvenes abrazaron a la mujer al verla llorar.

-No lo entiendo- continuo hablando- según el medimago Ron les ayudo a huir, ¿por qué lo haría?

-Nosotros tampoco sabemos que llevó a Ron a hacer algo así- dijo Harry- pero estamos seguros de que no pudo haber sido por su propia mano, el nunca nos habría traicionado, nunca me habría alejado de mi pareja y cachorro.

-Hola- saludo George mientras bajaba las escaleras- llegáis tarde, la comida casi esta lista.

-Os habéis librado de poner la mesa- bromeó Fred- cuidado con Bill, no esta de humor.

-¡Te estoy oyendo!- grito el nombrado- y vosotros tampoco habéis puesto la mesa.

-¡Nadie ha puesto la mesa!- gritó Ginny saliendo de la cocina- ponedla ya.

Hermione y los gemelos salieron corriendo a por los utensilios necesarios menos Harry que fue parado por Bill.

-Me ha llegado cierta información- le susurro- una de las bóvedas de Gringotts, la 115, ha sido vaciada.

-¿Y?- pregunto.

-Es la bóveda perteneciente a la familia Black, exactamente Narcisa Black.

-¿Cómo han podido vaciar la bóveda de una muerta?

-Eso me pregunto yo. El único que tiene acceso a esa bóveda es Draco pero solamente cuando de a luz un alfa.

-¿Draco esta embarazado?

-No Harry - dijo exasperado- Draco no esta embarazado, pero Dapnhe tuvo un cachorro antes de fugarse, pueden haber engañado a Gringotts.

-Es imposible engañar a los duendes.

-Si cuentas con Snape no lo es- afirmo- ese alfa es capa de cualquier cosa.

Harry comenzó a andar por la casa desprendiendo feromonas y llamando la atención de los demás.

-¿Qué ocurre Harry?- pregunto Hermione.

-Tenemos una pista- contesto- joder, tenemos una pista.

-Llamad a Percy- le ordeno Molly a sus hijos- el podrá ayudaros.

Rápidamente todos se movilizaron dejando de lado la comida. Harry permanecía con una sonrisa triunfadora en la cara, pronto volvería a tener a Theo entre sus brazos y esta vez no lo dejaría escapar cueste lo que cueste.