Capítulo 3

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El sudor recorría su frente, aquellos ojos de color fuego mantenían la mirada en su objetivo, su respiración era lenta, controlada y profunda, su uso de la técnica [Concentración Total] extrañamente funcionaba mejor de lo habitual, su cuerpo con cada entrenamiento se sentían más lijero, ágil y fuerte.

Detrás de él sobre un muro de piedra se encontraban sus compañeros, delante suyo se encontraba un maestro de la espada quién por orden del líder del gremio le enseñaba las [Artes Marciales] al aventurero de la flama.

Rengoku en tan pocos días se había hecho de fama, no solo por su cabello inusual, su positiva y alegre actitud ni por su ascenso rápido en la escala de aventureros, sino por el uso de su espada que podía ser comparada con el espadachín Brian Unglus y por el poderoso subordinado del Rey, el General del Estado Mayor Cocytus.

Todos aquellos que habían visto pelear a esos dos espadachines podían decir que el menor tenía una técnica similar, Cortes limpios, rápidos y poderosos, claro que además de la espada era un tanto singular y su hoja de un metal que jamás habían escuchado, de un color rojo que al ser usada se tornaba una intensa llamarada que podría derretir gruesos muros.

El líder y el maestro habían inspeccionado el arma con permiso de su portador e incluso la habían llevado con el maestro Herrero, este al ver la espada reaccionó impresionado.

- La espada es hermosa pero el metal jamás lo había visto.

Gondo la miro con cuidado, observando la calidad.

- Su grabado es perfecto pero no es runico.

El filo de la espada era extremadamente filoso, su peso y equlibrio eran perfectos desde la hoja hasta la empuñadura y el emblema era hermoso.

- Esto... es solo una espada, no tiene propiedades mágicas ni nada por el estilo, es un metal común pero resistente.

Gondo miró al extraño de colores llameantes.

- ¿No es así?

Rengoku asintió, lo única característica del metal era que había sido extraído de la montaña más alta y el mineral guardaba el poder del Sol.

- El poder viene del usuario no del arma.

El líder y el maestro se miraron después miraron al menor.

- ¡Ahora!

Cerro los ojos e intento concentrar toda su energía en sus manos y poder transmitirla a su katana, hace días seguía con este entrenamiento, su objetivo era poder usar el ataque [Corte].

--II--II--

- Has mejorado bastante.

Karin caminaba a lado del espadachín, este miraba su espada, debía darle mantenimiento.

- ¿Eso crees?

Todos asintieron.

- Tu crecimiento, aunque lo envidio, es impresionante. No cabe duda de que podrás llegar a ser un Adamantita.

Espada de hielo y fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora