Capítulo 5

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La capital del Reino Hechicero era E-Rantel, una ciudad fortaleza modificada para recibir a todo tipo de criaturas, todas aquellas que le habían jurado su lealtad al único ser que les daba la seguridad de una vida digna.

Aquí y allá, por dónde quiera que uno pudiera ver, la ciudad era vivaz, alegre y enérgica, los habitantes convivían con normalidad como si la pelea entre razas jamás hubiese existido.

Ainz miraba por la ventana de su oficina el amplio panorama que le brindaba su reino, poco a poco este fue creciendo tanto en infraestructura y habitantes, así mismo también aumentaba su fama y comercio.

Se sentía satisfecho por lo que había logrado hasta ahora, pero sabía que aún había un largo camino por recorrer si deseaba crear ese lugar utópico del que sus compañeros de Gremio se sintieran orgullosos.

Por un momento despegó la vista de la ventana y miro el reloj de la pared, al observar la hora se dio cuenta que ya era tiempo y sin pensarlo más, se dispuso a salir de la oficina.

Con anterioridad Pandora le había avisado de su próxima llegada junto al misterioso aventurero que era poseedor de un gran poder, el informa de Saryushu había sido detallado en los acontecimientos de las arañas. También había sido de importancia el examinar los cuerpos de dichas criaturas que habían invadido su territorio y logrado colocarse en un nido bajo anonimato. Demiurge había pedido la oportunidad de revivir a una de ellas para un interrogatorio, ya que los aventureros había calcinado los huevecillos de la cueva.

Ainz estuvo de acuerdo, incluso a él le parecía curioso y esa afición de coleccionador salió aborte.

Caminado por los pasillos se directo a la sala de trono, ahí esperaría la llegada de su creación y del humano.

--II--II--

Rengoku miraba por la ventana de su ahora residencia, aún no podía asimilar lo que había visto. Si bien, sus antiguos compañeros le habían dicho que cuidará de su reacción, los sirvientes del Rey no toleraban la mala educación o el repudio hacia su soberano. Aunque en realidad nadie que fuese leal al Rey toleraba tales actos.

Pero eso lo había sobrepasado.

En su vida logró ver diferentes tipos de demonios e incluso, jamás se había visto cara a cara con Muzan, Akaza era fuerte pero su apariencia no perdía ese lado humano y aún siendo un demonio era temible.

Pero él...

Al llegar al reino Momon le llevó directamente al palacio, durante el trayecto el caballero oscuro le indicaba como debía comportarse, presentarse y responder solo cuando se le indicara.

- ¿Entiendes?

Rengoku asintió.

- Bien, hazlo correctamente y todo saldrá bien. Lo digo por tú propio bien, los subordinados del Rey no toleran los fallos.

¿Los Subordinados?

Debía suponer que lo veneraban tanto que no permitían un insulto a su amo, así como los pilares hacia el Patrón.

Después de un largo trayecto por los pasillos, había llegado a una gran doble puerta, a cada lado se encontraba dos caballeros que parecían insectos y delante de ella una joven mujer con el uniforme de servicio.

La mujer se inclinó por un momento para después abrir la puerta y dar aviso de su llegada.

En aquella habitación yacia una enorme bandera con el escudo del reino, del lado izquierdo grandes ventanales permitían la entrada de la luz del sol haciendo que los adornos de cristal que colgaban del techo reflectaran la luz en varios colores, también había grandes columnas que sostenían pequeñas banderas, una gran alfombra roja que iba desde la puerta hasta el trono, zona donde se encontraban de pie varias sirvientas, una mujer de vestido blanco y con un extraño adorno emplumado a la altura de la cintura.

Y también estaba el Rey, una figura sentada sobre el trono de túnica roja y dorada, los adornos que portaba eran demasiado llamativos pero eran opacados por su apariencia.

Rengoku trago saliva duramente.

- Su Majestad, le e traído al aventurero.

Ante las palabras dichas del aventurero oscuro, este se dejó caer de rodillas, el cachin-chachin de la armadura fue la señal suficiente para el espadachín de imitar el acto del mayor.

Se arrodilló respetuosamente ante aquel ser de apariencia descarnada.

Por un momento sintió un temor incomprendido pero al pasar los segundo se dio cuenta que el ambiente no estaba cargado con esa sensación de amenaza, sino más bien de comodidad, era extraño pues ante la tranquilidad de todos los presentes podía notar un poco de indiferencia proveniente de aquella mujer de vestido blanco.

Mentalizado respiro profundamente.

- Buen trabajo, Momon.

Ainz meneo la mano huesuda ordenando a sus dos recién llegados que se levantaran.

- Me alegra saber que han llegado con bien.

La voz de aquella esquelética figura era profunda y serena, demasiado para su gusto.

- ¿Cual es tu nombre?

Momon dio un paso a lado y retrocedió un poco hasta quedar junto a los escalones cercas de la ministro.

- Mi nombre es Kyoujurou Rengoku, Su Majestad.

Su voz había salido en el tono perfecto y de costumbre.

Tan animada que perturbo al mismo Ainz.

(Parece que no me tiene miedo)

Se dijo mentalmente.

Por unos segundos analizo la apariencia del menor, su ropa, cabello y rasgos eran fuera de lo común pero su nombre le era familiar.

- Su Majestad.

Ainz miró a su creación, misma que le extendió la documentación del Gremio de Carne.

Albedo miraban al chico minuciosamente, el que su adorado ser supremo le prestara atención a un ser inferior era causa de que trataba algo.

Al contrario del maestro de gremio, Ainz leía la documentación los más rápido y profundo que podía, al parecer el chico era un tipo de prodigio al manejo de la espada. Lo inusual eran las notas agregadas de Pandora.

- Su Majestad, puedo preguntarle algo.

Ainz levanto la mirada de los documentos, Albedo miro al ser inferior con repudio y Pandora rezó por que Albedo no reaccionara mal.

- Si.

- ¿Usted es un demonio?

Los tres se quedaron helados.

Ainz levanto la mano huesuda antes de que su supervisora pudiera reaccionar.

- No ¿Acaso parezco uno?

Rengoku le miró con determinación, su apariencia era temible y en su lógica imposible que un esqueleto pudiese hablar o moverse así pero también el pelear contra demonios le hizo saber que el mundo era más grande de lo que pareciera.

- No, pero de donde yo vengo... usted sería uno, ya que está muerto.

Ambos NPC estuvieron apunto de hablar pero su amo les gano la palabra.

- ¿Puedo saber de dónde proviene?

El aventurero delante suyo asintió.

- De Japón.

El [Supresor de emoción] se disparo por lo menos, una docena de veces antes de que Ainz pudiera reaccionar a aquella respuesta.

Espada de hielo y fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora